Un extrabajador de la CNRT, que fue despedido a fines del año pasado, reveló que el funcionario del PRO les reclamaba $1.000 mensuales de su salario para financiar cuestiones partidarias. Diego Castro, además, contó numerosos y sistemáticos episodios de maltrato y violencia laboral.
Un exempleado de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte denunció por extorsión, “coimas”, abuso de autoridad y violencia laboral al titular de la delegación Santa Rosa de ese organismo, el macrista Pedro Pisandelli. Extendió la acusación a uno de sus principales colaboradores, Nicolás Peratta, fiscalizador y amigo del funcionario.
La acusación fue formalizada en la Fiscalía penal de turno, ante la propia CNRT y también ante la Procuraduría de Investigaciones Administrativas.
Diego Marcelo Castro era fiscalizador de categoría I junior de la CNRT. Reveló que cuando lo contrataron le exigieron que pusiera $1.000 mensuales para financiar las actividades partidarias de Cambiemos.
Pisandelli es funcionario con llegada al ministro de Transporte Guillermo Dietrich, es uno de los referentes del PRO en La Pampa y fue precandidato a intendente de Toay (perdió en la interna contra Guillermo Peralta).
“Me ha acosado diariamente dentro y fuera del ámbito laboral, me ha hostigado y perseguido. Trabajé perturbado, con miedo, pensando en tener que renunciar en más de una oportunidad debido al acoso laboral constante”, dijo Castro en su denuncia.
Aludió a la “violencia sicológica constante, injustificada y que se transmitió a todo el ambiente laboral sembrando miedo, terror y creando mal ambiente laboral”.
El denunciante interpretó que fue “explotado”, y que eso incluía presiones.
“Para cuestiones políticas”
La exigencia de los $1.000 mensuales comenzó en junio de 2017, “como retribución por habernos dado el trabajo”. Aportó como prueba una serie de mensajes de whatsapp. “Nos decía que era para cuestiones políticas”, dijo.
En la denuncia califica a Pisandelli como “intimidante y agresivo”. Indica que le consta que Amanda del Carmen Álvarez sufrió “violencia de género constante” por parte de Peratta y Claudio Holgado.
Según Castro, la mujer le relató muchos episodios en que tuvo que sufrir agresiones y desprecios. “Le tomaban el pelo y la forreaban”, resume la denuncia.
La denuncia puntualiza sobre un hecho ocurrido en junio de 2017, en el que la mujer fue especialmente maltratada por Pisandelli en el viaje de regreso de un operativo, según menciona. Circunstancias de ese tipo se vieron reiteradas en los meses siguientes.
En el caso puntual de Castro, surgió un conflicto en mayo de 2017 a raíz de los horarios para la tarea: el trabajador dijo que, al cumplir horario nocturno, le correspondía una hora menos de labor. Eso derivó en nuevas agresiones, señala. A partir de ese momento fue clave el papel de Peratta, “interfiriendo en mi trabajo”.
“Peratta tiene muchos conocidos transportistas ern la ciudad, cuando trabajamos en los acceso de la Ruta 5 y la Ruta 35 me ha perjudicado en mis funciones intentando que no controle a sus conocidos transportistas, dejando dudas sobre su función y transparencia”, asentó el denunciante.
Relató que hizo un planteo en el área de Recursos Humanos y que tras ese episodio Peratta le dijo que “tendría que dar un paso al costado” y que si él fuera el delegado “te hago echar al otro día”.
Acoso permanente
“El acoso de Pisandelli nunca cesó, hasta en los 45 minutos de descanso para ir a almorzar me intimidaba, incomodaba y presionaba”, comentó. “Nos amenazaba en las reuniones con perder el trabajo. Me sentí siempre usado”, añadió.
A fines de octubre del año pasado, al recibir el cronograma de controles de noviembre, se agregó un horario con inicio a las 5 AM. Le advirtieron que sería difícil cubrirlo y le pidieron un cambio, pero se negó y les advirtió que si llegaban tarde les descontarían el día.
En una reunión laboral en noviembre, en el patio de la confitería de la Terminal, hubo nuevos episodios de “maltrato, manipulación y violencia, me denigró delante de todos”. “Me sentí acorralado y sin salida, decidí exponer todo sabiendo que corría riesgos, esto parecía una dictadura”, sintetizó Castro.
Según denunció, Pisandelli le dijo en algún momento que “la satisfacción más linda del mundo sería poder cagarme a trompadas y que me echen de la delegación, y que si estaban tan complicado me tire debajo de un colectivo en la esquina”.
Poco después llegó el anuncio de Pisandelli respecto de que tenía que despedir a dos trabajadores y uno sería él. Después el funcionario le comentó de una supuesta denuncia en contra del propio Castro.
Favores y amenazas
En el contexto del conflicto laboral y en el marco de un operativo de control, en noviembre del año pasado, hubo una gota que colmó el vaso, con Nicolás Peratta como protagonista.
Deigo Castro denunció que en el acceso a Santa Rosa por la Ruta 5, cuando él quiso señalar la infracción de un transportista y hasta retener el vehículo, Peratta se interpuso para dejarlo continuar como si nada (la empresa era de Carlos Acuaroli, “conocido” de Peratta, dice la denuncia). Eso derivó en un incidente. Castro convocó a la Policía Federal, que filmó los hechos (la prueba es parte de la causa).
Castro le dijo a Peratta que “no tenía que meterse en mi trabajo, que no lo vuelva a hacer, que ya estaba cansado de que interfiera, que lo que había hecho estaba mal y no correspondía, que no me tenía que comprometer aunque fueran sus amigos y que si estaba haciendo mal las cosas yo no iba a ser parte de eso ni de beneficiarme económicamente de esas situaciones, y que si él lo hacía yo no lo quería saber”.
El 16 de noviembre Castro le comunicó a Pisandelli que iba a denunciarlo. “Me amenzó personal y laboralmente”, explicó. A los pocos días supo que lo había denunciado. A mediados de diciembre llegó el despido y cambiaron la cerradura de la Delegación. De todos modos -dice- intentó cumplir con el contrato y se presentó a trabajar hata fin de año.
“Nuestra delegación funcionó prácticamente sin delegado”, completó.
fuente El Diario