A contramarcha de la crisis nacional del peronismo, en La Pampa el justicialismo parece haber cerrado filas detrás de la lógica del “todos unidos triunfaremos” para las elecciones legislativas de este año. En territorio pampeano hubo una bajada de línea para unificar posiciones en torno a la gestión del gobernador Carlos Verna y en abierta oposición al presidente Mauricio Macri.
En esa estrategia, que lo tiene al mandatario provincial como eje, el peronismo intentará sumar todo lo que pueda: no solo a las distintas líneas internas, cada una con su “ismo”, sino también una amplia franja que va desde el massismo hasta el kirchnerismo de La Cámpora, desde un peronismo disidente hasta viejos enemigos durante la era K.
De un lado, y del otro
¿Es posible esa heterogénea gran alianza? El peronismo pampeano tiene su lógica interna, no es monolítico y se asemeja a una coalición de líneas. Por eso puede lograr la suma de otros espacios. Por el lado de La Cámpora, menguado su lugar tras las derrotas sufridas en 2015, fuentes del gobierno indican que se han plegado a esa estrategia para contener a todos los sectores y que sus dirigentes, fieles al estilo que cultivan, habrían recibido una orden nacional en ese sentido.
Por el lado del massismo es más complejo. La alianza con ese sector sellaría la "repatriación" de los peronistas disidentes. Hubo conversaciones de Verna y el presidente del PJ, Rubén Marín, con ambas vertientes, la del Frente Renovador del diputado Darío Hernández y la de Pueblo Nuevo, de su par Daniel Robledo. Ambas negociaciones van por separado, ya que la relación de los ex socios massistas no quedó nada bien. Y esa disputa pesa también en los acuerdos.
Hay pretensiones de ambos massistas de que se haga un frente entre los partidos, idea que barajan algunos dirigentes del PJ. Otros justicialistas piensan que frente al peso político de cada uno, es mejor que adhieran a la boleta del justicialismo como extrapartidarios. Hernández piensa que su espacio debe integrar la lista de diputados nacionales para que quede refrendada esa alianza, Robledo que se debe abrir el Poder Ejecutivo a los posibles socios como signo claro de integración. Ambos massistas ya coordinan con el gobierno de Verna y son opositores al macrismo.
El lugar de las provincias peronistas
Verna además se ha adelantado a los tiempos preelectorales. Cuando todavía en la oposición pampeana no se define si habrá alianza entre la UCR y el PRO, o irán ambas fuerzas por separado, el mandatario ya tiene su precandidato a diputado nacional. El elegido es el legislador provincial Ariel Rauschenberger. La idea es equilibrar la lista frente a todos los sectores internos mayoritarios del PJ, homogeneizar las posturas con un candidato sin mayores resistencias -aunque haya descontentos-, tener una lista competitiva en la capital provincial -ciudad que le ha sido esquiva al partido- y frenar las pretensiones que se podían desatar por el primer lugar. Una estrategia que marca rumbo aunque también tenga sus puntos débiles.
La unidad de acción del Partido Justicialista pampeano contrasta con un panorama nacional de fragmentación, la falta de un liderazgo definido y la permanente búsqueda del rol opositor del peronismo frente al gobierno de Macri.
Como destaca el politólogo Steven Levitsky en El Estadista “los peronismos provinciales son el bastión del peronismo, quizás más que nunca. Son la fuerza sobre la cual puede recaer el partido nacional para producir un nuevo líder con atractivo nacional”. La Pampa, si bien es una provincia “chica”, parece marcar cómo debe ser el camino.
Es que el único factor de poder que quedó en pie después de la caída de 2015 han sido las gobernaciones. El politólogo Andres Malamud afirma que a las riendas del partido se llega desde la periferia. Por eso cada líder provincial es un "jinete in pectore". Y por eso también, no hay nada más central que un gobernador peronista ni nada más periférico que un peronista porteño. Esto lleva a que los justicialistas bonaerenses están siempre indecisos, como boyando en el medio de una avenida que no conduce a ninguna parte.
El termómetro bonaerense
El diputado Espartaco Marín participó en Tucumán de una reunión nacional de titulares de bloques legislativos del PJ, un termómetro de la situación nacional. "Todos miran Provincia de Buenos Aires para ver cómo llegamos a 2019", resume. La dispersión justicialista en PBA solo se va a contener con un claro ganador, y no parece que lo vaya a haber este año. Con una dirigente como la expresidenta CFK con alta intención de voto pero también mucha imagen negativa, cuya candidatura fortalece la polarización y las chances del macrismo, y otros postulantes que no tienen mucho más, con Sergio Massa compitiendo por fuera del PJ, con grupos de intendentes que se enfrentan, todo lleva a un peronismo revuelto y confuso cuyas sombras se expanden al resto.
Malamud habla también de esa esquizofrenia bonaerense, que lleva a que haya elecciones legislativas fragmentadas que se ganan con el 35% de los votos en esa provincia. Y en consecuencia el peronismo puede perderlas. El periodista Martín Rodríguez, en LPO, explica que el desafío del peronismo en la era macrista es "desconurbanizarse", romper con el molde de ese centralismo que lo encapsula y dar un giro que le devuelva "nacionalidad".
En ese sentido, el PJ pampeano, y sobre todo el gobernador Verna, ha sabido “alambrar” los límites de La Pampa para que impere una lógica provincial por sobre la nacional. Una estratega de unidad, aunque los consensos sean forzados o convenientes, que ha convertido a La Pampa casi en un "paraíso perdido" para el peronismo nacional.