Una gatita ingirió una aguja de coser y su vida dependía de una cirugía que debía ser realizada de emergencia.
Tras comprobar por intermedio de una placa radiográfica que el objeto punzante estaba alojado en su estómago, el veterinario se lo extrajo con un elemento extra quirúrgico: un imán. La utilización de una pieza metálica para una operación de una mascota no registraba precedentes en el pueblo. El dispositivo fue manipulado por el veterinario Mario Corredera y le resultó eficaz dado que el animal logró sobrevivir.
En diálogo con RADIO COMPACTO, el cirujano dijo que “cada tanto sucede que una mascota ingiere algún elemento extraño y no queda otra alternativa que extraerlo por cirugía”. El hecho sucedió recientemente. Todo comenzó cuando “una vecina se acercó a mi veterinaria con su gatita, que minutos antes había ingerido una aguja de coser con un trozo de hilo. En la desesperación, su dueña tiró del hilo, se cortó y el elemento siguió su camino” en el cuerpo del animal.
La “gran incógnita” era saber si el objeto había quedado en el esófago o en algún órgano. La única manera de comprobarlo era a través de una radiografía. “Le abrí la boca, le estuve haciendo una inspección ocular y no veía nada. La anestesié y adormecida se la llevaron a Santa Rosa donde hacen este tipo de prácticas. Le facilitamos la tarea al otro profesional porque la gata tenía que estar quieta. En horas de la noche regresaron con las placas, que son muy buenas, y se veía que la aguja estaba en el estómago. Eso implicaba una cirugía inmediata”, señaló.
IMÁN.
Aumentó la dosis de anestesia y comenzó la intervención quirúrgica con un instrumental “muy básico” compuesto por bisturí, pinzas mano izquierda, separadores y demás. Primero extrajo el estómago de la cavidad abdominal de la felina. “Sabía que la aguja estaba ahí, pero como es un elemento tan finito no es tan sencillo sacarlo. Al tacto no la encontraba de ninguna manera, entonces tuve una ocurrencia: no sé si se usará normalmente pero tengo un imán, lo puse adentro de un guante de látex y cuando lo arrimé al estómago automáticamente la aguja fue atraída (por la pieza metálica) y la tuve en mi mano. Así no fue necesario hacer una incisión sobre el órgano”, precisó sobre ese peculiar momento.
Luego reubicó el estómago en su posición habitual, realizó “suturas reforzadas” a músculos “para que no se genere una hernia” y finalmente en la piel del animal. Mientras tanto la dueña de la gatita permanecía en su casa. Sobre este punto, Corredera agregó: “No es recomendable que el dueño de una mascota esté en la sala cuando se hace la cirugía. Esto lo manifiesto porque he visto que la gente se descompone. Cuando es tu propia mascota la que está siendo operada incluso anestesiada te causa un impacto emocional”. Cuando apareció la dueña “se llevó la gatita anestesiada y le devolví la aguja también”, dijo entre risas.
"CONTENTA Y AGRADECIDA".
El elemento puntiagudo mide entre 4 y 5 centímetros. Cuando fue consultado sobre si la aguja podría haberle provocado la muerte, su respuesta fue contundente: “Si hubiese sido mucho más chica puede que siga el recorrido hasta el intestino, pero pensemos que tiene muchas curvas y el sistema digestivo continuamente está haciendo contracciones muy fuertes, en algún momento se iba a clavar y generar peritonitis o infección y eso iba a derivar sí o sí en la muerte. En este caso pasó del esófago al estómago y había que sacarla para que sobreviviera”. Y la operación fue un éxito. Su dueña se mostró “muy contenta y agradecida”.
El nombre de la gatita es “Tina”, tiene poco más de un año de vida y goza de muy buena salud. Consume antibióticos orales “porque a los gatos es muy difícil aplicarle una inyección diaria ya que son bastantes ariscos. Además, ni bien se despiertan de la anestesia andan un día doloridos y después no tienen mayores complicaciones”.
Este caso demostró claramente el amor de su dueña hacia su mascota. “Hay que reconocer todo lo que hizo: un viaje a Santa Rosa, tuve que hacer una derivación, las placas que tienen un costo relativamente elevado. Decidió afrontar todo y lo hizo sin dudar. Todo un ejemplo, se ha comportado muy bien”, cerró.
Un hueso y una media en el intestino
A lo largo de su carrera profesional, el winifredense Mario Corredera, también extrajo elementos extraños ingeridos por perros. “Una vez tuve que sacar un hueso que estaba en el intestino de un can y no seguía su tránsito”, recordó el entrevistado. Meses después de haberse graduado en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de La Pampa, sede General Pico, fue convocado por la vecina Silvia Sotelo, quien había sido su profesora en el colegio secundario local. “A su perrita la notaba con ciertas dificultades. Llegamos al diagnóstico de que había una obstrucción intestinal. Cuando la opero encuentro una media alojada en su intestino”, rememoró aquella insólita situación. Cuando le llevó la mascota a su casa, le mostró la prenda y le digo: “Mira Silvia lo que se tragó tu perrita”. Una de sus hijas, que era chiquita en ese momento, la miró a su madre y le manifestó: “mamá, es la media que no encontrábamos”. “Tenía una sola y no encontraba la otra porque estaba en el intestino de la perra”, aún recuerda Corredera, quien realiza cirugías a grandes y pequeños animales.