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Carlos Kisner 200
Foto del escritorLa Pampa

Agricultura: Pensando en la siembra de segunda


Lentamente va finalizando la “cosecha fina” en la provincia de La Pampa. Como balance, podríamos decir que los trigos y cebadas tuvieron una mediocre performance. Lamentablemente la falta de precipitaciones, sobre todo en la primavera, afectó la capacidad de producción de los cereales de invierno. Es que desde marzo a inicios de noviembre precipitaron en casi todo el territorio provincial escasos 150 milímetros. En lo que va del año apenas superamos los 500 milímetros y la mitad de eso se registró durante el mes de enero pasado. Resulta fácil advertir que tan escaso milimetraje, tan mal distribuido durante el año, hizo mella en los cultivos establecidos.

Tratando de ver el vaso medio lleno podemos decir que la cosecha se adelantó casi dos semanas respecto de la anterior campaña. Esto permitirá una mayor ventana de siembra de cultivos de segunda, con más capacidad teórica de producción como resultado de un establecimiento temprano, en tanto y cuando las precipitaciones permitan llevar adelante las labores de siembra. Por ahora la humedad continúa siendo escasa.

Para sembrar un cultivo de segunda con cierto grado de probabilidad de éxito se debe contar, al menos, con 40 a 50 centímetros de humedad en el suelo, es decir unos 80 milímetros de reserva, de manera que no solo logremos la germinación de la semilla y el establecimiento de la sementera, sino el desarrollo inicial de la misma para luego sí esperar más lluvias.

Siempre que se inicia una siembra de segunda la duda casi instintiva e inmediata que surge es hasta dónde “estirar la ventana de siembra”. Sabemos cuándo da inicio, pero ¿cuándo cerrarla?, ¿cuando se termine la humedad? o ¿hasta qué fecha? Por otra parte, surge la pregunta: ¿qué hacer con la superficie de campo que nos quede sin sembrar por problemas de tiempo? A todos estos interrogantes nos enfrentaremos, por lo tanto seguidamente trataremos de analizarlos y buscar algún criterio que nos permita acertar en el proceso de toma de decisión.

Respecto hasta cuándo sembrar soja y maíz, ello depende de qué ciclos de madurez el productor utilice, de qué grado de riesgo quiera asumir con respecto a una helada temprana de otoño, y también de la zona de la provincia donde se encuentre, pues al oeste las heladas en general llegan antes. En el caso del maíz algunos se arriesgan un poco más, pues si lo daña una helada, será destinado al pastoreo directo de los animales. Considerando lo que se ha elevado el precio del maíz con respecto al kilo de la hacienda en pie, contar aunque sea con un grano dañado por la helada en la misma explotación en que va a ser consumido resulta muy útil para el empresario ganadero pampeano.

Ahora bien, convengamos que la pequeña ventana de siembra que tendremos cierra a fin de año, ¿qué hacer entonces si queda área sin emplear? Las opciones son tres:

1. Hacer barbecho para pasturas, verdeos o incluso trigo una vez que llueva.

2. Doblar la apuesta y seguir sembrando maíz y soja hasta completar el área disponible para la siembra sin importar la fecha, asumiendo el alto riesgo que ello implica respecto a las heladas tempranas.

3. Contratar equipos de siembra y aumentar la capacidad operativa todo lo que se pueda.

Esta última alternativa parecería ser la más sensata desde el punto de vista práctico, pero cuando le ponemos números esa decisión, es decir el costo que se debe pagar para contratar un equipo de siembra, los argumentos empiezan a flaquear.

No se puede perder de vista que el clima viene seco, las precipitaciones son esquivas y los pronósticos a corto y mediano plazo no son muy alentadores. Cada día que nos atrasamos en sembrar soja, perdemos unos 20/30 kilos por hectárea. Si analizamos el contexto de los mercados granarios, los valores de los cereales y oleaginosas representan una incógnita, pues falta ver qué actitud va a tomar el nuevo Gobierno para con el sector agrícola ganadero. Con lo expuesto vemos que la incertidumbre y los riesgos asociados a la decisión de siembra de cultivos de segunda resultan altos y difíciles de acotar.

Un párrafo aparte merece el tema nutrición. Como dijimos, los rendimientos de trigo fueron regulares a malos en la provincia de La Pampa, dejaron una cobertura mediocre, pero aún así los nutrientes disponibles en el suelo son casi nulos. La soja podrá desarrollar aceptablemente sin corregir nutrición gracias a su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico por el proceso natural de fijación biológica del nitrógeno de las leguminosas. Pero el maíz va a requerir de una correcta fertilización para tener un desarrollo aceptable, mejorando el uso del agua, estimulando el rápido crecimiento de los cultivos y elevando los rindes.

En resumen, sembrar cultivos de segunda conlleva un elevadísimo riesgo empresario. La exigencia financiera y logística pone a prueba a las PyME agropecuarias. Sin embargo, si sabemos lo que hacemos y lo llevamos adelante correctamente, los retornos pueden ser muy importantes, permitiendo revertir aunque sea en parte los malos resultados de la zafra de fina que está actualmente finalizando. El Diario

Mariano Fava -

Ingeniero agrónomo (MP: 607 CIALP) -

Posgrado en Agronegocios y Alimentos -

@MARIANOFAVALP -

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