Ya hemos hablado largamente en esta columna respecto de los múltiples problemas que la inundación le viene generando al centro y norte de la provincia de La Pampa. Tal ha sido el atraso en las labores agropecuarias, que recién ahora se ha iniciado la recolección del maíz. Increíblemente la época de cosecha se ha solapado con la de siembra de este noble cultivo, transformándose esta coyuntura en todo un símbolo de lo crítico que ha sido para el sector agropecuario desarrollar su labor. Una vez iniciada la cosecha de maíz se pensaba que asistiríamos a una zafra muy importante, con rindes superlativos. Esta apresurada conclusión se sustentaba en los primeros lotes recolectados correspondientes a maíces de primera y tardíos. Sin embargo, cuando llegamos a los potreros de segunda la suerte cambió. En efecto, los rindes de muchos de estos lotes eran extremadamente bajos para la tecnología aplicada, y ahí empezaron los interrogantes a los ingenieros.
Increíblemente para La Pampa el exceso hídrico generó una anoxia, falta de oxígeno, en el sistema radicular del maíz de segunda, justo en un período crítico que derivó en un recorte fuerte de su potencial productivo. Mientras que los maíces de primera (tempranos y tardíos), cuando les llegó el exceso de agua, ya estaban en período de llenado avanzado. A los potreros de segunda los encontró en plena floración, ello desencadenó una serie de inconvenientes que devinieron en el fenómeno de baja producción.
Abreviando más en cuestiones técnicas, diremos que la inundación tiene un efecto negativo sobre la mayoría de las especies cultivadas en la región. Reduce su crecimiento e induce a la senescencia. El exceso hídrico y la elevación de la napa freática impiden el normal drenaje del agua gravitante. O sea, la porción de agua que debe ir a las capas profundas de la tierra desalojando la fracción de aire que debe existir en un suelo sano, para su normal funcionamiento, generando consecuentemente anoxia. La deficiencia de oxígeno cambia el metabolismo de la planta, induciendo la vía anaeróbica o fermentativa como mecanismo alterno, éste es poco eficiente en la producción de energía. El maíz en particular soporta un exceso de humedad por encima de la capacidad de campo de un suelo durante largos períodos, lo cual da lugar a un menor abastecimiento de oxígeno a las raíces, tal como ocurre en suelos pesados y mal drenados. Sin embargo no es gratuito. La parte aérea de la planta puede ser afectada por lluvias abundantes en el momento de la floración que afectan el derrame del polen, y un efecto mucho más perjudicial sobre el sistema radicular. Las inundaciones dan lugar al cierre de estomas, a un crecimiento limitado, a clorosis, a un menor crecimiento de las raíces y a la muerte de la planta. La inundación parece reducir la conductividad hidráulica de las raíces, a la vez que las altas temperaturas y la alta radiación aumentan el estrés sobre el cultivo, induciendo un estrés de agua. Las raíces de la planta fundamentalmente se dañan a causa de la acumulación de productos tóxicos originados por la respiración anaeróbica.
En un párrafo destinado a técnicos, diremos que mientras el ácido láctico es el primer producto formado, el cambio resultante en el pH de las células favorece rápidamente la formación de acetaldehído, el cual es convertido en etanol por medio de la actividad de la deshidrogenasa alcohólica. El maíz responde inmediatamente a la anoxia por medio de la formación de aerénquima y de raíces adventicias y por la elongación de los entrenudos más bajos. Estas adaptaciones permiten la difusión del oxígeno a las raíces y facilitan la sobrevivencia a inundaciones de corta duración. La inundación también causa la acumulación de ácido abscísico y de auxinas, a la vez que reduce los niveles de citoquininas y ácido giberélico.
Las inundaciones están asociadas a una menor absorción de nutrientes. La absorción del nitrógeno se reduce por la rápida desnitrificación de los nitratos después de 48 horas de inundación. Altas aplicaciones de nitrógeno pueden compensar en algunos casos los efectos de las inundaciones. En el caso del potasio, su absorción se reduce a causa de los efectos directos de la anoxia sobre la misma y sobre su translocación en la planta de maíz.
En resumen, todos los excesos son malos, tanto la falta extrema de humedad como la inundación. Sin embargo, hay que estar preparado porque subsiste en el inconsciente del amigo productor que el maíz es totalmente resistente a la inundación, y como hemos demostrado en la presente columna hay que tomar los recaudos del caso, porque si bien es muy resistente a los excesos hídricos, no es inmune a la anoxia y perdemos rendimiento.
Ingeniero agrónomo Mariano Fava para El Diario- (MP: 607 CIALP) Posgrado en Agronegocios y Alimentos - @MARIANOFAVALP