A 36 años de Malvinas, el relato de un sobreviviente pampeano
- Winifreda
- 2 abr 2018
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GUSTAVO DÍAZ, EX-HABITANTE DE WINIFREDA :
Gustavo Díaz, uno de los treinta y un sobrevivientes pampeanos del crucero General Belgrano hundido en la guerra de Malvinas, relató la tragedia que vivió durante el conflicto bélico con Gran Bretaña. A treinta y seis años del desembarco argentino en las islas, confesó que Malvinas es siempre un "sentimiento" y se esperanzó con la posibilidad de que, por la vía diplomática, vuelvan a ser manejadas por Argentina.

Díaz nació en Santa Rosa, el 20 de mayo de 1962. El 2 de abril de 1982 se encontraba realizando la "colimba" en la base marina de Punta Alta, cerca de Bahía Blanca. Había comenzado la instrucción como conscripto en ese destino en septiembre de 1981 luego de que en el sorteo le tocara un número "alto", el 980.
De La Pampa eran unos 140 los soldados que se encontraban haciendo el servicio militar obligatorio en esa base marina bonaerense. Y una vez iniciada la guerra, comenzaron a recibir diferentes destinos de combate.

"Entre cincuenta y sesenta fuimos los pampeanos que ingresamos al teatro de operaciones, los que partimos hacia Malvinas. Treinta y cinco fuimos designados al Belgrano pero, lamentablemente, cuatro murieron", contó el héroe de Malvinas, en diálogo con Diario Textual.
El excombatiente recordó que el 2 de abril del ´82, aún estando en Punta Alta, los hicieron formar de una "manera especial" para comunicarles que se habían recuperado las Islas Malvinas, de tal manera que cuando el barco estuviera listo saldrían para la zona del conflicto.
El 13 de abril les otorgaron un "franco local" a los soldados, pero Díaz, de condición humilde, decidió viajar a "dedo" y estar unas horas en Santa Rosa para contarle a su padre lo que estaba pasando. "A las 16 volví a hacer 'dedo' para regresar a Bahía. Me acuerdo que a mamá, por entonces enferma, no le comentamos que me iba a las Malvinas", reveló emocionado.
El viernes 16, finalmente, la embarcación de guerra zarpó de Puerto Belgrano rumbo al Atlántico Sur con 1.093 tripulantes, entre soldados, especialistas de artillería y voluntarios.

Cuando llegaron a Ushuaia advirtieron que la mitad de las municiones estaban vencidas por lo que debieron hacer una recarga. "Era todo nuevo para mí, que recién conocía el mar. Recuerdo que cuando empezamos a navegar en la zona del conflicto nos secundaban tres barcos más chicos porque el crucero no tenía antisubmarino", resaltó.
Díaz tenía a su cargo la misión denominada "santa barbero", que se ejecutaba donde se encontraban las municiones. "Cubría guardias de combate en proa de 4 a 8 y de 16 a 20", detalló.
Hundimiento del Belgrano
El ARA General Belgrano, cuyo objetivo era realizar toda la defensa aérea, navegaba al mando del comandante Héctor Elías Bonzo hasta el fatídico 2 de mayo, cuando fue hundido como consecuencia del ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror. La embestida provocó la muerte de 323 soldados argentinos, entre los que se encontraron los pampeanos Alberto Edgardo "Vasquito" Amesgaray (General Pico), Daniel Enrique Lagos (Telén), Hugo Ramón Gatica (Limay Mahuida) y Jorge Delfino Pardou (Jacinto Arauz). "Todos amigos con los que afortunadamente pude estar en las horas anteriores al hundimiento. Siempre digo que tuve algo así como la posibilidad de despedirlos", confesó.

"Tomé tres tazas de mate cocido por si a la noche no podía cenar. A las 15.55 salí del comedor para ir a mi puesto de combate. Cuando estaba llegando, incluso empezando a sacarme el salvavidas, sentimos un golpe seco. Se cortó la luz y el barco se inclinó. Quedamos a oscuras", relató sobre el ataque.
"Empezamos a buscar la salida y cuando llegué arriba del todo el barco estaba inclinado, con petróleo en toda la cubierta. Se calcula que el impacto fue en la zona del comedor y la cantina porque los fallecidos, en su mayoría, fueron aquellos que habían dejado la guardia de las 16 y estaban arribando al comedor", conjeturó.
La balsa 51
El veterano de guerra precisó que Bonzo dio la orden de abandonar el buque a la hora 16.20 y que él tenía asignada la balsa 51, en popa. Comentó que abandonó el barco por izquierda y no por la derecha, como debía hacerlo por una cuestión de orden interna, porque ese sector se llenó de agua en unos minutos. "Una vez en la balsa de lona, junto a otros 17 soldados, empezamos a remar con dos remos chiquitos y una escoba para tratar de alejarnos de la embarcación y así evitar el efecto succión del crucero dado que el hueco que le causa el torpedo puede chuparte".

Al principio trataron de unirse con sogas entre las balsas en medio del mar pero después resultó imposible por el oleaje, que presentaba olas de siete a diez metros de altura que introducían agua en la embarcación y cortaban las uniones. "A la tardecita ya no nos veíamos de una balsa a otra y estábamos con una sensación térmica de veinte grados bajo cero. Sacábamos el agua con los borceguíes y sólo nos quedaba rezar. Fue duro a tal punto que en las balsas murieron 23 soldados, por heridas y congelamiento", dijo.
A su juicio, las primeras horas en las pequeñas embarcaciones fueron las "más duras" hasta que el clima les dio algo de respiro, en la mañana del lunes 3. "A la noche tiramos una bengala para ver si alguien nos veía porque desconocíamos si nos estaban buscando. Como las olas eran de diez metros, cuando estábamos arriba vimos a los lejos una lucecita que nos dio esperanzas", contó.
"El martes 4 de mayo, a las 8, escuchamos un avión que nos hizo una seña y giró a nuestro alrededor. Y a las doce menos cuarto llegó el buque hospital Bahía Paraíso que nos rescató, tras sobrevivir 44 horas en alta mar. Yo nací de vuelta el 4 de mayo de 1982", aseguró el sobreviviente.

Luego de unos días de navegación y más rescates, el 8 de mayo arribaron a Ushuaia y de ahí se trasladaron en avión a Bahía Blanca. "Mi familia recién se enteró el lunes 10 que había sobrevivido", contó el ex combatiente, que debió seguir con el servicio militar hasta el 30 de septiembre.
-Dijiste que el 4 de mayo, cuando los rescataron, volviste a nacer, ¿cómo convivís hoy con todo aquello?
-Miro la vida desde otro punto. Fue un hecho que no le deseo a nadie pero del que estoy orgulloso. Tuvimos un crecimiento de golpe dado que éramos chicos de 19 años que empezamos a valorar diferente las cosas.
-¿Qué opinión te merecen los reiterados pedidos de diálogo directo que Argentina le formula a Gran Bretaña por Malvinas?
-Para mí Malvinas es siempre un sentimiento y parte de nuestra historia. Estoy convencido de que la diplomacia es el camino para que las islas vuelvan a ser manejadas por Argentina. > DIARIO TEXTUAL 02/04/2015