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Carlos Kisner 200

La barrera que vuelve a dividir...

  • Foto del escritor: Ñamku Pewma
    Ñamku Pewma
  • 22 mar
  • 3 Min. de lectura

Lo que prometía ser un día histórico para La Pampa terminó en un nuevo capítulo de desencanto. El Gobierno nacional, a través del SENASA, había anunciado la flexibilización de la barrera sanitaria patagónica, permitiendo el ingreso de carne con hueso desde zonas libres de fiebre aftosa con vacunación, como es el caso de La Pampa, hacia la Patagonia, reconocida como zona libre sin vacunación.


Este avance representaba el fin de una histórica "aduana interior", largamente criticada por la provincia pampeana, que veía en esa traba una injusticia comercial más que una medida sanitaria. El gobernador Sergio Ziliotto no tardó en calificar la noticia como un "final feliz a un reclamo permanente", destacando los años de insistencia por parte de los distintos gobiernos pampeanos ante todas las gestiones nacionales.


Sin embargo, la celebración duró poco...


Presión patagónica y marcha atrás en 24 horas

La reacción de los gobernadores de la Patagonia Sur no se hizo esperar. Desde Río Negro y Neuquén, encabezados por Alberto Weretilneck y Rolando Figueroa respectivamente, se iniciaron conversaciones urgentes con funcionarios nacionales, logrando que el Gobierno de Javier Milei postergue la implementación de la medida por 90 días. En ese período, se conformará una mesa de trabajo con representantes de las provincias involucradas, productores y actores del sector cárnico.


La presión patagónica coincidió con la antesala de la votación del DNU impulsado por el Ejecutivo nacional que habilita nuevo endeudamiento con el FMI. Para algunos observadores políticos, la decisión de Milei de suspender la medida también se interpretó como un gesto hacia los gobernadores del sur, clave para la aprobación del decreto.


“No solo es más barata, también es de mejor calidad”

En reuniones reservadas y encuentros institucionales como el Parlamento Patagónico, se evidenció el rechazo de los sectores ganaderos rionegrinos y neuquinos a la apertura del paso para la carne con hueso pampeana. "El día que La Pampa aumente sus exportaciones de pulpas, todo el costillar tiene que ir a algún lado, y lo quieren meter acá", sostenían algunos productores. Otros argumentaban que permitir el ingreso de carne con hueso implicaría "una baja de precios para el productor local, pero no para el consumidor".


Estas posiciones reflejan el temor a una competencia desigual y a la pérdida del estatus sanitario diferencial que tanto costó conseguir y que abre mercados internacionales claves para la región patagónica.


Una lucha que no cesa

La Pampa, por su parte, insiste en que la barrera sanitaria se ha transformado en una barrera comercial, innecesaria desde el punto de vista epidemiológico, ya que no hay brotes de aftosa en el país desde hace 18 años. Además, la reciente resolución del SENASA –ahora suspendida– argumentaba que el riesgo sanitario era "insignificante".


En las discusiones del Parlamento Patagónico, voces como las de los diputados Espartaco Marín, Francisco Torroba y Lucrecia Barruti defendieron la postura pampeana. La exdiputada Barruti fue contundente: "Somos una provincia chica en densidad poblacional, pero tenemos grandeza de espíritu porque luchamos por lo que creemos justo."


Incluso el exministro de la Producción, Ricardo Moralejo, sumó argumentos técnicos y productivos en su momento para respaldar la eliminación de la barrera.


¿Y ahora qué?

En estos 90 días, se abrirá una mesa de debate en la que se jugarán intereses sanitarios, comerciales y políticos. Todo indica que el camino para la apertura definitiva de la barrera será escarpado. La participación de productores y comerciantes patagónicos, firmes opositores a la medida, será determinante.


Mientras tanto, desde algunos sectores se relativizó la interpretación de la marcha atrás como un acto político "en contra de La Pampa". Caico Montoya, exfuncionario del SENASA durante el macrismo, sostuvo que "la gente tiene que entender que esa barrera no es un capricho, sino un convenio de negocios entre Argentina y Europa, donde la fiebre aftosa es una variable muy sensible en términos sanitarios y arancelarios".


Conclusión

La historia de la barrera sanitaria sobre el Río Colorado está lejos de resolverse. La Pampa, que por un día soñó con igualdad de condiciones para sus productores cárnicos, vuelve a enfrentar la resistencia del sur patagónico, mientras se prepara para defender con firmeza un reclamo que lleva más de una década.


El próximo capítulo se jugará en una mesa de diálogo nacional, pero también en el campo de las convicciones y los intereses económicos regionales.

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