Una de las personas grandes que siempre llevan con orgullo su pueblo natal
Para nosotros es Dani Martinez, el chico que jugaba a la pelota en la calle y que se fue a probar suerte al fútbol grande... y que el día de hoy nos llena de orgullo.
Todos sabemos bien, que en realidad, nunca se fue del todo, siempre siguió siendo un winifredense más, amigo de todos.
¡¡¡ Daniel Feliz Cumple !!!, desde Winifreda te enviamos un abrazo a la distancia
Daniel Martinez en una de las jóvenes formaciones del Deportivo Winifreda
Nota de diario Clarín 22/11-2201
EL PERSONAJE: DANIEL MARTINEZ, MEDICO
Sueño cumplido
Jugó en Argentinos y se ilusionaba con la Selección. Su carrera se frustró por una lesión mientras estudiaba medicina. Se recibió y ahora es parte del cuerpo médico del seleccionado.
Winifreda es un pueblo pequeño cuyo rasgo casi inevitable es la mansedumbre de sus calles, de su gente, de su aspecto. Ubicado en La Pampa y casi sin apariciones en los mapas convencionales, tiene un territorio que se puede recorrer en menos de 20 minutos. Winifreda, en definitiva, son 9 por 6 cuadras habitadas por 3.000 personas. Allí, en una cancha, la del Deportivo, que es imagen y semejanza del pueblo que le dio origen se alimentan sueños de fútbol. Alguna vez, casi todos los días en los tiempos de la adolescencia, Daniel Martínez hacía convivir dos de sus pasiones: el culto a la amistad, compartido con El Peti Ojeda, Marcelo Moroni y Claudio García, y la devoción por la número cinco. En esa cancha raleada, donde caerse era sinónimo de raspadura, de ardor inmediato, el hijo de María Magdalena y Armando Ramón confiaba en su chapa de goleador para llegar a Primera, allá en esa Buenos Aires que lo había visto nacer y de la que se había despedido a los dos años para anclar en su manso pueblito. Por esos días, lo llamaron de Belgrano de Santa Rosa. Y después, pronto, llegó el tiempo de apostar en la Capital. Con un doble desafío: cumplir el anhelo propio y el de su mamá. Jugar al fútbol y estudiar medicina. Y cumplió: llegó a jugar en la Primera de Argentinos (integró el plantel campeón de la Copa Libertadores del 85; tenía el número 24) y se recibió de médico en 1993. Pero le ocurrió algo curioso: cuando jugaba al fútbol tenía esa pretensión tan argentina de llegar a la Selección. Y un día llegó al equipo nacional. Pero como médico. Ahora trabaja junto a Donato Villani en el cuerpo médico de los seleccionados nacionales. Fue el médico principal en el Mundial Sub 20 de este año, que ganó Argentina. También estuvo en el Sub 17 de Trinidad y Tobago.
Cuando llegó a Buenos Aires se probó en Argentinos y quedó en la quinta división en la que José Pekerman era el técnico y Gerardo Salorio el preparador físico. Azares del destino: ellos fueron los que después lo convocaron para la Selección. En 1985, jugó el casi mítico Proyección 86 y José Yudica lo incluyó en la lista de buena fe para la Libertadores, esa en la que estaban Claudio Borghi, Pepe Castro, Jorge Olguín y Sergio Batista, entre otros. Al año siguiente, quedó definitivamente con el plantel profesional, ya con Roberto Saporiti. A esa altura, en 1985, ya había terminado el ciclo básico para ingresar a la Facultad de Medicina de la UBA. Al año siguiente, participó del inolvidable 0-0 de Argentinos y River, por el desempate de la ronda semifinal de la Libertadores 86. "Los hinchas de Argentinos siempre se acuerdan de eso. Y me dicen: ''¿Vos sos el que se perdió el gol sobre la hora, mano a mano con Pumpido?''. Y lamentablemente siempre les tengo que decir que sí", cuenta. Y ese no fue un buen año para Martínez ("Un nueve que sabía tirarse atrás, bastante hábil, buen jugador", sostienen los mismos que le cuestionan aquella jugada): quedó libre por faltas en la facultad y el 12 de octubre, en un partido por el torneo local frente a Platense, en Ferro, se rompió el ligamento interno de la rodilla izquierda.
—Fue el principio del fin.
—Y el principio del principio.
Claro, la lesión le dio impulso a su carrera de médico. "Me operaron en el 87, de nuevo en el 88. Pero en aquel tiempo las lesiones de ese tipo eran otra cosa. Por ejemplo, recién se empezaba con la artroscopía", explica este hombre cordial nacido el 1° de mayo de 1967. En el 89, salió campeón con la reserva, otra vez con Pekerman de técnico. Pero al año siguiente, Argentinos lo dejó libre. "Ya no podía jugar", dice. Estaba en tercer año de medicina. Y en tres años más se recibió y comenzó a especializarse en Medicina del Deporte y en Ortopedia y Traumatología. "Siempre quise estar vinculado al deporte", señala.
Por eso, cuando en diciembre del 95, Villani lo llamó para ofrecerle un lugar en el cuerpo médico de los seleccionados lo abrazó la misma sensación que a ese jugador que lo citan para practicar con los profesionales por primera vez. "Jamás podría haber dicho que no". Martínez ya había trabajado en San Fernando y en GEBA con planteles de rugby y en Almirante Brown, cuando Osvaldo Piazza era el entrenador. Los patrocinadores de su arribo habían sido Pekerman y Salorio. "Con ellos siempre tuve una buena relación. Desde los tiempos de Argentinos. Entonces, ellos fueron fundamentales para que me pudiera adaptar a la ciudad".
—Y te diste el gusto de llegar a la Selección... No es poco.
Martínez se parece al pueblo que lo vio crecer: es agradable, respetuoso, pausado para hablar, sencillo. Y tiene una virtud: hacer convivir varias pasiones al mismo tiempo. Ahora es el turno de la medicina y del deporte. Agrega:
—Lo que no pude como jugador lo hice como médico. Y no me puedo quejar.