Luego de las PASO parece que al año político le sobran tres meses. Todos esperan, ya casi con el presidente puesto antes de las generales del 27 de octubre, al 10 de diciembre. En La Pampa el largo año electoral dejó una transición prolongada en la que los tiempos se han estirado demasiado.
La gente se mueve al ritmo de la economía. Lo electoral, ya con un resultado casi puesto a favor de Fernández-Fernández, es una circunstancia. Está la sensación de que las elecciones del 27 de octubre están de más, ya sea con cierta satisfacción del lado que parece ganar o con resignación del lado que parece perder.
El dólar domina la escena y va marcando el día a día. Hay un clima de incertidumbre entre un presidente que quiere llegar como sea a las elecciones y a finalizar su mandato mientras trata de evitar o profundizar el caos económico; y un candidato que fue ungido tempranamente como el futuro jefe de estado. Hay clima que se termina un ciclo y comienza otro. Se sabe cómo termina la película pero el final todavía está lejos, y van pasando cosas.
Al año le sobran tres meses, que son los que quedan hasta el 10 de diciembre cuando asuman las próximas autoridades. Se lo puede pensar para el país, donde el próximo gobierno tendrá un corto período de gracia ya que deberá enfrentar una crisis económica de proporciones.
Y también se lo puede pensar desde La Pampa. El año electoral comenzó en enero y se prolongará hasta octubre. Desde mayo sabemos que Sergio Ziliotto va a ser el próximo gobernador. Una larga, larguísima, transición en la que ya perdieron hasta sorpresa e interés los nombres de los próximos integrantes del futuro gabinete. Más allá de los cambios y de las expectativas, es también la continuidad de una línea política. Ahora quedan por conocer los nombres que completarán los casilleros de segundas y terceras líneas del organigrama, pero todavía hay tiempo. Demasiado. La espera también tiene que ver con la alquimia política que deberá hacer Ziliotto para cerrar hacia abajo filas «con todos (y todas) adentro», de acuerdo a las palabras de uno de sus principales colaboradores. Hay quienes presionan por cargos, o que están disconformes con los nombres que ya trascendieron. Ziliotto ha adelantado un equipo homogéneo y que le va a responder. Sobre todo cuando se busca, y se debe sortear, la nueva etapa de renovación que se viene en el PJ y que ya se puso en marcha. Hay una verdad incontrastable en la conformación de un gobierno. Ya sea por lealtad, equilibrio interno, experticia técnica, deuda política, representatividad, legitimación o cualquiera fuera el criterio, lo que prima en la selección de los colaboradores es la razón del que va a gobernar.
Hay un tiempo de suspensión política. Los dirigentes que continuarán en la gestión o asumirán nuevas responsabilidades esperan a la oficialización de sus cargos. Los que saben que se van comenzaron a hacer la plancha. En la Cámara de Diputados la actividad es mínima. Reciben a funcionarios que van a plantear temas y esas reuniones sirven a ambos cuando no hay grandes temas que discutir en la agenda pública o sus gestiones están en stand by. Las acciones de gobierno comenzarán cuando asuma Ziliotto.
La economía contamina lo electoral. La elección de diputado nacional en La Pampa es una circunstancia atada a la presidencial. Por ahora la campaña está frenada, como ocurre a nivel nacional, si bien comienza oficialmente el 7 de septiembre. En el PJ hay alivio porque todo indica que cambiará la gestión nacional por una peronista. Entre los radicales se trata de surfear los últimos meses de una alianza obligada. Un argumento que también comenzó a servir para despegarse de las responsabilidades propias por la situación económica y tratar de no ser co-responsables de una administración que apoyaron. En el macrismo todavía sueñan con dar vuelta la elección con más voluntarismo que realidad.
Mientras el dólar es preocupación diaria porque es el principal termómetro de la realidad económica, todos esperan que pasen tres largos meses. No se terminarán los problemas, pero al menos concluirá un año que quedó demasiado largo.