El gobernador Carlos Verna tuvo que hacer equilibrio durante los últimos días por la cornisa política de la votación en el Congreso de la reforma previsional. Sus legisladores apoyaron media sanción, pero no lo harán en la definitiva. La pregunta es: ¿hasta dónde se puede acompañar la gobernabilidad y hasta dónde se comienzan a pagar los costos políticos de apoyar las leyes de la gestión macrista?
Gobernadores frente al caos
El jueves pasado se intentó sancionar en Diputados la reforma previsional que se trataría nuevamente este lunes. Una ley antipopular desde cualquier ángulo porque avanza sobre los bolsillos de los desfavorecidos, pero que el gobierno considera indispensable para su proyecto económico.
Ya se ha escrito, visto y opinado mucho sobre los incidentes y la represión de esa jornada. Poniendo la lupa en los grupos violentos que buscaron sembrar el caos y los diputados opositores impidiendo la votación, o en la desproporcionada represión y la cacería aplicada con saña por las fuerzas de seguridad. Nada, ni siquiera los gestos desestabilizadores de algunos opositores, justifica la violencia estatal que se observó esa tarde.
En medio de esa batalla quedó Verna, y el PJ pampeano, como ocurrió con la mayoría de los gobernadores peronistas. Los mandatarios no quieren ser "socios del ajuste" pero tampoco sumarse a la irracional embestida antimacrista. Son el PJ de la gestión, los que tienen que gobernar sus distritos y tiene una responsabilidad, no el kirchnerismo en la oposición.
La estrategia y el cementerio
La estrategia de algunos gobernadores del PJ es de manual peronista, señala el periodista Mauricio Maronna: se acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no más allá. Macri, envalentonado por la ola electoral favorable de octubre, llevó a un diciembre caliente con su decisión de avanzar con el recorte jubilatorio para darle sustentabilidad económica a su proyecto político. Aceleró lo tiempos y puso a todos bajo presión. Y en esto arriesga parte de su capital político. De hecho, unió bajo esa bandera a todo el antimacrismo que estaba golpeado tras las legislativas del 22 de octubre.
Verna integra, dijimos, el PJ de la gestión. La reforma previsional, que es parte del ajuste al enorme déficit fiscal que se heredó en Nación, va atada al pacto fiscal. Un acuerdo político que fue firmado días antes y que días después avanza a los empujones.
La estrategia de Verna y sus legisladores nacionales en las dos cámaras se fue definiendo en el minuto a minuto del Congreso. No fue lo mismo la votación en el Senado, que daba media sanción, a la de Diputados que definía la ley misma. Los dos senadores del PJ pampeano la votaron en general, llamados mediante, y dieron una señal a la Casa Rosada de que el PJ pampeano no iba a ser un obstáculo para la gobernabilidad. O sea, para no "poner palos en la rueda". Pero otra cosa fue en Diputados, donde todo se definía. Allí los tres representantes querían, para dar su apoyo, cambios en la letra de la iniciativa, que no fueron otorgados. Allí comenzó la rebelión del interior. "Nosotros vamos a dar gobernabilidad, pero el límite es la nuestra", indicó uno de los vernistas del entorno del mandatario.
Juego propio frente al teléfono
Los diputados que responden a los gobernadores peronistas en distintas bancadas, pero un mismo interbloque, están casi cautivos del macrismo. Sus mandatarios dependen de los fondos nacionales para gestionar 2018. En ese escenario, Verna tiene juego propio: quedó atado al pacto fiscal, pero sus cuentas están ordenadas y si vivió dos años sin la caja macrista que le fue esquiva, puede hacerlo otros dos más. De ahí que las llamadas desde Casa Rosada puedan tener algún efecto, pero no todo el deseado.
En ese marco, previo al jueves, algunos diputados del PJ, ante el rechazo social a la ley y la negativa a su modificación, más otros argumentos como la inconstitucionalidad de su aplicación, dijeron que no iban a acompañar la reforma. Los tres pampeanos, a pesar de los llamados de funcionarios nacionales, tampoco lo hicieron.
Tras los incidentes violentos del jueves, la mayoría de los gobernadores fueron convocados el viernes y decidieron apoyar con sus legisladores este lunes la ley. Verna y sus tres diputados se plantaron en que no lo harán. Si hay quórum, bajarán al recinto, pero no acompañarán.
Como hay argumentos a favor de votar la ley, aunque no sean muy populares, también los hay y de peso para rechazarla.
Haciendo equilibrio entre dos extraños
Los medios nacionales hablan del enojo del presidente Macri con los gobernadores, sobre todo con los que retacean ahora los apoyos. El mandatario lo considera una traición de aquellos que firmaron un acuerdo y ahora se hacen los distraídos. A Verna directamente no lo invitaron a la reunión del viernes. "Es que les iba a escupir el asado", indica el mismo vocero de su entorno.
El gobernador pampeano no aprueba la oposición irracional del kirchnerismo, pero tampoco se va a arriesgar a ser "socio del ajuste", o al menos pagando tan alto precio. Opositor pero con responsabilidad de gestionar, presionado pero todavía con autonomía propia, hace equilibrio en la dicotomía de un país polarizado donde las dos opciones en pugna le son extrañas.
En una excelente serie televisiva de hace unos años, política y más descarnada que House of Card, que no tuvo demasiado éxito en audiencia, "Boss", el despiadado y pragmático alcalde Tom Kane queda frente una disyuntiva al tomar una decisión de peso: ¿Conveniencia o necesidad?
Ese es el planteo que cerca a los gobernadores peronistas frente a los condicionamientos del presidente Macri. Verna puede ser que acompañe algunas leyes por necesidad, otras por conveniencia, pero no lo hará con ninguna que lo lleve a traspasar la puerta del cementerio.