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Foto del escritorLa Pampa

Control de plagas en la soja


En los próximos días los potreros de soja de la provincia de La Pampa entrarán en el período crítico para el control del “complejo de chinches” que se extiende desde R 3,5 a R 5 de la escala fenológica de la leguminosa. Posiblemente durante este tiempo haya que hacer adicionalmente algunos controles de isoca, de hecho hace unos días atrás hubo algunos focos importantes de “orugas desfoliadoras” que motivó muchas aplicación de insecticidas. Adicionalmente, durante los monitores debemos poner especial atención en detectar hongos, pues, quizás en algunos lotes haga falta la intervención de una herramienta química (fungicida), para evitar o detener la proliferación de hongos.

Si bien existe un amplio espectro de “plagas” que pueden afectar a la soja, vamos a enfocar la atención en dos: chiches y orugas; debido a que son las que prácticamente todos los años se hacen presentes en los lotes comerciales de la zona, generando el mayor porcentaje de aplicaciones de plaguicidas. Primeramente debemos definir el concepto de “plaga”: se define así a todos aquellos seres vivos que compiten con el hombre en un determinado ecosistema, originándole un daño económico significativo. Es decir, este concepto es antrópico, en la naturaleza el término plaga no existe.

Un grupo de plagas que invade a la leguminosa está representado por las “orugas desfoliadoras” (por ejemplo oruga de las leguminosas, oruga medidora, gata peluda norteamericana, etc.). Si bien hay varios tipos, y las mismas poseen diferencias sustanciales en cuanto a la dinámica de su población, podemos mencionar una serie de generalidades. La soja es una especie con gran tolerancia a la desfoliación en ciertas etapas de desarrollo, si a esto le sumamos las posibilidades de mortalidad natural de la plaga, aspecto muy importante en el manejo integrado de plagas (concepto al que nos hemos referido en columnas anteriores), llegamos a la conclusión que solo se deben tener en cuenta las orugas mayores a 10-15 milímetros de largo, ya que a partir de ese tamaño provocan el mayor porcentaje de daño. La soja es sensible a la desfoliación en inicio de floración y llenado de grano, a partir de grano lleno la tolerancia vuelve a incrementarse. El aumento en la eficiencia fotosintética de las hojas inferiores y la aparición de nuevas hojas, son mecanismos que permiten compensar el daño sufrido. Como umbral de acción (es decir el momento en que debemos decidir cortar el ataque de las isocas a través de una herramienta química) podemos mencionar lo siguiente, para el período vegetativo y floración, 35% de desfoliación y 20 orugas grandes (mayor a 1,5 centímetros de largo) por metro de surco, mientras que si la soja posee vainas de 5 milímetros de largo hasta amarillamiento de hoja, el umbral pasa a ser de 15 a 20% de desfoliación y 20 orugas grandes por metro lineal de surco.

La otra plaga importante a tener en cuenta es el “complejo de chinches”. Las chinches generan diferentes tipos de daño en el cultivo, entre los que podemos mencionar disminución de vainas, de número de granos por vaina, peso de los granos, retención foliar (lo cual dificulta las tareas de cosecha) y aspectos de calidad de semilla, ya que cuando la chinche pica el cotiledón, disminuye el vigor de la semilla, mientras que cuando pica el nudo cotiledonar elimina directamente el poder germinativo. Al igual que en el caso de las orugas, solo las chinches grandes (de más de 0,5 centímetros de largo) son las que debemos tener en cuenta para determinar el umbral de acción, ya que antes las podemos encontrar todas juntas (comportamiento gregario) pero todavía no provocan daño. Una sola chinche adulta puede hacer hasta 150 picaduras. Las sojas de crecimiento determinado le proporcionan el alimento en forma más concentrada en el tiempo, que las variedades de crecimiento indeterminado, por lo tanto en estas últimas, a igual densidad de plaga, el daño es mayor. La frecuencia de muestreo es cada 7 días, y cada 3 días si estoy cerca de tener que aplicar el insecticida. Los umbrales, para sojas sembradas a 70 cm entre surco, son los siguientes: vainas de 5 milímetros de largo hasta máximo tamaño de semilla, más de 2 chinches adultas (más de 5 centímetros de largo) por metro lineal de surco, mientras que de máximo tamaño de semilla a cosecha, el umbral pasa a ser de 6 chinches grandes por metro lineal de surco. Vale aclarar que sojas sembradas a menor espacio entre surco o condiciones de estrés (por ejemplo hídrico) disminuyen los umbrales de acción (chinches por metro líneas). Así es que para siembras a 35 centímetros entre surco los umbrales bajan exactamente a la mitad.

En cuanto a la hora de decidir el tratamiento debemos saber que hay diferentes tipos de insecticidas. Algunos son específicos para chinches y otros específicos para orugas desfoliadoras, los cuales pueden ser mezclados entre sí para atacar en una sola pulverización a ambas especies. Hay otros tipos de químicos de mayor espectro de acción, es decir que afectan a ambos tipos de plaga. La ventaja de las moléculas específicas (primero mencionadas) es que al afectar a un solo tipo de insecto, respetan la fauna benéfica, es decir aquellos insectos que no dañan el cultivo, y que incluso ayudan a controlar naturalmente las especies indeseables. Al eliminar este tipo de individuos (benéficos) por tratamientos poco amigables con el ambiente podemos llegar a “inducir una plaga”. Se entiende por tal cuando se aplica un insecticida innecesariamente afectando el balance natural entre la fauna benéfica y dañina, generando un crecimiento artificial de las especies indeseadas, debiendo pulverizar otra vez el cultivo contra insectos. Otra ventaja emergente de los insecticidas específicos es su residualidad de acción insecticida que puede llegar a ser de entre 3 a 4 semanas, dependiendo de la molécula en cuestión. Como desventaja debemos mencionar que son más caros, hasta el triple del costo en dólares por hectárea respecto de un insecticida antiguo de amplio espectro.

Para finalizar, diremos que al tomar la decisión de intervenir químicamente un potrero, se debe escoger el modo de hacerlo, es decir si se aplican los insecticidas con una maquinaria terrestre, la cual es más económica en el tratamiento por hectárea, pero tiene el inconveniente de pisar en promedio un 2 a 3% del cultivo, lo que representa un costo oculto. La otra opción es hacerlo con avión, el cual es más oneroso (aproximadamente el doble o más), pero no se afecta el cultivo por el tránsito de la maquinaria. Para decidir esto hay que ver el estado del cultivo y sopesarlo con el costo del tratamiento. Por supuesto, si hay problemas de transitabilidad de terreno por exceso de humedad, el avión es la única alternativa posible. Finalmente y a manera de resumen diremos que, tanto las chinches como orugas desfoliadoras, son un verdadero problema en los cultivos de soja, su monitoreo y control son sencillos. El mes de febrero es clave en este aspecto, recomendamos la consulta a su ingeniero de confianza de modo de hacer la intervención más correcta para el cultivo, el ambiente y la economía del empresario rural.El Diario

Mariano Fava

Ingeniero agrónomo

(MP: 607 CIALP)

Posgrado en Agronegocios y Alimentos

@MARIANOFAVALP

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