- Por Mariano Fava -
Como venimos expresando en columnas anteriores, en la provincia de La Pampa el productor agropecuario está fuertemente incentivado a plantar cereales de invierno con destino a grano, entiéndase por tal cebada cervecera o trigo pan.
El porqué de esta tendencia es simple y ya hemos hablado largamente al respecto. Haciendo un repaso rápido, mencionaremos la necesidad de cambiar el ciclo a las malezas problemas resistentes a glifosato y captar la rentabilidad razonable que hoy tiene el trigo.
En los modelos de simulación de una planilla de cálculo, cuando el productor agropecuario y el ingeniero agrónomo se sientan a plantear escenarios analizando los márgenes brutos de los diferentes cultivos, advertimos que la alternativa de plantar trigo seguido por un cultivo de maíz de segunda o soja de segunda, contemplando rendimientos que podríamos considerar conservadores, 20/22 quintales por hectárea para trigo de primera, unos 16/18 quintales por hectárea para la oleaginosa de segunda y 35/40 quintales por hectárea para el maíz de segunda, arrojan resultados monetarios brutos difíciles de igualar por cada uno de los cultivos mencionados de manera solitaria, o por alguna otra especie por sí sola, como por ejemplo girasol, aun con los más de 400 dólares por tonelada que se ofrecieron por la oleaginosa para la próxima cosecha.
En un año donde las lluvias acompañan, la estrategia del doble cultivo puede funcionar muy bien. Muchas veces no es necesario disponer de registros pluviométricos récord, sino más bien partir de una buena dotación de humedad almacenada en el suelo al momento de la siembra, y tener la fortuna de que la distribución de las lluvias durante la primavera y el verano sea adecuada.
Esto significa contar con un diciembre húmedo, que permita hacer de manera rápida las labores de siembra, a la vez que la reserva de humedad favorezca el rápido desarrollo del cultivo plantado sobre el rastrojo de trigo o cebada, permitiéndoles prosperar durante el temible mes de enero.
Todo este escenario hipotético planteado, que ajusta perfectamente en "la planilla Excel", se complicaría mucho si al momento de llevarlo a campo la disponibilidad de humedad con la que contamos en diciembre es escasa.
Si hacemos un estudio de los pronósticos que nos proporcionan los especialistas en la materia, parecería ser que estamos en un escenario climático de "Niña débil". O sea, nos encaminamos a un período de tiempo con altas probabilidades de contar con lluvias por debajo de la media histórica. De todos modos con las últimas precipitaciones, al menos para los cereales de invierno, la necesidad de humedad estará cubierta hasta la primera quincena de septiembre inclusive.
Desde lo agronómico, para ayudar a la estrategia de un cultivo de segunda podemos tomar algunas medidas. Por ejemplo, en suelos arenosos con napa subsuperficial, con gran capacidad de explorar los perfiles por parte de los cultivos, podemos inclinarnos por un manejo cultural que favorezca la acumulación de humedad para el cultivo de segunda.
¿De qué manera? Plantando variedades de trigo o cebada ciclo corto, cuyo desarrollo radicular no supera los 1,5 metros de profundidad, "conservando" la humedad del segundo y tercer metro del suelo para el maíz de segunda por ejemplo. En los suelos someros de la planicie con tosca esto no es posible y vamos a depender enteramente de las precipitaciones.
La salida de un otoño húmedo, sumado el buen precio que tiene el trigo disponible y futuro, incentiva tanto la siembra como la fertilización. En lo que respecta al cultivo de segunda, parecería ser que va a haber mayor interés por establecer maíz respecto de soja.
La explicación radica en que el desarrollo de malezas problemas como "yuyo colorado", "lecherón", "rama negra" y clorídeas es más fácil y económico de controlar en maíz que en soja. Del mismo modo las plagas como chinches e isocas están elevando los costos de cuidado del cultivo de la leguminosa a un punto tal que es difícil de soportar para los rindes alcanzados por los lotes de segunda.
Así las cosas, el maíz se está transformando en un negocio más seguro y con mayor previsibilidad en cuanto a costos. Solo hace falta tener la precaución de ajustar el paquete tecnológico y el gasto, es decir, semilla y fertilizante, a la realidad del potencial productivo de nuestro agroecosistema.
En resumen, estamos ante un año en que el productor pampeano tiene una coyuntura favorable, tanto climática como de mercado, para plantar trigo. La dificultad estará en asignar el área de la manera más correcta posible, buscando posiciones defensivas, de un solo cultivo por año, o de lo contrario optar por una estrategia ofensiva, optando de lleno por la rotación trigo/cultivo de segunda.
La tercera vía sería una situación intermedia entre ambas estrategias antes planteadas, en la cual se destinen los lotes de mayor capacidad de almacenaje de humedad hacia un solo cultivo, asegurando una base interesante de producción, a la vez que se emplean los lotes de baja capacidad de almacenaje al doble cultivo, ya que de todas maneras estos van a depender casi totalmente de lo que llueva oportunamente.
Mariano Fava
Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP
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