El poeta y escritor iba a cerrar las exposiciones de La Pampa en la audiencia pública ante la Corte Suprema, pero no lo pudo hacer. Por eso, el Gobierno Provincial decidió difundir su discurso.
El poeta y escritor Edgar Morisoli iba a ser uno de los expositores en nombre de La Pampa durante la audiencia de la semana pasada en la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la causa del corte del río Atuel. Pero no lo pudo hacer. Por eso, el Gobierno Provincial publicó ayer el discurso completo que Morisoli no pudo leer ante el Tribunal.
Allí, don Edgar realizó un detalle desde los primeros antecedentes de intervención antinatural sobre el territorio y los ríos pampeanos, y cómo eso afectó a la población del oeste.
Morisoli detalló que cuando La Pampa “tras una serie de mermadores recortes territoriales y el consiguiente despojo de recursos naturales esenciales” quedó configurada como Territorio Nacional, en su jurisdicción fluían los río Atuel y Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó.
“La Pampa no ha podido acceder, usar ni disfrutar libremente de tales recursos hídricos, indiscutiblemente interprovinciales, como consecuencia de una extensa serie de acciones perpetradas en o por las provincias aguarribeñas” del sistema hídrico del río Colorado.
“Larga y penosa”
“La historia es muy larga y penosa, y se ha desarrollado ante la inexplicable indiferencia de los poderes centrales”, advirtió, citando como primer antecedente el desvío del río Diamante, a principios del siglo 19, alentado por funcionarios de la colonia en el fuerte de San Rafael, engañando al cacique Carripillón, que había firmado un tratado con la Corona de España que lo mencionaba como “propietario” de los terrenos en la junta de los ríos Atuel y Diamante y que otorgaba la “posesión” de los mismos para la fundación de dicho fuerte.
“Así el río Atuel, que ingresaba desde siempre en la que fuera jurisdicción pampeana, perdió nada menos que la mitad de su caudal”, explicó.
“De un río que superaba los 60 m3/seg quedó reducido al Atuel que conocemos de 32 / 33 m3/seg. Solo así se explica la presencia del enorme delta interior que se extiende entre Santa Isabel y Limay Mahuida: fue construido por aquel Atuel previo al desvío de 1809”, agregó.
Pero para Morisoli, ese fue “solo el comienzo”. Recordó también el antecedente histórico de la denuncia del telegrafista Ángel Garay en la carta dirigida desde Paso de los Algarrobos al presidente Perón, el 8 de agosto de 1947, donde documentaba “todo tipo de alteraciones al escurrimiento natural, como los ejecutados por privados en el sur de la jurisdicción mendocina”. Entre ellos, el taponamiento y desvío del brazo principal del Atuel en Paso del Loro, al que siguieron los “tapones de Ugalde”.
“Esta serie de alteraciones culminaría con la construcción del dique El Nihuil, dispuesto por la Ley Nacional 12650, que el Poder Ejecutivo Nacional promulgó tal como había sido sancionada, sin ejercer su derecho al veto como le hubiera correspondido en defensa de los derechos de La Pampa y los pampeanos, que eran de su directa responsabilidad, ya que en el congreso de la Nación no hubo quien representara a los mismos”, aseguró.
Desarraigo
Esto llevó al “desarraigo forzoso de centenares de familias que debieron emigrar tras la construcción de El Nihuil en 1947”. También provocó la interrupción del escurrimiento del Atuel por 25 años, hasta que “un ciclo de condiciones climáticas especiales” obligó a Mendoza a liberar sus caudales, aunque eso solo se mantuvo por los siguientes diez años para volver a interrumpirse.
“Tal desarraigo forzoso -clara violación de los Derechos Humanos más elementales- fue acompañado por la catástrofe ecológica que convirtió en desierto a grandes humedales, brazos fluviales y lagunas”, detalló Morisoli.
Ese desarraigo es descripto crudamente en uno de los párrafos más sentidos de su discurso:
“Hoy mismo, en las orillas de General Acha, de Victorica, de Telén, de Santa Rosa o General Pico, podemos encontrar aún personas mayores (contemporáneas de don Ángel Garay por su edad) en cuya mirada subsiste la herida incurable del desarraigo forzoso. Allí, en los arrabales urbanos, de poco y nada servían sus saberes pastoriles, su acervo de conocimientos camperos, y contados de ellos consiguieron una ocupación rural. Seguramente sus hijos y sus nietos ya están adaptados y desenvolviéndose en ese medio que inicialmente les fue indiferente u hostil. Pero los mayores, sobre todo los varones, muestran a quien sabe mirar y ver la huella de esa ’profunda tristeza’ que menciona la carta de don Ángel Garay al presidente Perón. Quien haya logrado percibir esa melancolía, no la olvidará jamás”.
“En perjuicio de La Pampa y sus habitantes se han violado larga y reiteradamente principios que hacen a la esencia misma de nuestra concepción de la República y que consagra el Preámbulo de la Constitución, la unión nacional, la paz interior y el bienestar general. Este alto Tribunal es el garante de esos principios, de su integridad, de su respeto y de su aplicación operativa”, reclamó.
“Ese último concepto significará que La Pampa pueda tener una participación razonable en el aprovechamiento de los cursos fluviales interprovinciales, con caudal y calidad aptos para su uso humano y agrocultural”, razonó, y cerró sosteniendo que “así estaremos ejerciendo no solo nuestro derecho sino nuestra condición de argentinos y la idea misma de República que encarna nuestro pueblo”.