LA ANÉCDOTAS DE LOS ABUELOS MOSTRARON UNA ÉPOCA ANTERIOR DONDE LOS JUEGOS Y EL RESPETO DIFIEREN A LOS DE HOY
Los alumnos de primer año “B” del colegio secundario Cristo Redentor de Winifreda vivieron momentos muy especiales cuando compartieron una jornada con los abuelos del programa provincial Cumelén.
El encuentro entre ambas generaciones se concretó en el Comedor Municipal por iniciativa de Marcos Ponce, docente de Historia en el Instituto Privado Cristo Redentor (IPCR) y los chicos de su división enseguida aceptaron la propuesta. “Ellos son nuestro divino tesoro”, dijeron los estudiantes, tras la visita.
“Nos acercamos con los chicos al comedor para que puedan charlar con los adultos mayores, escuchar sus experiencias de vida y a través de sus relatos conocer costumbres de antaño y cómo era ser niño hace más de 40 o 50 años comparado con la actualidad, donde contamos con una legislación diferente, porque a partir de 1989 se sanciona la Convención Internacional por los Derechos del Niño, algo muy positivo para los infantes porque los resguarda a nivel nacional y en todo el mundo”, expresó Ponce.
“Los abuelos quedaron muy contentos porque muchas veces se los deja de lado y no se los visita tan periódicamente como se debería hacer. Nos pidieron que organicemos otra jornada”, agregó el docente. Los chicos, antes de acercarse al comedor, elaboraron en el aula un extenso cuestionario para los abuelos y una vez que estuvieron con ellos las repreguntas aparecieron. Así se generó una charla dinámica que duró más de dos horas, entre mates y tortas. La mayoría de los hombres estaban en una mesa aparte jugando a los naipes, las que más conversaron con los chicos fueron las abuelas. Junto a Ponce estuvo la coordinadora del Cumelén, Susana Besso.
“Los abuelos nos contaron que tuvieron una niñez bastante buena y que antes a los adultos se los trataba con mucho mayor respeto que ahora”, expresó Nehuen Pérez. Los consultaron sobre los juegos que tenían para entretenerse. “A las latitas de sardinas les hacían unos agujeritos con alambres, les ponían tapitas en la parte de abajo y eso para ellos era un autito. Ahora es muy diferente porque predomina la tecnología, tenemos celulares, compus y tablets”, comparó Rocío Guttlein.
Los chicos se enteraron que los abuelos de jóvenes vieron llegar al tren a la estación del ferrocarril local. “Nos contaron que todas las tardes iban a ver a las personas que subían y bajaban de la locomotora y una vez, a uno de ellos, el que manejaba lo dejó subirse y dieron una vuelta”, agregó Rocío. Algunas vecinas recordaron que en su adolescencia concurrieron al mítico Hotel Cine Cervantes, una antigua construcción ubicada en la esquina de Sarmiento y Primera Junta. “Cuando pasaban películas de adultos solo podían ingresar los padres y ellos se tenían que quedar en sus casas, pero algunas veces lograban entrar a la sala con la complicidad de sus padres”, es la anécdota que recordó Paola Mayer.
La mayoría de los abuelos cursaron sus estudios primarios en escuelas rurales, otros en Buenos Aires y en la Escuela 104. La comunicación de antaño era por teléfono público o cartas postales. Los chicos conocieron distintas costumbres. “Antes en la cabecera de la mesa familiar se sentaba el padre, a un costado la esposa y los hijos. Estos últimos tenían que esperar a que sus padres terminaran de comer para levantarse. Hoy en día eso no ocurre”, dijo Paola. “De chicos realizaron trabajos duros en el campo o acompañaban a sus padres. Mi abuelo, por ejemplo, salía a trabajar con su papá desde muy pequeño”, dijo un alumno. “Está muy bueno comunicarse con ellos porque vivieron cosas muy distintas a las que nosotros estamos acostumbrados. Sin duda que son nuestro divino tesoro”, finalizaron los alumnos antes de sacarse una foto grupal con los abuelos.
< Luis Barbaschi para LA ARENA 30/12/2017 >