PROTOCOLO ESPECIAL, SISTEMA MIXTO Y FINALES VIRTUALES -
El rector de la Universidad Nacional de La Pampa (UNPam), Oscar Alpa, participó del encuentro que aprobó el Protocolo Marco y los lineamientos generales para el retorno a la actividad presencial en las universidades e institutos terciarios.
La reunión fue encabezada por el ministro de Educación, Nicolás Trotta, junto a los miembros del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), del Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP) y la Secretaría de Políticas Universitarias.
El protocolo obligará a las universidades a incursionar en diversos dispositivos y estrategias, en procura de que retome la actividad el mayor porcentaje posible de su población estudiantil. Un problema serio deriva del distanciamiento obligatorio (entre 1,50 y 2 metros): «apenas permitiría la actividad presencial de un 15 por ciento de los estudiantes, porque no es posible incrementar tan rápido, en 4 ó 5 veces, la capacidad edilicia de todo el sistema educativo», explicó el rector de la #UNLPam.
En diálogo con «Radio Noticias», Alpa advirtió que «inexorablemente iremos a un sistema mixto, manteniendo las cátedras que pueden desarrollarse en la virtualidad y reservando las instalaciones para aquellas que necesitan formato presencial, como las clases de laboratorio. Tendremos que asumir la transformación a una doble modalidad, al menos durante lo que resta del año».
Nueva normalidad.
Desde el inicio de la cuarentena, las universidades advirtieron el riesgo de padecer un desgranamiento de matrícula. «Hemos dividido esta dificultad en tres segmentos. El riesgo de mayor desgranamiento y deserción afecta a estudiantes de primer año: el paso al sistema universitario siempre resulta una cuestión traumática, que habitualmente abordamos hasta con dispositivos especiales, como tutorías de pares. Si además modificamos el sistema con una virtualidad para la que ni estábamos preparados, seguramente padecerá toda la comunidad educativa y especialmente los chicos y chicas que ingresaron este año».
Un segundo escenario corresponde a estudiantes que cumplieron parte del recorrido académico: «con ellos mantuvimos la virtualidad en todos los sentidos, transformándola con el esfuerzo de docentes y estudiantes para que resulte lo más efectiva posible». El tercer grupo incluye a «quienes atraviesan la fase de terminalidad de su carrera, que acabaron la cursada y solo les resta aprobar finales». Hasta ahora, «estaban acostumbrados al final presencial» y por eso «resulta importante la adaptación al formato de finales virtuales, garantizando que cuando podamos regresar a cierta normalidad se otorgue prioridad a aquellos exámenes que requieren presencialidad» (laboratorio, trabajo de campo).
Del mismo modo, se plantea el desafío de adaptar «las prácticas de los profesorados», tarea que también «contribuirá a fortalecer la reconversión del sistema, porque a partir de ahora las escuelas y colegios desarrollarán una parte importante de su actividad en forma virtual».
Al culminar este año excepcional, las universidades deberán «hacer una evaluación y trabajar muy fuerte para recuperar alumnos que ingresaron y no pudieron continuar», así como prepararse para «incorporar a los ingresantes del ciclo 2021». En este sentido, los rectores se comprometieron «a aguardar que vayan terminando los últimos años del sistema en cada distrito».
Finalmente, también genera controversia el modo de confirmar fehacientemente la identidad de quienes rinden exámenes a distancia. «Es una problemática que veníamos conversando en la Red de Educación a Distancia (ya cumplió 30 años) y que no sólo afecta a las grandes universidades», dijo Alpa. Las mayores complicaciones aparecen en cátedras masivas, especialmente en los primeros años. «Normalmente se solicita la exposición del documento de identidad ante la cámara», explicó, aunque en busca de un mecanismo más adecuado las universidades están trabajando «con el Renaper, en el diseño de un sistema de identificación por datos biométricos», reveló.
Criterios sanitarios y académicos
El nuevo protocolo está basado tanto en criterios de salubridad e higiene como de organización académica y pedagógica, y resulta «un piso mínimo de requerimientos» para definir criterios específicos, de acuerdo a la particularidad de cada institución.
Para retomar la actividad será obligatorio el uso de tapabocas en aulas, patios y pasillos, y deberá realizarse control de temperatura a todas las personas, previo a su ingreso al edificio. En los acceso y espacios comunes deberán disponerse elementos (alcohol en gel, jabón o detergente) para la higiene de manos, y la cantidad máxima de estudiantes en las aulas estará determinada por la relación entre su superficie y el distanciamiento mínimo y obligatorio, de 1,5 metros.
Si se detectara un caso sospechoso, el grupo de estudiantes y docentes vinculado quedará impedido de asistir a clase hasta que confirmar o descartar la infección.
En cuanto a la fecha de reinicio de clases presenciales, cada rectorado podrá determinar el momento más oportuno, de acuerdo a la situación epidemiológica.
Además, entre los lineamientos generales se incluyen: establecer criterios de implementación de protocolos, según la situación o fase epidemiológica en cada región; generar un plan en conjunto con la comunidad educativa para evaluar posibilidades de implementación; resguardar a los grupos más impactados por la pandemia para disminuir desigualdades; profundizar el vínculo y la comunicación entre sectores de salud, educación, desarrollo social y municipios para resolver problemas territoriales específicos; optimizar la infraestructura sanitaria; y eliminar las actividades masivas presenciales. La Arena