Si finalmente en abril y mayo se recupera el estatus hídrico de los suelos como todos los pronósticos anticipan, la intención de siembra de cereales de invierno va a ser muy importante por dos cuestiones. Una de ellas porque el valor del trigo disponible es muy bueno y otra por la necesidad de dinero de la empresa agropecuaria que hace imposible esperar al otoño de 2019 para obtener algún ingreso fresco. Debido a ello, vamos a analizar la alternativa de la cebada sobre todo para una zona de La Pampa donde los cereales de invierno son de producción inestable.
La provincia de La Pampa tiene dos áreas agrícolas bien definidas: una de ellas es la planicie con tosca, donde predomina un manto cálcico subsuperficial que limita la exploración de las raíces del cultivo, a la vez que reduce drásticamente la capacidad de almacenaje de agua de los potreros, siendo una limitante importante de la producción. A favor tiene que la textura del suelo (fracción de arena, limo y arcilla) es un poco más fina, es decir menos arenosa, lo que le da una retención promedio de unos 15 milímetros de agua por cada 10 centímetros de suelo. En contraste está la planicie medanosa, sin limitantes para la exploración de las raíces, pero con menos de retención por centímetro de suelo (en promedio 1 mm de agua/cm suelo), pero que compensa largamente el agua potencialmente disponible para el cultivo tanto como éste pueda llegar con las raíces. En el caso del trigo o la soja llegan hasta los 2 metros con el sistema radicular, mientras que para un maíz o girasol, ambos pasan ampliamente los 3 metros, y con esta capacidad exploratoria acceden en un mismo suelo a mucha más humedad. Es en este tipo de ambientes (suelo arenoso profundo) que el cultivo suele usufructuar la napa freática, teniendo un verdadero “equipo de riego” debajo del suelo.
El sistema radicular de los cereales de invierno (trigo/cebada) hace que la planicie con tosca sea la zona triguera por excelencia. Es así que al hablar de trigo en La Pampa todos pensamos en Eduardo Castex al Norte, y en Miguel Riglos al Sur. En efecto la planicie medanosa, como puede ser Quemú Quemú o Catriló, está más bien definida como una zona girasolera, con muy baja tendencia a sembrar cereales de invierno, ya que no funcionan tan bien como los de verano, y la brecha de producción entre unos y otros es mucho mayor a la de la planicie con tosca. Sin embargo, con el avance de las malezas resistentes a glifosato, debemos comenzar a plantar más cereales de invierno en la zona arenosa, a la vez que intensificar la rotación agrícola, es decir dos cultivos en un año por lote. Es por ello que recomendamos para la planicie medanosa de La Pampa pensar en la cebada, ya que es un cultivo con algunas ventajas comparativas para esa zona, respecto del trigo. En cuanto a las cuestiones agronómicas más destacadas de este cultivo, podemos mencionar las siguientes:
1. Se cosecha en promedio 10 a 12 días antes que el trigo, lo que es de vital importancia para la siembra de cultivos de segunda.
2. Tiene mejor comportamiento a hongos de suelo.
3. En general produce un poco más que el trigo a iguales condiciones, y se adapta mejor que éste a potreros de menor nivel de producción, y a suelos sueltos.
4. Muy elástica en la fecha de siembra (una semana de atraso de la siembra es un día de atraso de la floración).
5. Hoy en día la cebada que no se puede destinar a malatería, principal mercado del grano, tiene un mercado alternativo que es la exportación como grano forrajero, lo que le otorga mayor transparencia al negocio.
6. Muchos productores mixtos encuentran en la cebada un grano estratégico para su presupuesto forrajero, ya que al ser un “grano vestido”, como se dice en la jerga agropecuaria a los granos que conservan la lemma y la pálea como lo son la cebada y la avena, tiene algunas ventajas. Por ejemplo, no genera empachos en los bovinos y al poseer más proteína que el grano de maíz se adapta mejor a dietas de animales pequeños, categorías éstas que responden más a proteína que energía.
La industria de la malta es muy conservadora, trabaja con muy pocas variedades. Sin embargo, como dijimos antes, hoy tenemos la flexibilidad de poder destinar la producción al mercado de cereales forrajeros, el cual en zafras pasadas llegó incluso a superar el precio de la cebada apta para maltearía. Cuando se produce cebada para malta, se debe tener un cuidado mayor que el que se tiene para un lote destinado a semilla. Eso se debe a que la mercadería va destinada a la industria de la fermentación, por lo tanto debe germinar.
Además, como la maltería consiste en la automatización de un proceso bioquímico, se requiere gran homogeneidad de producto. El cereal se procesa de al menos 300 toneladas por vez, poniéndola a germinar durante aproximadamente cinco días y terminando el ciclo abruptamente. Por lo tanto si la germinación es despareja, al momento de finalizada la misma habrá granos “pasados”, otros en el “punto justo” y también sin germinar, estos últimos representan material inerte o “muerto” y como tal se pudre, genera hongos y toda una serie de complicaciones.
Mientras que si se lo empleara como semilla a ese grano, bastará solo con elevar la densidad por hectárea para solucionar el inconveniente de bajo valor de poder germinativo. La industria no tiene esa opción, consecuentemente el material va a descarte. Adicionalmente, como se trata de una industria muy conservadora, la malta obtenida de la cebada germinada despojada de sus raicillas debe contener enzimas naturales para procesos posteriores, porque la industria es reacia a aplicar enzimas artificiales. Vale aclarar que la raicilla, que surge como residuo del proceso de producción de malta, representa un suplemento proteico de altísima calidad para los bovinos.
Un párrafo aparte requiere el tema fertilización, sobre todo lo que a nitrógeno se refiere, no solo por su impacto en el rinde, sino en la calidad. Fuertes fertilizaciones nitrogenadas pueden generar exceso de proteína, (más del 13%), lo cual no es deseable porque le da turbidez a la cerveza. Sin embargo, tampoco debemos pecar por defecto de este nutriente, debido a que si el ambiente es propicio para generar altos rindes, la dilución del mismo en mayor cantidad de grano puede disminuir el tenor proteico, incluso debajo del límite del estándar de comercialización (10%).
Sin duda que la producción de cebada tiene varios aspectos más que no podemos tratar en una columna periodística, sin embargo se trató de hacer hincapié en los más importantes, a la vez de darle una visión al amigo productor del tipo de negocio que este grano representa. La buena noticia es que si la calidad de la semilla obtenida no califica para malta, hoy tiene la opción de destinarla a un mercado mucho menos exigente como es el forrajero, o incluso consumirla dentro del propio establecimiento, si es que la empresa es mixta (agricultura y ganadería).
Mariano Fava: Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos - El Diario - @MARIANOFAVALP