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Carlos Kisner 200

La soja en La Pampa: sus números y su aporte al desarrollo provincial

  • Foto del escritor: La Pampa
    La Pampa
  • 14 ago 2018
  • 3 Min. de lectura

Haciendo rápidamente un margen bruto en donde haya que retribuir a todos los factores de la producción, es decir tomando el costo de labores de contratistas y poniendo un precio promedio “razonable” de alquiler de un campo en La Pampa; vemos que para no ganar ni perder dinero necesitaremos recolectar alrededor de 14 a 15 quintales de soja por hectárea en la próxima zafra, según los actuales valores del mercado de insumos y del poroto a futuro, el cual ronda los 280 dólares por tonelada. Vale aclarar que para los cálculos no se consideró el costo de oportunidad del dinero (tasa de interés), inmovilizado en los insumos y servicios hasta la cosecha. No obstante ello, este rendimiento de indiferencia es lograble no solo con la soja de primera, sino también con la soja de segunda, si el clima continúa como hasta ahora. Adicionalmente, si pensamos en la importante área de trigo y cebada plantada en la provincia, es de esperar que una gran parte de ella se destine a la soja de segunda. De ser así, La Pampa irá camino a un récord de área plantada con la oleaginosa, siempre si el clima acompaña. Los medios de comunicación nacionales están instalando la idea de que vamos a un récord de área de siembra de maíz, quizás pensando en replicar lo que aconteció con el trigo. Si hacemos los números, se darán cuenta que lo del trigo respondió a una necesidad financiera y a una coyuntura de mercado favorable, que para completar el combo alcista de área plantada, vino acompañado de un otoño e invierno lluvioso y frío, es decir a “pedir de boca” (climáticamente hablando) para los cereales de invierno. Cuando el productor se ponga a sacar cuentas y tenga que asignar áreas de cultivos de verano, muy posiblemente en La Pampa se incline por la soja, en detrimento del maíz. En cuanto al girasol, tiene buenos resultados económicos esperables, y seguramente habrá un incremento en su siembra, quizás importante en términos de porcentaje, pero como el área ocupada ha disminuido mucho, no tendrá el impacto que puede llegar a tener un incremento en el área destinada a la soja.

En efecto, plantar maíz es carísimo, requiere de una inversión por hectárea muy importante, del orden de los casi 14.000 pesos a valor actual, contando todas las labores (incluida cosecha y flete) y los insumos necesarios para llegar a buen puerto. El rinde de indiferencia (con algunas variaciones según precios que se consideren) ronda como mínimo los 45 quintales por hectárea y puede llegar a más de 50 quintales por hectárea para no perder ni ganar plata. Con este dato, solo el productor mixto apostará al maíz para tener el grano para invernar su hacienda. El agricultor neto y el contratista que hace siembras propias se verán forzados a plantar soja o girasol, dejando el maíz para algún ambiente particular de alto potencial o que por rotación deba incorporar gramínea, si es que ya no le plantaron trigo al lote que estaba en esa situación de requerimiento de rotación. Dicho esto, vemos que técnicos y productores deberemos ajustar el lápiz y ser lo más eficiente posibles en la producción de soja, tanto sea de primera como de segunda, y es seguramente esta última donde la provincia hará la diferencia, ya que le sacará a una superficie determinada de tierra dos cosechas. Para quienes tengan suelo profundo con buena capacidad de retención de agua y necesiten un flujo de fondo temprano, les será muy interesante analizar el negocio del girasol, pero en el caso del maíz, a menos que seamos empresa mixta (agricultura e invernada), no parece atractivo inclinarse masivamente a sembrarlo.

Analizando estos números y viendo un novillo pesado que le cuesta pasar los 20.000 pesos en frigorífico, y un ternero de 180/200 kilos que no alcanza los 10.000 pesos por unidad, sumado al tiempo de espera para llevar un ternero a novillo terminado, llegamos a la conclusión que el desarrollo llegará de la mano de la agricultura. Sin duda la ganadería es importante, puede aportar mucho sobre todo a transformar derivados de la industria de los granos en carne, generar un gran arraigo en el sector rural, pero a la hora de crear valor y generar bienestar para La Pampa, la agricultura va por el ascensor y la ganadería por la escalera. Obviamente que el riesgo es diferente y se debe ser muy cuidadoso en cómo abordarla. El Diario

Mariano Fava

Ingeniero agrónomo - (MP: 607 CIALP)

Posgrado en Agronegocios y Alimentos

mfava@cpenet.com.ar

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