EXPERIENCIA DE DOS PAMPEANOS EN FRANCIA
Estudiantes de agronomía de la UNLPam realizaron pasantías en el exterior. Trabajaron en explotaciones porcinas familiares.
Ambos cursan la carrera en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa. Permanecieron en Europa desde el 1 de agosto de 2017 hasta los primeros días de febrero de este año trabajando y estudiando.
Esta posibilidad de movilizarse hacia el país europeo se las brindó la alta casa de estudios pampeana a través del Programa Argentina Francia Agricultura (ARFAGRI), que implementa proyectos de cooperación entre instituciones de educación superior francesas y argentinas vinculadas con las disciplinas agronómicas, agroalimentarias, veterinarias y afines.
FAMILIAS DE INTERCAMBIO.
En la ciudad de Angers, cursaron en la universidad privada Ecole Superieure Dágriculture (ESA). “Nos recibieron muy bien. Todos los estudiantes extranjeros tuvimos una reunión informativa en un molino harinero, ubicado a las afueras de la ciudad. Nos brindaron un agasajo de bienvenida y después conocimos a las familias rurales con las cuales hicimos las pasantías”, contaron. “El sector agrícola en Europa es diferente al de Argentina. Estábamos en una región donde los predios tienen 60, 100 hectáreas o un poco más”, contó Luciano, quien se albergó en un establecimiento de 65 hectáreas compuesto por un matrimonio y dos hijas, que en ese momento estaban fuera del país en un programa de intercambio estudiantil. “Me trataron como un hijo más, me sentí contenido todo el tiempo”, recordó. “Se dedican al engorde de porcinos, los llevan a 90 kilos. Tienen una producción de entre 300 y 350 animales. La alimentación es automatizada. Mi tarea consistía en la carga del maíz y otros cereales en el sistema y en algunos períodos hacía la limpieza de las salas”, detalló y agregó: “También tienen un criadero de 6.000 pavos. En ese sector controlaba a las aves y que funcionara bien la alimentación que es automática”.
Franco convivió con un matrimonio con dos varones, uno estudia ciencias económicas y estaba de intercambio en la India y el otro se había ido de intercambio a Australia y se quedó a vivir en ese país porque consiguió trabajo. “También me trataron como un familiar, dormía en una de las habitaciones de los hijos”, contó. “Era una explotación porcina de ciclo completo, es decir, cría, recría hasta la venta de los capones gordos. En las primeras dos semanas atendía a las cerdas, que están en jaulas, pariciones, destetes y seleccionaba animales que iban al frigorífico. Después trabajé en el proceso de engorde. Los cerdos están todos en galpones, que tienen variables reguladas de temperatura, ventilación y alimentación automática”, puntualizó. “No estaba de acuerdo con algunas prácticas pero tenía que hacerlas porque es su forma de producción y uno fue allá a aprender y ver como se hacen las cosas”, apuntó.
Los propietarios del establecimiento “trabajaban 130 hectáreas y ahora están en 150, que eran las que necesitaban para ser autónomos en la producción de alimentos. El único problema que tenían eran los desechos de los animales, para lo cual ya invirtieron en una máquina que separa líquidos y sólidos. Estos últimos los venden a horticultores para abono de huertas y los líquidos lo dejan estacionar en un gran piletón y después riegan los campos aportando fertilidad al suelo”, remarcó. “La diferencia más grande que vimos es que hay mucha presencia del Estado para facilitarles créditos a los productores para que puedan acceder a un sistema automatizado y sea más intensiva la producción. En un año o año y medio logran amortizar esa inversión porque cuentan con estabilidad de la moneda, seguridad bancaria y las políticas les permiten hacer inversiones a largo plazo con una rentabilidad y siendo dueños de una pequeña escala”, precisaron. Además desarrollan “una agricultura más amigable con el medio ambiente”.
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