Comenzó el éxodo en las tomas y asentamientos de Santa Rosa. El Nuevo Salitral -el primero de las cinco tomas, que comenzó a conformarse hace un mes y medio-, quedó prácticamente deshabitado. Esas tierras -la mayoría municipales- fueron divididas en 168 parcelas y se hicieron unas 150 chozas o ranchos. Este martes, según pudo comprobar Diario Textual de los propios ocupantes y de la Policía, solo quedan unas 15 familias en forma permanente.
En tanto, hay otro número ubicado entre 50 y 75 familias que «va y viene» del asentamiento. «Hay vecinos que vienen un día, miran si está todo bien, y capaz que no vuelve en una semana», dice Raúl, uno de los que decidió quedarse. «Otros, según dicen, arreglaron por plata o alquiler y ya no vuelven más».
El Nuevo Salitral fue el primer asentamiento, ubicado al lado de la laguna Don Tomás. Allí hubo unas 150 familias reclamando terrenos.
Luego, en medio de una suerte de espiral de las tomas, se registraron otras cuatro tomas más: en Villa Germinal -aunque no se asentaron-; en Villa Uhalde -donde instalaron un par de carpas-; en el Santa María de la Pampa, que bautizaron asentamiento Micaela García; y en El Molino.
¿Cuál es la situación de esas otras tomas?
En el Micaela García la situación parece encaminarse a lo que sucede en el Nuevo Salitral: ya hay algunas familias que se han retirado definitivamente o que han decidido no estar en forma permanente en el lugar.
A su vez, en Villa Germinal nunca se asentaron, aunque iniciaron trámites de reclamos de esas tierras comunales. En tanto, en Villa Uhalde había hoy un par de carpas, pero sin gente.
Finalmente, en la toma de El Molino hay unas 10 chozas. Este martes por la mañana, cuando Diario Textual estuvo en el lugar, no había ninguna persona.
¿Qué es lo que pasó?
«Hubo ofrecimiento de dinero de la municipalidad o la Provincia para pagar alquiler. A mi me ofrecieron cuatro meses, pero decidí no irme», cuenta Graciela, del Nuevo Salitral. «Dicen que por allá -señalando a la calle Niñas de Ayohuma- acordaron unas 20 familias. No aparecieron más. Les dieron plata para alquilar o para construir una piecita y un baño en algún terreno que tenían o es de sus familiares», dice.
«Acá estábamos rodeados. Ahora, ya hace varios días, que no vino ningún vecino más», sostiene, por su parte, Víctor, ubicado enfrente de la Isla de los Niños. «Muchos se han ido. Otros van y vienen», sostiene. Varias de las chozas o carpas permanecen cerradas. Incluso algunas con palos y candados.
fuente Diario Textual