CON GRAN COMPROMISO ACOMPAÑO A VARIAS PROMOCIONES AL TRADICIONAL VIAJE DE EGRESADOS
El peluquero Hernán "Salpi" Cobreros, 38 años, el tutor de le delegación estudiantil en Bariloche.
En los viajes de egresados generalmente los estudiantes van acompañados de un profesor como encargado del grupo. A contramano de esta moda, varias promociones del colegio secundario Cristo Redentor de Winifreda han resuelto que en vez de un docente sea un vecino, en este caso el peluquero Hernán “Salpi” Cobreros, 38 años, el tutor de la delegación estudiantil en Bariloche. Cobreros ya acompañó a las promociones 2012, 2016 y 2017. Este año fue muy particular para él porque su sobrina de Mauricio Mayer se sumó al contingente local, que viajó a la ciudad patagónica. Es decir, también tuvo que cuidar a su familiar directo.
“La química con los chicos me surge bastante fácil por el trabajo que hago, el cual me lleva a tener contacto diario con los adolescentes y sus padres. Después, siempre les ayudo en la Semana de la Juventud, que es un evento que se hace todos los años organizado por la anteúltima promoción. Les hago la conducción, a guiarse en los distintos juegos. Y otra cosa que me ayuda a estar en contacto con la juventud es que, a lo largo del año, le doy una mano a Joselo, propietario del boliche bailable”, explica Hernán su acercamiento a los jóvenes.
También resalta “el vínculo que mantengo con los padres, quiero que vean en mí a una persona responsable, si bien soy un personaje medio simpático”.
Desde la primera vez que viajó con los chicos, “disfruté y me divertí a la par de ellos, desde el primero hasta el último día, pero cuando tengo que poner en su lugar a alguno lo hago”, confiesa.
Bariloche “está muy controlado, es muy distinto a lo que era 20 años atrás. Las empresas tienen muchísimo control sobre los chicos y hay horarios muy estrictos para ir a los boliches. Entre las 11,30 y 12 de la noche te llaman al hall del hotel, a los chicos les ponen pulseras identificatorias del lugar donde se alojan y después los llevan a los locales bailables en colectivo, cuando antes divagaban por las calles. A partir de las 2 de la madrugada circulan micros de regreso a cada hotel. Un chico no puede entrar a otro hotel que no sea el suyo”.
Además, “he tenido situaciones de chicos enfermos, extrañando o mal de ánimo. Siempre les aclaro antes de partir que lo único que me pone de mal humor y no tolero es la droga, después tomo con ellos, obvio que no consumo la misma cantidad de bebidas porque soy el primero que se levanta y el último que se acuesta. Esto lo hago por una cuestión de responsabilidad”.
Todos los días “los acompaño, veo como llegan después del boliche hasta me siento responsable de que se diviertan. Cada chico, es singular, a veces veo que están mal, entonces los animo, les hago payasadas, porque admito que soy un poco payaso, entonces la pasan bien al igual que yo”. Arma un grupo de Whatsaap entre los padres y envía fotos de sus primogénitos. “Me gusta mostrarles como disfrutan sus hijos las excursiones, la nieve hasta cuando hay alguno durmiendo embriagado. Me da placer enviarles esas fotos para que vean que valió la pena el esfuerzo que hicieron. A los chicos, les transmito el gran sacrifico que han hecho sus padres para que ellos disfruten durante diez días”. Afirmó que Bariloche “tiene una carga emocional muy grande para los chicos. Aunque no lo demuestren, extrañan, se emocionan, se les cruza muchos sentimientos porque se dan cuenta que son los últimos meses que van a estar con sus compañeros de toda la vida y muchos de ellos van a dejar de ver a los padres todos los días porque se van a ir a estudiar a otro lado. Se genera toda esa movida sentimental, más allá de que la pasan muy bien”.
Agradeció a las promociones que lo han llevado porque lo hicieron sentir “un compañero más” y a los padres por “la confianza" que le brindaron "de estar a cargo de lo más valioso que tienen en sus vidas: sus hijos”, finalizó.
< Luis Barbaschi para LA ARENA 30/12/2017 >