Matías Robledo tiene 28 años y hace cinco que nadie le gana una carrera de velocidad en Argentina. Es el quíntuple campeón nacional de los 100 metros llanos y dueño de una marca apenas superior (por menos de 30 centésimas) a la del histórico Carlos Gats, quizás el mejor velocista de todos los tiempos en nuestro país.
Ya quedaron lejos sus inicios en su Corrientes natal, calzado con alpargatas y destacándose en los Juegos Evita. Ya pasó su época de becado en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) y su crecimiento como deportista.
La que no se apagó es su pasión por una disciplina que le permitió conocer el mundo y que hoy, amor de por medio, lo trajo a Santa Rosa. Lo que está vigente más que nunca es su condición de atleta de elite, que le permite mantenerse en el mejor nivel nacional. Y lo que viene es la posibilidad de comenzar a enseñar, mientras día a día entrena para acercarse a la sexta corona consecutiva.
“Petiso” en alpargatas.
En la calurosa Bella Vista correntina donde nació, Matías siempre se destacó como deportista. Practicaba todo tipo de disciplinas y preferentemente fútbol, deporte con el que estuvo cerca de sumarse a las filas de las divisiones inferiores de Arsenal de Sarandí.
Pero su destino era el atletismo y comenzó a demostrarlo en los Juegos Evita, competencias de la que han surgido muchísimos grandes deportistas de nuestro país, especialmente del interior como el caso de Matías. “Hacía salto en largo con alpargatas, porque era lo único que tenía. Era un peligro porque las pistas no eran de sintético y te resbalabas, pero me defendía bastante bien”, cuenta ahora con una sonrisa.
Desde 2004 a 2007 inclusive fue campeón de salto en los Evita y su vida cambió cuando uno de los detectores de talentos pasó por la vidriera de los Juegos y alertó al seno del Cenard sobre sus condiciones de velocista. Pero nada había sido fácil en su vida y esta no sería la excepción. “No tiene futuro”, sentenció el entrenador Javier Morillas cuando le pasaron el dato, y su dictamen se apoyó principalmente en la estatura de Robledo, que por ejemplo mide casi 30 centímetros menos que el jamaiquino Usain Bolt.
“El entrenador no me quería”, recuerda Matías hoy. “Pero le gané a base de esfuerzo y ahora somos grandes amigos”, agrega en referencia a Morillas, quien aún hoy lo entrena junto a Federico Heredia Barión.
Sus cualidades le permitieron acceder a una beca y con 18 años su vida se trasladó al Cenard de Capital Federal, donde además comenzó a cursar la carrera de profesorado de Educación Física en el Instituto Romero Brest. Sus días se pasaban entrenando, estudiando y descansando; uno tras otro y a toda velocidad, porque cuanto más rápido corriera más cerca estaría su sueño de destacarse como deportista.
Y los resultados comenzaron a llegar, al mismo tiempo que se sumaba un trabajo para subsistir (vendía zapatillas en un shopping porteño) y su familia comenzaba a crecer. Pasaron innumerables torneos (entre ellos Sudamericanos e Iberoamericanos), encuentros internacionales, los Juegos Odesur y hasta un Mundial universitario en Taiwán. Y los cinco campeonatos nacionales de 100 metros llanos, posicionándose desde 2014 hasta hoy como el atleta más veloz de Argentina.
Amor santarroseño.
“Cuando la vi la primera vez me enamoré”, no duda en afirmar Matías cuando se refiere a quien desde hace ya varios años es su pareja. Fue en las mismas entrañas del Cenard donde conoció a Virginia Sciuto, una santarroseña que supo destacarse en diferentes seleccionados de softbol, que hoy estudia la carrera de enfermería y con la que tiene dos hijas: Alma (4 años) y Mía (10 meses).
“Desde hace un tiempo la vida nos trajo a Santa Rosa y ahora ya nos instalamos acá”, agrega el hoy profe recibido, que vive en la casa familiar de Sciuto y, mientras busca un trabajo estable, comenzó a enseñar atletismo en el Estadio Municipal y desde el próximo mes lo hará con los chicos del barrio Santa María de La Pampa. “Me están dando una mano muy grande; espero aportar lo que sé como atleta y como profe, y estabilizarme laboralmente para continuar con mi carrera deportiva”, añade Matías, que mantiene el apoyo de la Lotería de su provincia y corre representando a la Asociación Deportiva Quirón de Buenos Aires.
Mientras tanto, entrena todos los días en la pista de solado sintético de la laguna Don Tomás, preparándose para un semestre con algunos compromisos y especialmente pensando en un 2019 en el que buscará mantener su vigencia como el más rápido de Argentina en la actualidad. “¿El récord de Gats?, nada es imposible si creés que podés y nunca bajás los brazos”.
La soledad y el potencial
Matías Robledo asegura haber logrado, con los años, una estabilidad como atleta que hoy le permite marcar tiempos cercanos a su mejor registro de manera regular. “Este año estuve a pocas centésimas de mi mejor marca en varias ocasiones y eso es bueno”, remara el atleta correntino, que en 2014 logró correr los 100 metros en 10.52 segundos, a menos de un segundo del récord mundial del jamaiquino Usain Bolt (9.58).
“Para un atleta, la madurez llega entre los 24 y los 30 años”, añade Matías, de 28, que desde hace unas semanas entrena todas las mañanas en soledad en la pista del Parque Don Tomás. “Esa madurez también te sirve en estos momentos, porque es muy difícil entrenar solo si sos muy joven y no conocés bien tu cuerpo y tu cabeza”, agrega. Su nuevo lugar en el mundo es la pista santarroseña, a la que destaca por su infraestructura y su enorme potencial para desarrollar el atletismo. “Hace poco que estoy acá y veo que hay muchos ‘runners’ que van a la tarde a entrenar a la pista; en cambio a la mañana no va casi nadie. El lugar tiene un potencial increíble y ojalá se empiece a usar cada vez más porque debería tener un movimiento constante de chicos y grandes que hacen atletismo”, se entusiasma. La Arena