Ariel Ruiz, de 44 años había nacido en la localidad pampeana de San Martín y se había radicado en Bahía Blanca. Murió este miercoles luego de caer del cerro Napostá el martes.
El accidente ocurrió el martes en Sierra de la Ventana y Ruiz falleció tras caer por la empinada ladera este del cerro Napostá mientras practicaba rappel, era un apasionado guía de montaña y un experimentado instructor de actividades al aire libre.
Ruiz administraba un circuito de canopy en la Estancia Las Vertientes, en Villa Ventana. Además, era dueño de la empresa Sherpa GDM, a través de la cual organizaba viajes para practicar montañismo y escalada en algunos de los picos más atractivos del país.
“Somos gente de montaña, nos apasiona transitarlas, recorrerlas y vivirlas”, era el slogan de su emprendimiento.
Entre los amantes del montañismo era una persona reconocida por su experiencia y querida por su espíritu aventurero, calidad humana y generosidad.
Fiel a su forma de vida, también era un fanático defensor de la naturaleza; especialmente, de las maravillas del sistema de Ventania que tantas veces había recorrido de día y de noche, en invierno y verano, bajo todas las condiciones climáticas. Era -dicen- su lugar en el mundo.
“Este fin de semana que pasó estuve en tres ascensos al cerro Tres Picos y un día escalando en el cañadón del Napostá”, escribió el 8 de este mes en su página personal de Facebook. Con respeto, a continuación criticó a quienes subían los cerros haciendo “un uso irracional de la radio VHF”, sin botiquín o “escuchando música al palo con un parlantito”.
“Pudimos encontrar el momento íntimo de conexión con la montaña, una cumbre para nosotros solos. Y no fue una cumbre más, fue LA CUMBRE. Un espectáculo cósmico que la buena fortuna nos regaló. Cielo despejado, nada de viento, temperatura súper agradable. Al mismo tiempo que caía el sol, aparecía una luna llena majestuosa y cautivante, tan luminosa ella que no nos atrevimos a encender las linternas”, relató.
“Llegó la noche, nos quedamos hasta las 22. Abajo, un mar de carpas y sus respectivos ocupantes se preparaban para dormir. Estaban por todos lados. Cuando encendí una linterna apuntando al valle, al unísono nos empezaron a hacer señas con las luces. Para completar la noche, un par de lentas estrellas fugaces hicieron su aparición en el momento en que todos mirábamos”, agregó.
Así era Ariel, aseguran sus cercanos. Un hombre de la montaña.