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Foto del escritorNorberto G. Asquini

El 2021 político: Los peros, el tropezón y la gran ola

En política, el 2021 fue un año atípico para La Pampa: sobrevino en la elección legislativa una tormenta perfecta, como la calificaron desde el oficialismo, que le pegó de lleno al imbatible peronismo provincial. Es cierto, fue una votación intermedia que en los hechos no cambia nada sobre el territorio y en el escenario del poder real, pero encendió las alertas de cara a 2023 cuando se jueguen los cargos.

- Por Norberto G. Asquini -



Semestre pandémico

El 2021, como todo año signado por la pandemia covid-19, fue complejo y extraño de punta a punta. Podemos dividirlo en dos: en el primer semestre, los debates y discusiones en torno a la nueva normalidad que llegaba al país y a La Pampa; en el segundo semestre, a partir de la decisión de Carlos Verna de no ser candidato, fue todo electoral.


Vamos al primer semestre. Fue el de la “guerra de las vacunas”. La discusión por la apertura de la nueva normalidad. La vuelta a clases. La segunda ola de contagios que sacudió a todos los gobiernos. La campaña de vacunación. También la crisis económica y sus secuelas. Fue una extensión de lo sucedido en el terrible 2020, pero ahora más distendido y con el malestar de una población cansada de las restricciones. Y con señales raras: los locos sueltos que irrumpían en la conferencia de prensa del gobernador o simulaban poner una bomba en Casa de Gobierno.


En lo político teníamos un gobierno provincial que marcaba el rumbo y que había sobrellevado la gestión de la pandemia con creces. Hasta funcionarios nacionales de gira en la provincia afirmaban que “La Pampa es un ejemplo”. El gobernador Sergio Ziliotto asumía la presidencia del PJ y la unidad era la norma al interior del oficialismo. Todos y todas estaban dentro. La oposición continuaba dividida, y por demás dividida. No solamente entre UCR y PRO, sino hacia adentro de cada sector. Peeero, dijimos que 2021 fue un año atípico.



Verna no va, ¿y ahora?

Vamos a la fecha que inició todo el calendario electoral. No fue una resolución de la Cámara Nacional Electoral. Fue el día que Verna levantó el teléfono, se comunicó con un programa radial de General Pico y anunció la decisión que todos esperaban. Pero que no fue la que muchos querían. El 3 de julio toda la provincia, o por lo menos los que están en el círculo rojo, escucharon de su boca que no iba a ser el candidato a senador. Y ahí cambió todo el mapa electoral.


Su figura, central en la política provincial, ordenaba la lista del PJ. Desde ese momento la boleta fue otra. Ziliotto se tuvo que poner al frente de la campaña, casi plebiscitando su figura, y comenzó a agrietarse la relación entre el mandatario y Verna.


La lista del Frente de Todos que se presentó dio cuenta de la nueva configuración del peronismo nacida en 2019. Encabezada para el Senado por un plural, el ministro de Gobierno Daniel Bensusán, y en segundo lugar la referente de Cristina Fernández y el kirchnerismo, María Luz Alonso. Para diputados primera estuvo Varinia Marín del marinismo y segundo Ariel Rauschenberger de Compromiso Peronista. Se ratificaba la alianza estratégica entre el gobernador y el sector K, y la inclusión de las otras dos líneas. Una lista con todos y todas adentro. Peeero…



Los que patearon el tablero

En la oposición pareció repetirse la fórmula de un frente por conveniencia entre la UCR y el PRO, más sus aliados. La sorpresa fue el renunciamiento de Juan Carlos Marino a ser candidato a senador después de 18 años en el cargo, lo que abrió el panorama para la competencia para el cargo dentro del radicalismo. La división anunciaba una nueva frustración: listas radicales por su lado y listas del PRO por el otro. En la UCR, celestes, azules y Marino hicieron una boleta competitiva, dejando afuera a Daniel Kroneberger, y disputándole los cargos al PRO que tenía a Martín Maquieyra como su principal figura. Peeero…


Es fácil analizarlo en retrospectiva, pero en el día a día fue todo sorpresa. Una realidad que arrasó con lo dado hasta ese momento. Primero en la oposición hubo una alianza entre Kroneberger y Maquieyra que descolocó a las otras cuatro listas (dos radicales y dos del PRO). Después empujó el contexto de una sociedad molesta con el gobierno nacional por la crisis económica y por una serie de errores propios como la fiesta del presidente en Olivos en plena pandemia. En La Pampa, se agitaba desde la oposición un discurso anti kirchnerista que acicateaba al votante embroncado.


