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Kallfücura: El debate que asoma detrás de la repatriación de los restos

Los reclamos por la restitución del cráneo del Toki Kallfücura, al igual que sucedió con Mariano Rosas (Leuvucó, La Pampa) e Inacayal (Teka, Chubut) descorren el velo sobre episodios de una historia nacional que urge revisar y nos enfrentan a un dilema moral en torno el destino y tratamiento que merecen los restos humanos.


Para quienes todavía consideran los despojos de jefes y guerreros originarios como huellas de una protohistoria argentina, recordaremos que Kallfücura murió en 1873, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, en plena era republicana. Su padre había luchado junto al General San Martín en Chile y él comandó durante casi 40 años la poderosa Confederación Araucana. Ambos protagonizaron capítulos importantes de la historia regional, nacional y continental.


Como resultado de numerosos reclamos presentados en los últimos 20 años, comunidades originarias de al menos tres provincias (Buenos Aires, La Pampa y Neuquén) pretendían que el 3 de junio de 2020, en el 146º aniversario de su muerte, la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata pudiera restituir el cráneo de Kallfücura a sus descendientes. Si bien la pandemia de coronavirus postergó acciones y decisiones, la falta de un acuerdo entre las comunidades en torno al destino final de los restos, no permite confirmar una nueva fecha.



Dilema moral.


Argentina no está excluida de una historia latinoamericana jalonada de dictaduras y genocidios sucesivos. Peor aún, en una muestra patética de evolución los sectores dominantes perfeccionaron sus métodos de tortura, muerte y desaparición. La más reciente de esas dictaduras dejó a decenas de miles de familias sumidas en el padecimiento de no poder enterrar ni llorar a sus familiares desaparecidos.


Del horror producido por los campos de concentración y las fosas comunes surgió el prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense, decidido a identificar esqueletos desenterrados. Sus prestigiosos dispositivos de identificación genética no son producto del desarrollo científico sino de la necesidad de descubrir la identidad a huesos anónimos, para restituirlos a sus familiares. Gracias a esta tarea, muchas familias pudieron despedir a sus seres queridos y tienen una tumba donde visitarlos.


Y queda claro que eso no representa reconciliación, ni olvido, ni perdón, ni justicia; aún falta un largo camino en esa dirección. Pero, al menos, permite cerrar heridas íntimas, ofrecer un gesto mínimo de respeto por el derecho elemental de cualquier ser humano a una digna sepultura.


¿Por qué motivos esta visión sobre derechos humanos elementales sigue excluyendo a los huesos indios insepultos, peor aún exhumados durante profanaciones vergonzantes? ¿Por qué, en pleno Siglo XXI seguimos negando a sus descendientes la posibilidad de recuperar, enterrar y honrar los restos de sus ancestros?


Con el agravante además de que en ambos casos, desaparecidos por dictaduras del Siglo XX o barridos por gobiernos del Siglo XIX, muchos huesos corresponden a víctimas de genocidio.



Hasta hay una ley.


Producto de reclamos cada vez más impacientes de comunidades originarias, a finales del año 2001 se aprobó la Ley 25.517, que dispone una mecanismo de restitución, aunque sólo a las familias que lo soliciten expresamente. Textualmente: «Los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen».


El gobierno nacional demoró casi una década, hasta mayo de 2010, para reglamentar esta ley mediante el Decreto 701/10.


En su artículo 4º, la norma invita a las provincias a adherir a sus términos. De todas maneras, ya fuera por falta de esta adhesión o por otros motivos, las restituciones de Inacayal (2014) y Panguitruz (Mariano Rosas) requirieron la aprobación en el Congreso Nacional de iniciativas particulares (leyes nacionales 23940 y 25276, respectivamente).


El año pasado, las autoridades del museo calcularon en que hay «unas diez mil piezas óseos» depositadas en el museo platense, pero se ignora cuántas forman parte de «colecciones particulares». Ahora, un nuevo reclamo de restitución, enfocado en una figura emblemática como el gran cacique Kallfücura, podría ofrecer un nuevo punto de partida para el proceso de restitución de restos a las comunidades originarias y encarar una completa revisión histórica sobre el genocidio de las etnias americanas.



«Parte de nuestra identidad».


La Comisión Kallfücura se conformó «para ayudar a las comunidades de pueblos originarios, en este caso mapuches, que están hablando de la restitución. Y serán ellos quienes determinarán» el sitio de descanso definitivo para el mítico cacique. Miguel García, uno de los referentes de la comisión, explicó que «no podemos decidir nosotros que el cráneo tiene que venir a Chilihué, por ejemplo. Eso es algo que deben determinar las siete comunidades que están trabajando en esto».


En diálogo con Radio Noticias, comentó que «en Santa Rosa está involucrada en esto la comunidad local Newen Lelfün Mapu, cuyo lonco es Alejandro Nawel». Las restantes reclamantes corresponden «a las provincias de Neuquén y Buenos Aires». Según García, una de las mayores preocupaciones de los pueblos originarios es «que se tome la tumba de Kallfücura como un destino para visitantes turísticos» y advirtió que la restitución y posterior enterramiento «están relacionadas con la identidad y religión de estos pueblos».


Por eso, «como artistas e investigadores interesados en la cuestión, lo que podemos hacer es promover la difusión de la historia de Kallfücura, que se estudie sobre él en las escuelas aunque en este momento sea en forma virtual, y que la población también participe». Opinó que la figura emblemática del cacique araucano «seguramente reunirá un apoyo masivo, porque forma parte de nuestra identidad y está asimilado» a la cultura pampeana.


Desde esa perspectiva «resulta un proceso interesante, al que todos pueden integrarse porque la participación es abierta», comentó García. Consultado sobre una fecha probable para la restitución, reveló que «las autoridades del Inai y del Museo de La Plata proponen junio del año que viene, pero es algo que todavía debe confirmarse».


Originalmente se había acordado el 3 de junio de 2020, en coincidencia con el 147º aniversario del fallecimiento de Kallfücura, pero la pandemia postergó la actividad. Fuente La Arena


 

En ésta nota hablamos de: #LaPampa #Cultura #Calfucurá

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