LOS INMIGRANTES DEL VOLGA SON "UN PUEBLO SUFRIDO, DESARRAIGADO, PERO GRANDE, COMO SU LUCHA, FE Y PERSEVERANCIA"
La escritora Julia Scheffer Dihel, presentó el libro: Volgenses. La Historia. Inmigración: Alemanes del Volga.
Scheffer Dihel es descendiente de esta corriente migratoria. Su abuelo, Godofredo Scheffer, nació en la aldea de Kamenka, Rusia, circundante al Río Volga, donde se asentó esta colonia de rusos-almenanes.
Ante las penurias económicas y la hambruna, en 1788, Godofredo siendo un niño, junto a sus hermanos Catalina y Juan, también menores de edad, emigró en barco a la Argentina en busca de un futuro mejor. Los tres hermanos viajaron sin sus padres. Godofredo se radicó un tiempo en Coronel Suárez y después llegó a La Pampa donde se estableció en un campo del lote XIII de Winifreda. Se casó con Catalina Herlein. El padre de Julia se llamaba Pedro Scheffer y la madre María Dihel. En el preludio del libro escribió parte de su historia personal. “Tal vez mi interés por Rusia haya comenzado en mi niñez.
Recuerdo las conversaciones en alemán de nuestros mayores, anécdotas muy divertidas. Los tíos con su acordeón tocaban canciones en reuniones familiares, siempre había un buen motivo para hacerlo y contar chistes. Los niños debían cantar esas canciones alegóricas en las fiestas navideñas, esperando con ansias el Papá Noel- Pelznickel-, pero el acontecimiento más importante era Año Nuevo. ´Wunsch´, verso antiguo que teníamos que saber de memoria para así recibir el regalo”.
Su curiosidad crecía más todavía cuando su abuelo contaba que había llegado al país “desde tierras muy lejanas” dejando atrás “un gran mar”, pero “nuestros mayores no daban muchos detalles de su pasado, seguramente tendrían recuerdos muy tristes”. Ya adulta, Julia Scheffer Dihel, viajó a Rusia y conoció las aldeas de sus ancestros. “Con esperanza, alegría y entusiasmo emprendimos el viaje, y pensaba qué encontraría. Llegamos a la región de Saratov – al sur de Rusia- y tras un largo viaje de aproximadamente 500 km a las aldeas circundantes al espectacular Río Volga, que tantas veces escuché. Al fin mi sueño se hacía realidad. Mi meta era la aldea de Kamenka. Me embargó la emoción cuando pise la tierra donde nació mi abuelo Godfried Schäfer (alemán antiguo). No quedó nada allí de nuestras raíces, me impactó ver tan solitaria y humilde la aldea. Se quedó en el pasado”.
La escritora sostuvo que los inmigrantes del Volga son “un pueblo sufrido, desarraigado, humillado, pero grande, como grande fue su lucha, fe, esperanza y perseverancia. Trabajaron duro para mejorar sus vidas y las de sus hijos en tierras desconocidas. En Argentina encontraron un lugar y fijaron raíces. Nada les fue fácil, pero lo lograron”. Y concluyó: “Sus descendientes nos sentimos argentinos con las cualidades más sobresalientes del germano: Honestidad, iniciativa y fuerza de voluntad”.
El presidente de la Asociación Descendientes de Alemanes de La Pampa, Oscar Folmer, le entregó un presente a la escritora en representación de esa entidad. “Es un reconocimiento a tu libro, que es un legado para las actuales y futuras generaciones, por haberte animado a descubrir tu génesis y contarla con tanta pasión, que es lo que sentimos cuando hablamos de nuestro pasado”, expresó Folmer. “Con Julia me une lo afectivo por haber sido vecinos en el campo”, contó y la mujer inmediatamente agregó “nacimos casi juntos. Nos cascoteábamos de lo lindo a la salida del colegio”, provocando sonrisas. “Los alemanes nos estamos haciendo visibles, contando con mucho orgullo nuestras costumbres, nuestro pasado que fue muy penoso. Cada vez que sucede un acto cultural así, que hay alguien que se ha puesto a escribir sobre la identidad de nuestra colectividad, nos pone muy contentos”, finalizó.
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