DEDICÓ 36 AÑOS DE SU VIDA A LA MUNICIPALIDAD. HOY SE ENCUENTRA JUBILADO Y MUY PRONTO SERÁ ABUELO
El vecino winifredense Raúl Calvo, accedió a su jubilación el pasado 1 de enero tras dedicarle 36 años de su vida a la Municipalidad. Fue un empleado que tuvo una extensa carrera administrativa demostrando dos requisitos fundamentales para ejercer el trabajo público: idoneidad y capacidad. Su último día de trabajo fue el 31 de diciembre de 2019.
Haciendo una retrospectiva, recordó que su ingreso al municipio se produjo en dos etapas. La primera duró un lustro: desde septiembre de 1972 -cuando tenía 18 años- hasta septiembre de 1977. Un mes después se fue a trabajar como administrativo a la Cooperativa Agropecuaria -actual Asociación de Cooperativas Argentinas- donde estuvo diez años. En enero de 1988 se reincorporó a la comuna donde prestó servicios como personal de planta permanente hasta el día de su retiro.
Se desempeñó bajo las intendencias-algunas de facto y la mayoría en democracia- de Bienvenido Fernández, Rodolfo Jacobi, Hipólito Gareis, Néstor Cases, Graciela Gobbi, Clemente Salvetti y Rubén Priotti. Los ex mandatarios locales Cases y Salvetti fallecieron en funciones. Fue testigo del ascenso de las mujeres al Poder Ejecutivo Municipal hasta nuestros días. Estuvo bajo las órdenes de Adriana García, Berta Herlein, Marta Berg y nuevamente Adriana García, actual jefa comunal. “Mi carrera administrativa fue completa porque pude hacer de todo”, resumió y enseguida se refirió a sus inicios en la década del setenta junto a unos pocos empleados. “Empecé haciendo guías de hacienda, atendía al público, otorgaba el carné de conductor, cobraba los servicios municipales, entre otras tareas”, detalló.
Era la época de las máquinas de escribir Remington y de la documentación manual. “Incluso hacíamos las sumas matemáticas mentalmente, estábamos acostumbrados a eso porque en la escuela nos habían enseñado muy bien”, agregó.
Con el paso de los años, muchos pobladores al momento de abonar el servicio de conservación de cementerio pedían ser atendidos por Calvo para saber cuánto adeudaban. El empleado aparecía con un cuaderno inmenso de tapa dura y hojas largas en las que están anotadas en forma manuscrita más de 3.000 personas fallecidas con sus correspondientes fechas de deceso y si permanecen en nicho, tumba o panteón. Una reliquia que aún se utiliza. “La gente pedía que yo la atendiera porque conocía todo el movimiento del cementerio. Y así fue que esa tarea me la delegaron a mí”, acotó.
Con la modernidad debió acostumbrarse a la tecnología. “Cuando Adriana asume la intendencia lo lleva como secretario tesorero a Javier Gómez. Ambos incorporaron el uso de la informática”, contó. “Debo reconocer que me costó bastante” aceptó y contó una anécdota: “Seguía usando la Remington. Una mañana llego a mi oficina y la máquina había desaparecido. El tesorero me dijo ´a partir de hoy usas la computadora´ y me tuve que acostumbrar”.
Aseguró que cumplió a “rajatabla” con la puntualidad laboral. “Llegaba un rato antes y a la gente nunca la hacía esperar demasiado tiempo. El consejo que les di a los nuevos empleados fue que atiendan a los vecinos de la mejor manera posible y traten de resolverles los pequeños problemas que pueden surgir con rentas provinciales, con el impuesto inmobiliario o patentes”, sostuvo. Sus compañeros le brindaron una cálida despedida. Con la satisfacción del deber cumplido, Calvo, con 65 años, descansa en la tranquilidad de su hogar lejos de los papeles y los horarios. “Me venía preparando para esta nueva etapa de mi vida. Con mi señora ya decidimos viajar todo lo que podamos y conocer otros lugares, de hecho ya lo veníamos haciendo. Además, pronto seremos abuelos, eso nos hará muy felices y nos mantendrá ocupados”, finalizó.