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Foto del escritorLa Pampa

En La Pampa ''había palmeras, tortugas y caimanes''


LA MESETA EL FRESCO, UNA PUERTA AL PASADO GEOLÓGICO PAMPEANO

Las recientes campañas del Museo de Historia Natural de La Pampa a la meseta El Fresco, en el departamento Puelén, han permitido revalorizar el potencial geológico y paleontológico que albergan sus rocas, depositadas hace unos 50 millones de años.

Las prospecciones confirmaron que allí hubo un lago de enorme extensión en cuyas playas habitaban caimanes, tortugas más grandes que las tortugas de Galápagos, aves acuáticas de familias extintas, mamíferos poco evolucionados, anfibios y palmeras. Todo ello en un clima parecido al de Amazonia.

Es un yacimiento de carácter único a nivel sudamericano, ya que hay pocos lugares que guardan un registro tan completo del período Eoceno.

La meseta El Fresco, conocida también como sierra El Fresco, se encuentra en la porción oriental del departamento Puelén, un departamento del oeste pampeano que sobresale por la riqueza y variedad de sus rocas y fósiles.

“Tenemos desde rocas contemporáneas a los dinosaurios, es decir superiores a los 65 millones de años, a rocas marinas posteriores a su extinción, y también rocas correspondientes a un gran lago que se desarrolló hace 50 millones de años”, detalló el director del Museo de Historia Natural, Marcos Cenizo, a La Parte y el Todo, de CPEtv.

Cenizo encabezó expediciones a esta meseta entre 2017 y los primeros meses de 2018. Cada una de ellas trajo gratas sorpresas. Las campañas fueron posible merced al empuje de los vecinos de Puelén, algunos docentes de su Escuela Hogar, los propietarios de los campos de la zona, y los baqueanos que conocen sus rincones más inaccesibles.

Material.

Cenizo destacó en particular al docente Gabriel Golberg, al intendente de Puelén, Carlos Llanos, y al poblador Delfín Quintana, un baqueano que encontró material que despertó su curiosidad y se percató de que eran restos paleontológicos de interés científico. Eran placas de tortugas, bastante fragmentadas y totalmente fosilizadas.

Hasta el año pasado, el registro paleontológico de la meseta El Fresco era escaso: restos correspondientes a un grupo de aves llamado presbiornítidos -ancestral a los patos y cisnes actuales-; un molar de un mamífero muy primitivo -también de una familia ya desaparecida-, y fósiles de un grupo de anfibios desconocidos hasta ese momento. Este último hallazgo permitió a la doctora Analía Púgener la descripción de una nueva especie de ranas, a la que denominó “Shelania laurenti”.

“Con la idea de que tenía que haber más material, volvimos al sitio inicial. No solo encontramos más material sino que decidimos relevar un sitio próximo y tuvimos la sorpresa de ubicar dos nuevos sitios, con más material”, relató Cenizo.

Tortugas y caimanes.

La campaña de principios de marzo de este año deparó enormes sorpresas. Aunque material recolectado recién empieza a estudiarse, el ojo avezado de Cenizo y sus compañeros de viaje permite anticipar algunas de estas sorpresas.

“Hemos podido determinar hay 3 ó 4 especies de tortugas diferentes”, reveló. Todas ellas representan especies de gran tamaño, en algunos casos mayores aún que las tortugas de Galápagos, las tortugas vivientes de mayor tamaño. Una de ellas corresponde a Meiolánidos, tortugas de gran tamaño que presentaban cuernos sobre el cráneo.

Junto a ello se hallaron restos de caimanes de gran tamaño, troncos de palmeras o helechos arborescentes. También el lugar fue fructífero para el descubrimiento de pequeños vertebrados como peces y anfibios, así como nuevos moluscos dulceacuícolas. En general los sitios portan mucho material pero muy fragmentado.

En lo que respecta a tortugas, el director se puso en contacto con Juliana Sterli, investigadora del Museo Egidio Feruglio, de Trelew, una especialista a nivel internacional en tortugas, para encarar el estudio en conjunto. “Con ella vamos a empezar a armar este rompecabezas, que demanda mucho estudio porque hay que comparar con un montón de otros fósiles, de otros lugares del mundo, pero es muy augurioso haber bajado solo en dos lugares y encontrarnos con tanta cantidad de restos”.

De hecho, Cenizo descuenta que en próximas campañas se podrán encontrar nuevos yacimientos, incluso con nuevas especies y posiblemente en mejor estado de conservación.

Contexto geológico.

Al momento de depositarse los sedimentos que hoy forman la meseta El Fresco, América del Sur aún estaba unida a la Antártida y no se había desarrollado la cordillera de los Andes. Nuestra región se encontraba en una latitud similar a la actual aunque presentaba un clima subtropical a tropical. “Había un ambiente parecido al que hoy podemos ver en Amazonia”, comparó el investigador.

La desconexión de Antártida produjo “un enfriamiento global”, a nivel mundial, que representó “el evento de mayor significación en la evolución de las biotas de los últimos 65 millones de años”. La desconexión permitió que se estableciera la Corriente Circumpolar Antártica, y enfriamiento global que provocó “marcó un cambio evolutivo muy importante de animales y de plantas en ese momento”, subrayó.

El paquete sedimentario expuesto en la meseta El Fresco “es muy grande”, con un espesor superior a los 40 metros, donde alternan momentos de sequía y de relleno del lago. “Las rocas muestran esas fluctuaciones en el nivel del lago, que se estima que tuvo más de 700 kilómetros cuadrados de superficie”.

La meseta en si, y los sitios paleontológicos ya conocidos y los que ahora se incorporan ,”son importantes a nivel sudamericano” ya que fuera de algunos afloramientos en Chubut, no existen en Sudamérica depósitos tan completos de 50 a 40 millones de años. “Este yacimiento nos cuenta una parte que quizá esté faltando en el sur de Patagonia”, sintetizó.

Patagonia.

También muestra que la historia de Patagonia y de esa parte de La Pampa tienen mucho en común. “Yo estaba ahí y pensaba ‘si esto no es Patagonia, no sé qué es Patagonia’. Incluso la geoforma es muy parecida a los yacimientos de Patagonia”, aseguró. “De hecho diría que es uno de los yacimientos más típicamente patagónicos que existen en la región norpatagónica”.

Ante la trascendencia de los hallazgos, Cenizo se entusiasmó con la idea de valorizar estos lugares e incorporarlos a los circuitos de museos paleontológicos que existen en Río Negro y Neuquén. “Nosotros podríamos ser la puerta a esos circuitos turísticos”, planteó el director, no sin dejar de señalar que “este tipo de desarrollo turístico necesita previamente de un desarrollo científico que ponga en valor esos lugares”.

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