Una figura santificada por la devoción popular convivió en su momento de vida con el creciente prestigio de una Bodega que señaló hitos en el proceso de mejorar la vinificación.
Por Daniel Pellegrino
En el sur de Mendoza, la población de Carmensa (nombre de una vieja empresa que fue dueña de las tierras del lugar) tradicionalmente se llama San Pedro del Atuel, y así conviven en la actualidad ambas denominaciones. La zona fue último refugio de Juan B. Vairoleto (1894-1941), oculto bajo el seudónimo de Francisco Bravo, quien decidió quitarse la vida antes de caer en manos de la policía del territorio de La Pampa.
En noviembre de este año 2024 se inauguró un museo municipal con su nombre en la ex estación del ferrocarril. Son tres o cuatro ambientes con infografías que recorren la vida de Vairoleto; se destacan el arma con la que se mató y un retrato naïf que se hallaba en su última morada donde vivía junto a su mujer Telma Ceballos y las dos hijas. Afuera del museo se exhibe el carro de dos ruedas con el que se desplazaba por la zona.
Antes se podía visitar el predio donde se levantaba el rancho, en el sitio La Toma, junto a una de las acequias del Atuel. Pero un abogado compró las tierras y prohibió el acceso. En la actualidad, parece que se podría rehabilitar el regreso al lugar mediante un arreglo con los herederos.
En esos tiempos de vida “normal” de Vairoleto, la vitivinicultura se desarrollaba a buen ritmo y en la zona la bodega Faraón concentraba buena parte de la vendimia y seguramente “Francisco Bravo” habrá bebido más de una botella con la etiqueta del monarca egipcio.
La bodega perteneció a la familia italiana Cremaschi y alcanzó su máximo desarrollo cuando el ingeniero y enólogo Víctor Manuel Cremaschi (1899-1983) innovó en el proceso de elaboración del vino. Hacia el año 1930 introdujo el primer sistema de vinificación en piletas selladas y cilíndricas de hormigón. Y en el mismo año de la muerte de Vairoleto implementó un nuevo sistema automatizado que incluía la limpieza de las piletas. Hasta entonces, limpiar por dentro las piletas significaba el riego de muerte de los operarios debido a los gases que aspiraban de la fermentación.
En 1948 creó el proceso de vinificación continua que logró gran reconocimiento y fue adoptado por la industria vitivinícola mundial.
El ingeniero Cremaschi también rodeó la bodega de un clima de cultura artística. Así, el joven mendocino Carlos Alonso (1929-), uno de los más destacados artistas plásticos de Argentina, pintó un mural sobre la vendimia en la propia oficina del ingeniero. En la década del ’50 contrató una empresa cinematográfica de Estados Unidos (la actual MGM) para rodar un documental sobre la bodega.
Un rasgo de megalomanía consistió en traer de Egipto una piedra caliza para que el escultor sanjuanino Mariano Pagés (1922-2009) tallara una réplica de la estatua del faraón Ramsés II con el rostro de Cremaschi. Está colocada en el frente del edificio principal y el muro del fondo reproduce jeroglíficos que hablan de las aguas puras del río que riegan viñedos y luego se transforman en el vino de la bodega.
Entonces, mientras la bodega de Cremaschi viajaba hacia su esplendor industrial, se terminaban los días de Vairoleto en San Pedro del Atuel.
Con el tiempo, la Bodega ha devenido en museo y monumento histórico mientras que el nombre de Vairoleto ha achicado su costado bandolero y crecido como figura religiosa popular que recibe ofrendas, placas y rezos de agradecimiento en su templete-tumba del cementerio de G. Alvear.
La historia de esta empresa y finca de 33 hectáreas sigue su marcha hasta el año 2012, cuando cesa definitivamente su producción. Entonces, la municipalidad de G. Alvear compra el inmueble y logra que el predio sea declarado Monumento Histórico Nacional, categoría industrial, en 2019.
Hoy, transformado en el “Multiespacio Cultural Bodega Faraón”, alberga exposiciones artísticas, encuentros y reuniones que abordan la cultura (y degustación) vitivinícola de la zona. Pero entre este lugar y el pueblo de Carmensa, situado a 26 km, se teje la otra historia y vindicación del “pampeano” Vairoleto.