UNA SE ENCARGA DEL SALÓN COMEDOR Y LA OTRA DE LA BOLETERÍA
Las dos mujeres responsables de la atención de la Terminal de Omnibus de Winifreda, propiedad del municipio, arrancaron trabajando con mucho ímpetu. Una es la concesionaria del salón restaurante y la otra la encargada de la boletería del edificio donde atracan los micros y se encuentra la sala de espera, ubicado en 25 de Mayo y Sarmiento.
Este último sector es atendido por Flavia Cantera, quien fue contratada por una empresa de Santa Rosa. El 16 de febrero cumplió dos meses en su nueva ocupación laboral, que le demanda muchas horas del día. “Les agradezco la paciencia que han tenido conmigo los pasajeros porque todo es nuevo para mí. Ningún trabajo es fácil, pero acá estamos adaptándonos para que la gente pueda hacer uso de un servicio tan importante para el pueblo”, expresó Cantera.
Diariamente atracan los colectivos de Dumas Cat. “Estoy rogando que venga el Chevalier y el Tus, sus directivos todavía no han venido a hablar conmigo pero después de las vacaciones se estarán acercando”, continuó. “En lo posible” abre la boletería a las 6. Quince minutos antes ingresa un colectivo “con poca gente” que se dirige hacia General Pico. “No vengo a esa hora porque el chofer cuando llega vende los pasajes, aparte para mí es imposible estar también en ese horario porque una necesita descansar un poco”, explicó. Puntualizó que los choferes “siempre tienen pasajes a bordo” y se encargan de venderlos cuando ella no se encuentra.
Recomendó “sacar el boleto anticipadamente”, en lo posible “uno o dos días antes” de emprender el viaje. “En los próximos días empiezan las clases, el movimiento de micros será mayor y el servicio se va a saturar. Si necesito un refuerzo me lo van a mandar si lo pido la noche o la mañana del día anterior, por eso es importante que la gente se acostumbre a sacar el boleto anticipado. Estoy media hora antes de que arribe cada micro, a la mañana me quedo dos o tres horas más y a la tarde estoy a partir de las 18 hasta que se va el último colectivo de la noche”, indicó. La trabajadora gestionó ante Dumas Cat el ingreso del colectivo que viaja todos los días, incluido domingos y feriados, hacia San Luis y obtuvo una respuesta positiva.
“Al mes empezó a circular nuevamente, estoy agradecida a la empresa porque permitió que la gente de Winifreda tenga ese servicio con salida de Santa Rosa a las 21.30, llega al pueblo 22.15 y parte hacia la provincia puntana haciendo escalas en varias localidades pampeanas”, señaló.
Boletos remitidos.
La novedad del momento son los boletos remitidos. “Se usan un montón”, aseguró y detalló: “Si una persona se encuentra en Santa Rosa y no tiene tiempo para sacar el boleto me llama por teléfono, se lo imprimo y le paso un código de tres letras y tres números. Lo presenta en la boletería junto con su DNI, aparece en el sistema informático y tiene su asiento. Lo están usando mucho los chicos que estudian en Buenos Aires, San Luis, Carlos Paz, Córdoba capital. Viene la mamá, paga el pasaje, les pasó el código y viajan tranquilos, da mucho resultado. Si es una persona de confianza me lo abona cuando llega a la terminal, acá nos conocemos todos y no es cuestión de embromarse uno al otro”. Existe una nueva regulación nacional para el traslado de menores de 18 años en micros. Si viajan solos, el padre, madre o tutor debe rellenar y firmar una planilla de autorización obligatoria, que la puede retirar en la boletería. Luego presenta ese documento para que la circulación del pasajero sea legal. En viaje de corta o larga distancia la planilla debe estar certificada por Juez de Paz.
De empleada a concesionaria.
La Municipalidad local otorgó la concesión del restaurante de la terminal a la vecina Silvia Weimberger por un plazo de dos años, hasta 2019. “Estoy muy contenta por esta oportunidad que me dan, es un sueño cumplido para mí ya que antes había trabajado como empleada durante tres años y ahora está a cargo mío y de mi ladero Pablo Pereyra”, manifestó la mujer.
Sus hijos también le ayudan a atender a los comensales. Ofrece una amplia variedad de comidas para degustar en el lugar o para llevar al hogar. Bautizó al salón comedor con el nombre “Perwein”, el ensamble de su apellido y el de su pareja, quien estuvo viviendo en Chaco. “Me encanta esta localidad, es muy tranquila y he conocido gente muy buena”, dijo el hombre.
< Luis Barbaschi para LA ARENA 23/02/2018 >