Dos festejos resaltaron en la interna del pasado domingo 17 de febrero, y que tuvieron lecturas nacionales: los radicales en Cambiemos y el kirchnerismo en Santa Rosa. Hubo celebraciones exultantes y lecturas que nacionalizaban los resultados por el triunfo en una interna. A los pocos días, tanto los ganadores como los perdedores, comenzaron a volver a la realidad.
El efecto “Santa Rosa K”
Uno de los efectos fue el del kirchnerismo en Santa Rosa. La Cámpora “metió la cola” en la capital provincial. Un triunfo con muchos ingredientes: el componente anti-Macri del electorado que nacionalizó la votación, el factor renovación en el perfil de su candidato y un votante K persistente en la capital provincial. La presencia política de CFK en estos momentos en los que las encuestas la dan peleando palmo a palmo un posible balotaje con Macri se acicateó en el peronismo nacional con este triunfo camporista. Una victoria que tiene como valor haber sido la primera enteramente kirchnerista en una ciudad importante de La Pampa, más allá de haber sido una interna. Y porque dejó en el camino al aparato “oficial” del PJ, donde confluyeron vernistas, marinistas y jorgistas. La sorpresa fue de muchos. En una columna anterior hablamos de un cisne negro: ese fue Luciano Di Nápoli.
Subidos a este solo dato, algunos indican en el peronismo K que la ganadora fue CFK y que su tono marcó el domingo. En Casa de Gobierno tienen otra lectura: el domingo marcó la victoria de la persistente campaña del gobernador Carlos Verna frente al gobierno nacional.
Las posturas anti-Macri se impusieron y le dieron la razón a un mandatario que machacó y machacó en contra de Nación, hasta quedando en momentos en la vereda de enfrente con otros gobernadores del PJ. Y el fruto de esa campaña hasta benefició a Kroneberger, porque muchos fueron a votar contra la boleta del PRO más que por amor al radical. “Vieron que no estaba tan equivocado”, les dijo Verna el martes a sus colaboradores con los números finales en la mano.
El efecto “Santa Rosa K” también pasó. En los festejos del domingo a la tarde, ya no hubo en el discurso de Di Nápoli tanta apelación al kirchnerismo. Ni parece que lo habrá. La campaña será una sola, bajo el paraguas del Frente Justicialista Pampeano, un mismo color y un mismo candidato, Sergio Ziliotto. “Ahora es Frejupa, Unidad Ciudadana quedó atrás el domingo 17”, indica uno de los jefes de campaña.
El kirchnerismo ganó la interna, pero desde Casa de Gobierno y en La Cámpora saben que con el kirchnerismo solo no alcanza. Hay un piso, alto, y también un techo. Di Nápoli ya lo adelantó en su discurso y ante otros dirigentes. La línea es la apertura y moderar la línea K. Ampliar la base electoral para recuperar la capital. El camporismo ha sufrido de cierta cerrazón política, tanto con otros sectores como con los propios. Es momento de trascender eso para ir por más.
El efecto “esperanza radical”
El otro efecto fue el de los radicales pampeanos que festejaron su triunfo porque, como ha ocurrido en otras oportunidades, pudieron regresar del abismo. Lo hicieron en los 90 frente al Fregen, heridos por las consecuencias del Pacto de Olivos, sortearon las esquirlas de la Alianza y la crisis que provocó en 2003 y ahora surfearon la ola amarilla que se fue desvaneciendo con las malas noticias económicas. Los frentes electorales siempre sirvieron para mantenerse a flote, y neutralizar a sus socios.
Esta vez los festejos fueron efusivos y tenían razones. El triunfo le dio un espaldarazo a una fuerza que venía cabizbaja. El lunes, dirigentes que hace unos meses no daban diez pesos por Kroneberger como posible candidato, ahora parecen verlo “rubio y de ojos celestes“. La gran esperanza radical. El resultado tuvo varias lecturas: es cierto que apenas votaron 28 mil electores, pero a nivel nacional con un radicalismo que empezó a envalentonarse frente al PRO, todos hablaron del efecto Kroneberger. Hasta de “resistir” dentro de Cambiemos, como si no fueran parte del actual rumbo político. No es que el radicalismo esté fuerte, el presidente Macri se desinfla, se debilita. Eso lo sufrió Carlos Mac Allister.
Las quejas del dirigente macrista sobre la “ayuda” entre radicales y kirchneristas en Santa Rosa están asentada en hechos concretos. También así lo vieron los fiscales de Jorge Lezcano, otro que sufrió un traspié. Los votos se cruzaban en las urnas, pero las derrotas hay que encontrarlas más en los errores propios que en las virtudes ajenas.
El radicalismo venció al PRO y neutralizó su amenaza, y eso empuja. Pero la única verdad es la realidad. Cambiemos sacó en toda la provincia, para gobernador, 28 mil votos. El PJ en once localidades llegó a los 36 mil. En Santa Rosa, el PJ en la interna alcanzó los 20 mil votos positivos, la interna de Cambiemos a gobernador convocó a 8.500. Y más datos: donde hubo internas a intendente en ambas fuerzas, la diferencia fue abrumadora para el PJ. En Eduardo Castex el PJ llegó a los 2.700 votos positivos frente a 1.200 de Cambiemos, en Toay el PJ alcanzó los 3.900 frente a 830 de Cambiemos.
La otra cuestión es que Kroneberger no podrá sacarse el saco amarillo. Hay un doble discurso que será difícil sortear: en la semana criticó en los medios pampeanos a Macri, y poco después se sentó en Buenos Aires con Marcos Peña y Rogelio Frigerio, los dos armadores políticos del presidente. Será el candidato de Nación en La Pampa.
Se pasaron los efectos y los festejos. Ahora queda otro tramo, todavía más complejo, hasta el 19 de mayo.