La posibilidad seria de que se produzca un desdoblamiento de las elecciones provinciales de las nacionales, adelantó el debate en torno a la fórmula que el peronismo presentará a la sociedad para mantener el control político de La Pampa.
Carlos Verna aparece como el único capaz de lograr que no se corte la racha iniciada en 1983. Pero a diferencia de otras elecciones, el justicialismo no se siente holgado en la disputa con Cambiemos porque viene de ganar una elección por poco más de 70 votos.
Con el paso de los años, los tres líderes indiscutibles no han generado un relevo y se encuentran en la encrucijada de seguir en el primer plano para no perder todo. Unos 10 años menor que Marín y Jorge, pero con 72 de vida, el actual mandatario resume en su persona el respaldo de la sociedad, de los sectores internos y capacidad de gestión demostrada en casi dos mandatos como gobernador. El resto de los dirigentes con reconocimiento social, vienen muy por debajo en las preferencias de la gente.
Por eso, la pelea no es por la gobernación, sino por la vicegobernación. Verna, de confirmar que compite por el primer escalón, le dará 4 años de respiro al PJ para construir el relevo, ya que la constitución provincial le impide completar más de 2 mandatos. Esa falta de referentes claros por fuera del tridente histórico hace que varios se anoten en la partida y den, en los meses que quedan, la pelea para ser el o la elegida.
Si repite fórmula, Mariano Fernández no podrá sucederlo en la gobernación. Por eso es que los marianistas evalúan 4 años de impasse a partir de 2019, sin perder visibilidad ni iniciativa política, para volver al tapete en la próxima elección ejecutiva. Allí aparecen como posibilidad la intendencia de Santa Rosa, con promesa de riña intestina, o una diputación nacional que lo alejaría del contacto cotidiano con la provincia. Para ganarse ese lugar en Convergencia, debe disputarle a Espartaco, hijo de Rubén Marín.
Entre sus ministros, al menos 4 tienen pretensiones. El mimado de los últimos tiempos es el de Gobierno y Justicia, Pablo Daniel Bensusan. Reúne en su persona varios pros: juventud, tiempo de gestión, es de Santa Rosa y supo resolver las crisis políticas institucionales causadas por el Kirchnerismo cuando intentaron inhibir la participación del PJ en 2015 para instalar al Frente para la Victoria como la única herramienta válida para competir. Además, no es menor que su suegro sea Juan Ramón Garay, uno de los hombres de confianza de Verna desde hace tiempo, lo que le garantiza continuidad política a la Línea Plural dura.
En el mismo sector, de vernistas de paladar negro, aparecen la ministra de Desarrollo Social, Fernanda Alonso, y Martín Borthiry, de Desarrollo Territorial. Alonso es de General Pico, lo que le resta posibilidades a la tradición que indica que uno debe ser de la capital provincial. Pero esa falencia, la suple con la lealtad, un valor imponderable en su sector. La gestión ha tenido altibajos y varios la señalaron como una de las que no hizo lo que tenía que hacer antes de las PASO del año pasado, donde por lo bajo, afirmaban que “los compañeros no se sintieron contenidos”. En su favor se señala que la crisis social, real y palpable, no se ha expresado en conflictividad cuando recorren el tercer año de gobierno.
Borthiry tampoco es de Santa Rosa, pero vive acá hace varios años. La cercanía con Ataliva Roca, donde fue intendente, lo hizo casi un vecino de la ciudad. Ha construido referencia en toda la provincia por medio del ambicioso proyecto de crear 1.000 PyMes en 4 años por medio de la ley de Promoción de Actividades Económicas con la entrega de créditos y microcréditos a emprendedores. Afirman que se crearon unos 1.400 puestos de trabajo privado pero que los resultados no se ven porque las políticas nacionales destruyeron empleo en una proporción similar. Entre las PASO y la general, tuvo a su cargo la organización de la campaña en el interior, donde fue la figura preponderante de Verna la que permitió revertir el resultado adverso de las primarias. Sobre estos 3 hipotéticos postulantes pesa un fuerte cuestionamiento: si uno de los elegidos está en esta terna, Verna se cerrará a la Línea Plural y generará profundo descontento en el resto de los sectores, poniendo en juego la costosa unidad partidaria lograda para las legislativas de 2017.
El cuarto ministro, es el que tiene en vilo al peronismo. Incluso, el que dicen extorsionó al primer mandatario con la posibilidad de ir por fuera del PJ si en la alianza gobernante continúa el marinismo. Juan Carlos Tierno tiene también, voto propio. Insuficiente para ganarle a Verna, dicen, pero un número que lo hace el preferido entre los que aparecen en el pelotón.
Lo que sería un valor, también es un disvalor. Tiene piso alto y techo bajo, afirman. Además, pesa sobre él la espada de la justicia que en esta semana dará otra definición sobre la condena en primera instancia por abuso de poder a 2 años de prisión y 4 de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos.
Las furibundas salidas públicas contra el marinsimo son vistas en el peronismo como una jugada política para instalar a su esposa, la 3 veces diputada provincial Sandra Fonseca, como la mujer de Santa Rosa que lo podría acompañar al gobernador. Y si no, el relevo de Alonso en Desarrollo Social. El premio consuelo de otro mandato como legisladora le permitiría a Tierno mantener visibilidad y estructura política. Es de todos, el que dijo abiertamente que no le importa ir por fuera del PJ y obligó a que Cambiemos pare la oreja e intente seducirlo para mellar el caudal electoral del PJ y palpar por una vez la real posibilidad de llegar al gobierno.
Por último aparece un tándem de legisladores, provinciales o nacionales. Norma Durango fue la vice de Verna en un mandato y eso le mantiene ciertas chances. Su paso por el Senado, avalando la ley de ajuste previsional, le baja las expectativas y la deja en un sector de los cuestionables. Además, no cuenta con el aval que supo tener del marinismo, que ya piensa en Fernández o en Espartaco Marín para los próximos años.
Sergio Zilotto figura entre los más confiables pero nunca se midió solo en elecciones. El cargo que tiene hoy lo consiguió cuando Verna encabezó la boleta sábana. Es de Santa Rosa y siempre ha cumplido el rol que se le encomendó en el armado Plural, pero todos lo señalan más como un político de fuste para la rosca y la negociación, más que para someterse al sondeo social en una contienda electoral.
Por último, el sector gremial es una de las 3 patas que el peronismo siempre menciona en su construcción de poder y trata de no dejar afuera en sus armados. Uno, Jorge Lezcano, ya adelantó que peleará por la intendencia de Santa Rosa.
El otro, Roberto Robledo, tiene una línea propia, con votos para nada despreciables y demostró constricción al trabajo y dedicación en la defensa de los mandatos gubernamentales, como ocurrió en la negociación para la aprobación del último presupuesto provincial. Es de General Pico y allí radica su mayor inconveniente. Sin embargo, la estructura de la UOCRA, el NEP y el apoyo en el resto del sector gremial, pueden servirle para contrarrestar.
En el Centro Cívico saben que la lista se puede ampliar. Los mentideros políticos no se animan a afirmar si la elección del compañero o compañera lo definirá una encuesta o un entramado político interno que garantice que la mayoría conforme una lista de unidad, como ocurrió en octubre pasado. Eso, solo sabe Verna. JJB para PlanB
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