OCHO DE CADA DIEZ PAMPEANOS PERCIBE MENOS DE 20 MIL PESOS AL MES
Los datos de la EPH referidos al primer trimestre del año arrojaron resultados preocupantes. La distribución del ingreso en el conglomerado Santa Rosa-Toay son cada vez más desiguales. Cinco de cada diez habitantes perciben ingresos que no llegan a los 10 mil pesos por mes.
Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) correspondientes al primer trimestre de 2018, referente niveles de ingresos por capas de la sociedad (deciles) en el aglomerado urbano Santa Rosa-Toay (132 mil habitantes), son preocupantes. La distribución del ingreso es cada día más desigual y esa brecha está en crecimiento.
Ocho de cada diez pampeanos que pernoctan en ambas ciudades perciben ingresos menores a los 20 mil pesos mensuales. La mitad de ellos (cinco de cada 10) no llega a los 10 mil pesos al mes.
En cambio el 10% más rico (13 mil personas) se apropian del 38% de la renta total. En otras palabras, la diferencia porcentual entre la población de mayor ingreso disponible y la menor (pobres e indigente) fue del 2.000 por ciento.
Como en Chile.
Que el 10% más rico de la población urbana de la capital provincial obtenga más de un tercio de los ingresos totales es un dato contundente, mientras que el 40% de los de menores ingresos solo se apropie apenas del 15% restante implica una diferencia de ingresos entre pobres y ricos similar a la de Chile, que es el país americano junto a Brasil con la mayor desigualdad social.
La medición de la distribución de la renta per cápita durante el trimestre enero-febrero-marzo, según el Indec, indica que en la parte más baja de los ingresos salariales tiene un promedio de 4.369 pesos mensuales obteniendo apenas el 1,2% del total de los ingresos.
En cambio, el 10% de la población más rica, tuvo un promedio de ingresos mayores a los 84.998 pesos, acumulando el 31,5% de los ingresos totales.
En cambio si la comparación de ingresos se hace entre ricos y pobres en la categoría de indigentes, la brecha supera las 20 veces.
Ingresos por deciles.
De acuerdo al informe, el primer decil -se computan ingresos entre 2.500 y 4.000 pesos- tuvo un ingreso promedio de 3.042 pesos. El segundo -ingresos desde los 4.000 a 10 mil pesos- tuvo ingresos promedio de 6.478 cada treinta días, mientras que el tercero -de 10 a 15 mil pesos- registró un promedio de ingresos 12.630.
Para el cuarto decil, con ingresos de entre 15.000 y 20.000, el promedio fue de 17.815, en tanto que para el quinto -sueldos entre 20 y 30.000 pesos- de 25.496.
Respecto del sexto decil, abarca a los que obtienen entre 30 y 44.000 (monotributistas, empleados medios del comercio-servicios y agentes estatales), el promedio fue de 36.168 pesos, mientras que el séptimo -que va de 44 a 60 mil pesos- de 53.163 pesos.
Por el contrario en el decil más alto, incluye quienes perciben un ingreso disponible superior a los 60 mil pesos, diferencia abismal con lo que menos tienen.
Otro factor de fuerte impacto fue la caída del nivel de actividad y la mayor conflictividad salarial.
Nivel educativo.
La brecha de ingresos de acuerdo al nivel educativo crece. Por ejemplo, un graduado universitario tiene un ingreso con quien no tiene ese tipo de estudios 8 a 10 veces mayor.
El que llega a una educación terciaria recibe entre 5 a 6 veces más sobre los que solo terminaron el secundario, ni qué hablar con los de la educación inicial.
Ese diferencial salarial se da pues el 22% de la PEA (29.452 personas) no completó la escolaridad primaria y el 20% (27.174) no finalizó el ciclo secundario. En otras palabras, hay un universo de 56.626 pampeanos (47%) con niveles de ingresos inferiores sobre aquellos que sí prosiguieron sus estudios y es allí donde se genera la mayor desigualdad social.
Todo ello a pesar de que aquí los más pobres acceden a subsidios provinciales, viviendas públicas y los indigentes a merenderos, comedores escolares y un hospital público que cubre hasta los medicamentos.
En caída libre.
La profundización de la desmejora en la distribución del ingreso en la capital de la provincia y su principal localidad satélite sigue aumentado. A la caída de la actividad económica del comercio, servicios e industria, el nivel de ingresos de las clases pudientes y medias altas se ensancharon por el fuerte impacto de la inflación y la enorme rentabilidad del negocio financiero (tasas de interés en plazos fijos, Lebac, Letes y ahorros en dólares).
Ello dio lugar a que los ingresos pagados por el sistema bancario, beneficiaran superlativamente a aquellos que tenían ahorros y salarios altos. El 10% más rico ganó 10 veces más que el decil más bajo, si bien lejos de las 7 veces de la crisis del 2001, preocupa a las autoridades. El estrato más alto se apoderó del 27% de los recursos totales mientras que la base se quedó con el 4 por ciento. Esa relación era de 25% y 3,8% tres años atrás.
Suba importante.
Los datos pertenecen al informe sobre Evaluación de la Distribución del Ingreso correspondiente a la última EPH. De acuerdo con este trabajo, el ingreso promedio en los hogares de más altos ingresos es de 77.900 pesos lo que implica una suba importante. A su vez, en el decil inferior, los de categoría informal (en negro), se ubicó en 6.042 pesos para asalariados sin estudios. Otro de los problemas de este mercado oculto, que se ubica en un rango del 37 por ciento.
Dentro de las ramas profesionales los ingresos más altos lo perciben empleadores (hasta entre 75 y 110 mil) seguido de asalariados en cargos jerárquicos (60.800). En cambio, los ingresos más bajos son para los cuentapropistas del monotributo social y/o agropecuario y básicamente del servicio doméstico en negro con 8.300 pesos mensuales de techo.
El subsidio tan denostado
Gracias a la Asignación Universal por Hijo (AUH), que corresponde a todos los desocupados y monotributistas sociales, las embarazadas, trabajadores no registrados y de servicio doméstico que ganen igual o menos del salario mínimo, vital y móvil, y a las ayudas provinciales a los de menores ingresos, se ha logrado un impacto focalizado estratégico en los estratos más vulnerables de la población pampeana. Esto confirma que el tan denostado subsidio sigue contribuyendo al aumento en el nivel de vida de una masa cada vez mayor de indigentes, aunque no a la superación de su estado de pobreza. La Arena