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Agricultura: La producción de avena creció un 90%

- Por Juan José Reyes -

A pesar de los vaivenes climáticos que atravesó el territorio provincial durante la presente campaña, uno de los principales verdeos de invierno, como lo es la avena, llegó al 8,3% del global del país, que trepó a 506.718 toneladas.


La Pampa, con 41.890 toneladas producidas en 33.200 hectáreas cosechadas (se sembraron 177.400) tuvo un rendimiento de 1.262 kilos por hectárea. Es un verdeo que sufre los cambios climáticos y enfermedades como la Roya de la Hoja. Las zonas de mayor producción se dieron en los departamentos Capital con 7.560 toneladas, seguida de Guatraché con 6.720; Toay y Atreucó con 3.960 cada uno: Hucal 3.700; Chapaleufú 3.240; Rancul 2.720; Trenel 2.240; Quemú Quemú 1.920; Conhelo 1.440 y Utracán 1.430 toneladas.


Si bien en La Pampa la fertilización es una herramienta imprescindible para aprovechar el potencial productivo de los verdeos, el éxito es consecuencia de un manejo agronómico integral. Allí intervienen otros factores además de los nutricionales (labranzas y selección de especies) que deben ajustarse para alcanzar altas disponibilidades forrajeras. El período invernal a punto de iniciarse, es una limitante de los sistemas ganaderos basados en recursos pastoriles. La utilización de gramíneas en esta época permite solucionar el problema, sin embargo, para producir en cantidad y calidad el manejo debe ser eficiente, pues la fertilización es una herramienta clave. Cuando llueve, la fertilización de los verdeos invernales para alcanzar alta productividad es una rutina para el productor, pero se complica cuando el ciclo húmedo tarda. La siembra se da desde principios de febrero hasta fines de marzo, en cambio en otras regiones, por disponibilidad de forraje suficiente y por el sistema adoptado, la fecha tiende a retrasarse.



Excelencia forrajera.

Entre los cultivos forrajeros con mejores posibilidades para adecuarse a los cambios climáticos de la zona se encuentran los cereales de invierno, siendo la avena y el centeno (La Pampa es la segunda productora del país) las especies de mayor importancia teniendo en cuenta el panorama varietal y difusión que presentan. Según el INTA, el cultivo de avena ha experimentado una continua declinación en tanto que la producción, si bien manifestó una tendencia similar, resultó de menor magnitud, pues creció el consumo humano producto de un cambio en los hábitos de alimentación, relacionado con la incorporación a las dietas de más fibras y menos calorías.


En La Pampa, en la década de los 80 se alcanzaron valores de áreas sembradas y cosechadas altas. Tal comportamiento obedeció a que la avena es un cultivo fácil de producir y almacenar, pero el hecho de ser considerado como una excelente alternativa dada su plasticidad y su multiplicidad de usos, su crecimiento se detuvo. Para quien produce ganado, su principal destino es la utilización como verdeo invernal. La gente de campo prefiere las avenas sobre el resto de otros verdeos ya que cuentan con cultivares más tolerantes a heladas y enfermedades, además de poder sembrarlas a fines de verano y más tardíamente a fines de invierno, en este último caso con posibilidades de cosecha granífera, para consumo animal o destinándose para la elaboración de heno en rollos y fardos. Según la fecha de la siembra, se pueden catalogar como tempranas, intermedias o tardías. Cada productor lo hará acuerdo a la necesidad de forraje que le fija el sistema productivo adoptado.


En pasadas siembras, la provincia obtuvo producciones de hasta 226.400 toneladas (2004/05); 215.230 (2001/02) y 200.100 en la siembra 2000/01 con rendimientos de hasta 1.971 kg/ha. La campaña 2019/20 fue muy baja alcanzando apenas las 22.110 toneladas, por lo que las actuales 41.890 representaron un crecimiento del 90 por ciento con respecto a la cosecha anterior.



Clima y producción granífera.

Es considerada una planta de estación fría, localizándose las mayores áreas productivas en los climas templados más fríos (zona centro sur de La Pampa), aunque posee una resistencia al frío menor que la cebada y el trigo. Es una planta muy sensible a las altas temperaturas, sobre todo durante la floración y la formación del grano. Además es exigente al agua por tener un coeficiente de transpiración alto, aunque le perjudican los excesos de humedad. Las necesidades hídricas de la avena son altas como todos los cereales de invierno, por ello se adapta mejor a los climas frescos y húmedos. Así, la avena exige primaveras muy abundantes de agua (como lo fue la pasada), y cuando estas condiciones climatológicas se dan, se obtienen buenas producciones. Es sensible a la seca en la formación del grano. Es una planta rústica, poco exigente en suelo, pues se adapta a terrenos muy diversos. Prefiere los profundos y arcillo-arenosos, ricos en cal y que logren retener humedad, pero sin que quede el agua estancada. Es frecuente que la avena sea un cultivo poco cuidado, tanto en labores preparatorias como en abonado. Sin embargo, si se abonara y preparara el terreno con más esmero, la avena sería capaz de producciones elevadas, sobre todo cuando hay humedad. La cantidad de semilla empleada es variable y va desde una dosis corriente de 100 a 150 kg/ha. La densidad de siembra óptima en invierno es de 250 plantas/ha. En primavera la densidad es de 300-350 plantas/m2. El segundo destino de la avena es la producción de granos. En parte son conservados en los establecimientos agropecuarios para su posterior uso como simiente. Para el INTA, «si se considera una densidad de siembra de 100 kg/ha, y se parte del supuesto de que toda la semilla fiscalizada se comercializa en la campaña, se llega al siguiente resultado: como promedio de las últimas 10 campañas de solo el 3,8% de la superficie implantada con avena habría sido sembrada con semilla fiscalizada». Un dato preocupante, porque el valor tecnológico de una semilla está en la información genética que porta que permite obtener cultivos de rendimientos crecientes y diversas resistencias. El resto de la semilla que se recolecta es utilizada como forraje para consumo animal. Se estima que el volumen de granos destinados a tal fin supera holgadamente los tonelajes reservados por el productor para ser utilizados como simiente. Otra práctica es la compra o canje de semilla y/o grano entre productores. Se la usa con destino industrial para consumo humano. De su molienda se obtiene avena arrollada, harina y salvado de avena.

Juan José Reyes



 


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