La nena de un año que fue rescatada el pasado domingo a través de RCP (Reanimación Cardio Pulmonar) después de caer en una pileta, se repone en su internación. Le retiraron el respirador artificial en forma definitiva, ya pide por su madre y recibió el amamantamiento en horas de la mañana. Y dejaría la sala de terapia intensiva.
“A la beba le sacaron el respirador, todo. Está completamente desconectada. Lo único que tiene es una sondita, donde le dan de comer. Se despertó bien, los reconoció y empezó: ‘mamá, mamá’, ‘papa, papá’, ‘mamá, papá’. Y bueno empezó a querer subirse upa de la madre”, dijo un allegado de la familia.
“Cuando terminó el horario de visita no la dejaba ir a la madre. Se tuvo que quedar ahí. A ver si le daba el pecho. Lo único que tiene conectada es una sonda. Iban a evaluarla. A las 6 de la tarde capaz que la pasaban a una habitación común”, dijo ese allegado.
El incidente ocurrió el pasado domingo en una casa de la calle Urquiza. Un padre encontró a su nena de un año, boca abajo dentro de una pileta, con signos de ahogamiento: estaba con la piel morada y fría.
Todo ocurrió alrededor de las 20:30 horas sobre la calle Urquiza, entre Yrigoyen e Hilario Lagos. La casa donde ocurrió el hecho es alquilada desde hace apenas dos semanas por una joven familia con cuatro hijos procedente de Neuquén y vinculada a la firma “Autocrédito”.
Todavía golpeado por la situación, emocionado por lo ocurrido, pero preocupado por la salud de la nena, el reconocido comerciante santarroseño Gustavo Wiggenhauser contó en diálogo con El Diario el caso que lo tuvo como protagonista.
“Me cuesta creer todo lo que pasó... la casa está pegada a la mía y en un momento empiezo a escuchar gritos desesperados de pedido de auxilio, entonces me asomo por el tapial y veo al papá con la beba, los dos tirados en el piso. Salto el tapial tratando de entender lo que pasaba, pero en ese momento este muchacho sale para afuera con la nena en brazos buscando ayuda”, inició el relato Wiggenhauser.
Y continuó: “Yo vuelvo a saltar el tapial otra vez hacia mi casa, le digo a mi señora que por favor llame urgente a una ambulancia y cuando salgo a la vereda me encuentro con este cuadro desesperante de la nena tirada en el piso, ya toda fría, blanquita y el papá gritando ‘por favor, Dios, que no se muera, se me ahogó, se me ahogó... la verdad es que no sé de dónde saqué el instinto pero ahí nomás le empecé a hacer respiración boca a boca y RCP, hasta que en un momento empieza a vomitar leche y agua. Justo ahí llega un pediatra que por supuesto me pidió que siguiera haciendo lo que estaba haciendo mientras él le metía los dedos en la boca. Fue todo un instante pero muy intenso, la verdad... al ratito nomás llegó una ambulancia y se la llevaron”.