Dietrich intentó aflojar las tensiones entre Pisandelli y "El Colo". Estilo "descontracturado". Y una cena donde se pagaban $6.000 por el cubierto.
Guillo, Pato y Edu. Así -en el descontracturado estilo PRO- se llamaron, entre sí, los tres funcionarios que dieron ayer la conferencia de prensa en el aeropuerto de Santa Rosa. “Guillo” es el ministro Guillermo Dietrich, “Pato” es Patricio Distéfano (presidente del ORSNA), “Edu” es Eduardo Plascencia, ingeniero, porteño y funcionario de Vialidad Nacional.
Esas referencias, con sus camisas en tonos celestes y la programada ausencia de las corbatas, fueron parte de la visita exprés del funcionario macrista, que incluyó una cena de “alta gama”, unos cuantos gestos para la interna y varios giros propios del “chetaje” sobre todo porteño que ya es una característica de la gestión nacional.
La conferencia en el aeropuerto, entre amontonamientos y retardos, supuso también pantallas gigantes y esa generalizada preocupación por la imagen.
Aparecieron unas cuantas sillas “reservadas” para las autoridades de Cambiemos: la diputada Adriana Leher, el diputado Maximiliano Aliaga, el asesor todoterreno Gastón Massari Copes, el jefe regional de la CNRT Pedro Pisandelli (también precandidato a intendente de Toay), el titular del PAMI local Enrique Juan, el intendente de Santa Rosa Leandro Altolaguirre. Sorprendió -aunque no tanto- la presencia del concejal Roberto Rorres, que recientemente transfugó desde Pueblo Nuevo hacia el macrismo.
“El Colo” Carlos Javier Mac Allister hizo la suya: quedó aparte del sector de “autoridades”, fiel a su remanida decisión de dejar el cargo de secretario de Deportes para postularse como gobernador.
Se cruzó en un frío saludo con su enemigo íntimo Pisandelli, que ni sacó la mirada de la ocupación que le estaba dando (un celular o una anotación).
El Colo y Pedro se sacan chispas desde hace tiempo. En realidad no se pueden ni ver, pero la época proselitista tiende a que disimulen (un poco) sus diferencias. Pisandelli dijo alguna vez que si el candidato a gobernador de Cambiemos no era Juan Carlos Marino, él mismo debía ser el elegido: lejos de considerar al “Colo” capacitado para el asunto.
La noche anterior algunos de todos ellos ya se habían cruzado en la coqueta cena preparada para la ocasión: por $6.000 el cubierto, los interesados en acercarse a la “crema” del PRO podían dar el presente en las instalaciones de La Campiña. Lo que quedó a la vista, en el estacionamiento, fue la apuesta a los autos de alta gama, como bien describió el cronista del portal Plan B, que fue expulsado del lugar por los celosos guardias de la delegación cheta. El Diario