El 12 de septiembre una ola amarilla se derramó en la geografía política nacional y La Pampa no quedó exenta. Las listas de Juntos por el Cambio sumaron más que la del Frente de Todos. Y en la oposición ganó la alianza del consenso que llevaba al radical Kroneberger a senador y al larretista Maquieyra a diputado.


Nota aparte. Un dirigente radical molesto mandó un mensaje al autor por Whatsapp: “¿Por qué ola amarilla si encabeza un radical y somos más?”. Porque la estrategia y la comunicación fueron del PRO, y porque los medios concentrados instalaron ese color porque los candidatos de las principales jurisdicciones fueron del PRO.



El tropezón y los envalentonados

Mientras a nivel nacional comenzó la discusión por un cambio de rumbo en la gestión presidencial entre Alberto Fernández y CFK, que llevó a cambios en el gabinete, en La Pampa se sacaba cuentas si el peronismo, como había ocurrido en 2017, podía dar vuelta la elección. Peeero…


Los medios empezaron a difundir que la relación entre Ziliotto y Verna no pasaba por el mejor momento. Ziliotto, se había puesto a la cabeza de la campaña mientras Verna decidió hacer silencio y no participar. En medio, la intendenta de General Pico, Fernanda Alonso, abandonó la conducción de las tareas proselitistas a días de la votación y se acusó a vernistas de “hacer la plancha”. El 14 de noviembre, el peronismo pampeano no pudo evitar la ola nacional a pesar de querer provincializar la campaña y fue derrotado en una legislativa nacional después de 36 años. Un tropezón para el peronismo.


Juntos por el Cambio festejó ese domingo. La victoria marcó el camino político hacia 2023: los sectores del consenso de la coalición opositora, con Maquieyra y Kroneberger a la cabeza, ganaron terreno, y perdieron aquellos que prefieren marcar las diferencias. La oposición, como ocurrió a nivel nacional, se envalentonó con el resultado. En las últimas semanas del año hubo gestos de unidad y también una estrategia de ir al choque contra las gestiones del PJ. Sus diputados no votaron leyes enviadas por Ziliotto a la legislatura y hasta casi dejaron sin Presupuesto a la provincia, como ocurrió a nivel nacional. La puesta en marcha de la mesa provincial de JxC es otra señal de que están tomando en serio el 2023.



Discusiones pensando en 2023

La campaña hizo crujir al frente interno de la mayoritaria línea Plural. Las diferencias entre Ziliotto, el que gobierna, y Verna, el que conduce ese sector, dieron cuenta de la distancia que hay entre el grado de autonomía política que pretende la gestión del primero y de la influencia en las decisiones y el rumbo del gobierno que procura el segundo. Ziliotto mantuvo el rumbo de su gobierno y los únicos cambios que se produjeron en su gabinete fueron obligados por quienes tenían que irse como Bensusán al Senado. En esos lugares asumieron dirigentes cercanos al mandatario. El mensaje fue claro: se perdió por el contexto nacional, las encuestas siguen marcando la buena imagen del mandatario.


La discusión interna en la Línea Plural no es la única latente en el PJ, pero si la que sacude más la estructura porque están involucrados los dos dirigentes centrales de la política provincial. Por poner algunos ejemplos, en Santa Rosa hay diferencias de criterios entre el intendente Luciano Di Nápoli y Luz Alonso, aunque mantengan una misma línea; en General Pico entre la intendenta Alonso y otros sectores del vernismo; en el marinismo, que comenzó a disputar con el kirchnerismo lugares para 2023, también hay diferencias entre los Marín y el vicegobernador. Todo está en discusión, lo que no significa que dirigentes o espacios hayan perdido poder o legitimidad.


El 2021, dijimos, fue atípico y el año que comienza no parece que vaya a ser muy diferente. La pandemia no deja de amenazar con sus cepas y la crisis económica sigue golpeando. Igualmente, todos los sectores tienen que empezar a hacer cuentas pronto pensando en 2023, cuando se disputen los cargos. Otro año movido parece asomarse en la política provincial.


- Por Norberto G. Asquini -

Periodista de La Pampa, comunicación institucional y política, columnista político

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