Quienes estamos vinculados al sector agropecuario sabemos que octubre es un mes de definiciones. En efecto, en lo que a cereales de invierno se refiere, contar con un octubre lluvioso y fresco es la clave para aspirar a un año de buena cosecha fina. La provincia de La Pampa ha atravesado un inicio de primavera muy seco, que generó mermas en la capacidad de producción de buena parte de los trigos y cebadas, sobre todo a aquellos establecidos en ambientes de menor vocación productiva. Una lluvia tan tardía, bien a finales del mes de septiembre, fue demasiado esfuerzo para estas sementeras de sitios limitados en recursos. Sin embargo, como venimos saliendo de años de inundación, aquellos potreros profundos con mayor capacidad de reserva de humedad pudieron soportar las demandas de los cultivos permitiéndoles su normal desarrollo. Es esta área la que hoy aún se encuentra en óptimas condiciones de productividad.
Haciendo una paneo oceánico del estado de la superficie de los cereales de invierno en La Pampa, podemos decir que aproximadamente el 40% del área cuenta con algún deterioro importante en su capacidad productiva, mientras que el resto de la superficie se divide en partes similares entre las que van a rendir dentro de lo que consideraríamos el promedio histórico para la zona, y las que aún conservan un potencial de producción superior a la media histórica. En relación al estado sanitario de los cultivos podemos decir que, si bien se registraron infecciones de roya amarilla, la misma se hizo presente en lotes de variedades altamente susceptibles al patógeno. En general la gran mayoría de los productores, sobre todos los netamente agrícolas estaban alertados del problema, y en consecuencia plantaron variedades resistentes al hongo. Afortunadamente en esta ocasión se contaba con suficiente información técnica al respecto (a diferencia del año pasado que pillo al sector de improvisto). Los datos surgieron en su gran mayoría gracias a las agencias del INTA, con información obtenida de la red de evaluación de cultivares de trigo y lotes de productores referentes de las diferentes zonas. Por lo expuesto y sumado a condiciones climáticas no tan propicias para la roya amarilla como sí lo fue la primavera precedente, hizo que la virulencia y el desarrollo de la misma esta vez sea mucho menor. Si bien se registraron aplicaciones de fungicida, ni por asomo llegó a los niveles del 2017.
La lluvia acontecida durante el pasado fin de semana tiene 3 efectos beneficiosos bien marcados y muy importantes en la industria agrícola de la provincia:
1. Aleja el peligro de una helada tardía, la cual sería grave para los cereales de invierno que se encuentran en su mayoría en plena etapa de floración (la más sensible a un episodio de temperaturas de congelamiento).
2. Permite un buen estatus hídrico de los suelos en el período crítico del cultivo de trigo y cebada, permitiendo lograr al máximo potencial posible según las posibilidades actuales de cada potrero en particular. De no mediar ningún acontecimiento grave, la provincia de La Pampa se encamina a una cosecha que podríamos denominar normal, dentro del promedio histórico, pero que estará signada por zonas con alto niveles de producción y otras con rindes muy reducidos por el septiembre seco transcurrido.
3. Permite iniciar en fecha óptima la siembra del girasol, a la vez que se pueden preparar los potreros de manera adecuada para iniciar la siembra de soja y maíz durante el mes de noviembre.
Para ir finalizando diremos que en general se ha visto una infección muy importante de cebadilla negra en la región de La Pampa, sobre todo de los lotes de trigo temprano. Así mismo, los cultivares de trigo intermedio a cortos se han visto beneficiados, al menos a simple vista, respecto de los sembrados más temprano. Quizás porque estos últimos requirieron de más humedad de manera más temprana y no la tuvieron. El mercado de trigo tanto doméstico como mundial está pasando por un buen momento. Hace apenas unas semanas se pagaba por el trigo de calidad casi la misma plata que por una soja en la molinería local. Obviamente que con el devenir de la cosecha y la aparición de la oferta, las cotizaciones se van desplomando semana a semana, pero para aquellos productores que puedan embolsar su producción y diferir las ventas, seguramente el trigo será un buen negocio durante el 2019.
En resumen, podemos decir que la provincia de La Pampa en materia agrícola está en un año promedio. Con potenciales de producción que se ubican dentro de lo que definiríamos “promedio histórico”, pero con parches muy marcados que responden a los ambientes con mayor o menor vocación productiva, quedando claro una vez más que se debe hacer agricultura por ambiente, sumados a ganadería de precisión en pastoreo, con suplementación (o encierre) estratégico, como modelo que maximiza ingresos y atenúa riesgos.ElDiario
Mariano Fava
Ingeniero agrónomo (MP: 607 CIALP)
Posgrado en Agronegocios y Alimentos
@MARIANOFAVALP