La política de fin de año se trasladó al Congreso nacional, o por lo menos a los poderes legislativos. Frente a la votación del paquete de reformas macrista, el PJ pampeano quedó sujeto a dos lógicas: la oposición radicalizada o la defensa de su gobernabilidad.
Tiempos vertiginosos si los hay
Estas últimas semanas, lejos de aplacarse los tiempos políticos y legislativos con los últimos días de 2017, las noticias giran en torno a la batería de proyectos del gobierno de Macri que se van a tratar en el Congreso en un acelerado minuto a minuto. Casi casi como el resto de la política nacional: tiempos vertiginosos si los hay con la muerte del militante mapuche en el sur en manos de fuerzas federales, la tragedia del ARA San Juan, los desatinos de la gestión macrista con nombramientos o declaraciones o la avanzada judicial contra el kirchnerismo.
Todo se sucede sin darnos una tregua. Los altibajos también ocurren en La Pampa: de la crítica a los senadores del PJ por votar en general la reforma previsional, se pasó en días al triunfo judicial en el que la Corte Suprema avaló la reivindicación pampeana sobre el río Atuel.
Los bloques de los gobernadores
En ese escenario el peronismo está hecho un hormiguero. La fragmentación y la dispersión se hicieron patentes en el Congreso con la asunción de los nuevos legisladores. El justicialismo se fue reconfigurando en una serie de interbloques y monobloques, de acuerdo a la relación que se pretende con la gestión macrista y su cercanía o no con el kirchnerismo.
El PJ pampeano quedó del lado del "bloque de los gobernadores". En el Senado continúa como bloque PJ La Pampa y en Diputados, ahora con tres integrantes, en el bloque Justicialista. En ambos actuarán coordinando dentro del interbloque Argentina Federal.
Alejados de la bancada kirchnerista.
Los gobernadores quieren aumentar de esta manera su poder de fuego a la hora de negociar frente al macrismo y tomar distancia del kirchnerismo que los desperfila, radicaliza las posturas frente al gobierno nacional y limita acuerdos entre las administraciones. En 2018 los gobernadores necesitan gobernabilidad, lo que significa caja, y eso se consigue, en tiempos de vacas flacas, negociando (cediendo o golpeando alternativamente, como sugería el General) con la Casa Rosada. "Un perro ideal, que aprendió a ladrar y a volver al hogar para poder comer", canta Andrés Calamaro.
Hay en esta decisión política una mixtura entre sostener la gestión propia y plantear otro peronismo que el kirchnerista, por ahora vinculado al interior pero muy heterogéneo. Frente a la dispersión y la derrota de octubre, los gobernadores no tienen peso para reconfigurar todo el peronismo, pero si una posición determinante en las votaciones del Congreso para fortalecer su lugar de negociación frente al poder de la Casa Rosada. Sus energías están puesta en sostener sus provincias, y una CFK opositora es casi un estorbo en ese sentido.
La "delgada línea roja" de las reformas
Los gobernadores peronistas se enfrentan a las consecuencias del pacto fiscal que debieron firmar con la gestión macrista. Ahora es el momento de refrendar en el Congreso parte de lo acordado en el acuerdo al que llegaron forzados. Muchos quedaron condicionados frente a la fortaleza electoral de Cambiemos y a la fragmentación del peronismo. Hay una "delgada línea roja" para la oposición en la votación de las reformas macristas (fiscal, previsional, laboral) y la sufrieron en carne propia los dos senadores del PJ pampeano. Ambos votaron en general la nueva ley previsional y no avalaron en particular la movilidad. Una posición incómoda para legisladores que representan a un gobierno que dijo en campaña que defendería los intereses pampeanos frente a la Casa Rosada. En esto hay una "razón de estado": hasta último momento no la iban a votar, pero pesan en la decisión los acuerdos previos firmados por el gobernador Carlos Verna con el gobierno nacional. Norma Durango quiso explicar demasiado lo que se explicaba con poco y sufrió en las redes sociales una catarata de ataques que podría haber evitado. Costo político, que se llama. Diferente postura tuvo el representante de Cambiemos, el radical Juan Carlos Marino, que votó -y votará- sin inmutarse cualquier ajuste, ya que se sabe no representa los intereses de los jubilados y lo más cerca que estuvo de ellos fue hacerles una invitación para que conozcan el Congreso.
Las dos lógicas peronistas
Ahora es el turno de Diputados de tratar la reforma previsional, y de los tres legisladores pampeanos. En el bloque Justicialista está Sergio Ziliotto, que ha avanzado varios casilleros dentro de la bancada, y los dos flamantes diputados que se encontraron de frente y sin quererlo con el paquete de leyes macristas. También van a tener que asumir y navegar las contradicciones a la hora de su votación. No es fácil estar de un lado o del otro de esa línea roja: el sistema previsional financieramente no cierra y puede colapsar, pero no se puede tocar la movilidad; se apoya con reparos la reforma macrista, porque se logró la automaticidad de los fondos que deben llegar para las jubilaciones provinciales. Buenas y malas en la balanza de las decisiones.
El tema de las jubilaciones fue una patada al hormiguero del peronismo pampeano. Hay dos lógicas que se contraponen frente al macrismo y sus leyes: está la opositora a ultranza, voces puntuales como la de Rubén Marín o el diputado Facundo Sola, o periféricas, como el kirchnerismo más cristinista. Y hasta sectoriales, como la CGT pampeana, que a contramarcha de la tendencia nacional, protesta. Y está la otra lógica, la pragmática o estratégica, que derrama desde el segundo piso de Casa de Gobierno hacia abajo, en la que incómodos o rumiando bronca, saben que se deben votar parte de las leyes macristas y negociar modificaciones a las reformas para sostener la gobernabilidad, y la llegada de fondos, en La Pampa. Levantar la mano no es gratuito en costos políticos frente a reformas y ajustes de otro signo político, pero poner en riesgo la gobernabilidad es una irresponsabilidad, dictamina esta lógica.
El minuto a minuto marca toda la política. Casi como el rating televisivo. Lo bueno para el PJ pampeano es que se juega lejos, en el Congreso. Lo malo es la incomodidad de no quedar como socios del ajuste. Al menos hay una estrategia política como guía: hay que gestionar 2018 para tener fututo en 2019. Y no se puede hacer sin plata. Otra vez Calamaro nos diría: "No se puede vivir del amor".
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