LA TRADICIONAL FARMACIA FUNCIONABA HACE 40 AÑOS EN UN LOCAL UBICADO EN LA CALLE RIVADAVIA
Luego de 40 años de actividad comercial, la tradicional Farmacia Priotti dejó de atender al público por cierre definitivo.
El farmacéutico Rubén Priotti, cerró su negocio el 28 de febrero pasado, dejando atrás cuatro décadas de historias con cada uno de sus clientes-pacientes con quienes tenía “un compromiso moral muy fuerte”, según manifestó.
“La decisión no fue simpática, pero la tuvimos que tomar porque el tiempo transcurre para todos. Este es un servicio a la comunidad, que no se puede brindar a medias. El compromiso con la gente del pueblo era tan fuerte que no podía darme ese lujo, tenía que ser de excelencia. Y si uno no está en condiciones de brindar ese tipo de prestación lo más lógico es dar un paso al costado, con toda la tristeza que eso me provoca”, explicó el profesional, quien cumplirá 68 años el 9 de Julio venidero.
Hacía varios años que venía analizando el cierre del comercio, que funcionaba en la calle Rivadavia. Encontró el momento adecuado cuanto tuvo “medianamente ordenada” su situación con proveedores y personal. “Las sensaciones son encontradas, por un lado siento que me saco un peso de encima, pero en realidad el peso recién comienza porque salgo a la calle y me encuentro con la gente que venía todos los días a la farmacia, algunos desde el primer día que abrí, y les cuesta asumir que esté cerrada, es algo que te emociona, no es fácil de la noche a la mañana romper un vínculo que no fue solo comercial sino de amistad, familiar, eso es lo que más me impacta”, contó.
Priotti atendió a varias generaciones familiares. “Han pasado abuelos, padres, hijos, nietos, nueras, yernos”, remarcó.
Nunca olvida sus orígenes. Sus padres eran propietarios de un campo en la zona del Lote XIII, pero “no tenían mucha capacidad económica”. Ellos solventaron sus estudios universitarios y una vez recibido “deambulé varios años haciendo regencias en distintos lugares hasta que se juntaron una serie de circunstancias y pudimos abrir la farmacia, pero fue todo a pulmón".
Cuando Priotti heredó el campo de sus padres, siguió trabajando en la farmacia. “Hemos pasado por todos los avatares económicos, momentos duros en los que las obras sociales no pagaban o lo hacían con bonos, en esos períodos podría haber cerrado porque estaba estabilizado, pero sentía un compromiso moral muy fuerte que ni siquiera me lo permitía pensarlo. Seguí dedicándome a la actividad agrícola, pero nunca se me ocurrió dejar la farmacia en esos momentos complicados, si lo hacía me hubiese dolido. Tal vez me hubiese ido mejor, pero en la vida no todo es dinero, hay otros valores que uno trata de rescatarlos y sostenerlos”, señaló.
Extrañará a los jubilados porque fueron el “sostén” de la farmacia. “La historia de cada uno de ellos se entremezcla con la mía porque nos conocemos desde hace muchos años. Hay personas que siempre vinieron a buscar su medicación, esa relación es como un sello que no es tan fácil de borrar”, indicó.
Tuvo cuatro empleadas. Dos de ellas trabajaron diez años. La primera fue Griselda Mayer, quien dejó de trabajar cuando contrajo matrimonio, y la última Dorina Russman. “En buena hora que consiguió trabajo al instante y esto muestra la calidad de persona que es. Me da tranquilidad porque está en carrera laboral de nuevo”, dijo Priotti al referirse a Dorina.
Solo tiene palabras de agradecimiento hacia los vecinos. “Jamás tuvimos conflictos de ningún tipo, en épocas muy difíciles donde los servicios se cortaban siempre tratamos de que recibieran los remedios que necesitaban. Cuando uno llega a esta altura de la vida busca la buena relación y la amistad con toda la comunidad. Eso es lo que realmente me reconforta”, finalizó.
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