Señor Director: La ONG llamada Casa del Encuentro ha dado a conocer su noveno informe anual sobre el tema que motivó su creación: los femicidios y el estado de las acciones oficiales para generar un margen de seguridad para las mujeres que afrontan una ruptura con su marido o su pareja.
La Casa del Encuentro no tiene motivos para creer que las medidas en uso estén dando los resultados que las motivaron a los efectos de su vigilancia, el control de su eficacia y su adecuación a la gran diversidad de situaciones. En cuanto a su cometido de hacer visibles los asesinatos que llamamos femicidios para instalarlos en la conciencia pública como un problema singular y complejo, da datos preocupantes. La información que brinda en sus informes anuales ha sido elaborada con lo que se publica en todos los medios de prensa del país
Veamos algunos de esos datos. En 1916 hubo 290 femicidios, pero solamente en 28 casos hubo denuncia previa de una situación que justificase hacerlo: amenazas, malos tratos, alcoholismo, etcétera. Este dato nos permite saber que hay un déficit en las medidas de apoyo que se instrumentan en la esfera pública. Un déficit en la difusión o, también, en el grado de confianza que han llegado a inspirar las que se aplican. No puede ocultarse que la falta de denuncias o su demora pueden deberse a la indefinición de la mujer por querer esperar un cambio de la conducta inquietante. En los casos de alcoholismo, se sabe que la pareja ha vivido la experiencia de las disculpas y promesas del alcohólico. Otras causales son conjeturables con un margen menor de posibilidad. Hay espera o se ha caído en la resignación. O bien es que la mujer tiene conciencia de lo que está en juego: su programa de vida, la suerte de sus hijos… Lo cierto es que la Casa consigna que de los 290 femicidios, solamente en 28 casos hubo una denuncia previa.
La mayoría de las víctimas oscila entre los 19 y 50 años de edad. Once eran adolescentes de entre los 13 y los 18 años. Además, 401 hijos quedaron sin padres, más de la mitad de ellos menores de edad. Y agrego por mi parte que en algunos casos, como el reciente de Santiago del Estero, los hijos también resultaron víctimas fatales. El hombre, que parece haber planificado una muerte de la familia entera, incluyéndose, fue hallado con vida, pero falleció días después.
Este ha sido el noveno informe anual de la Casa del Encentro, que inició esta tarea en 2009. En estos nueve años lleva computados 2.384 femicidios.
Dado que no hay registros anteriores, es imposible determinar si esta cifra señala aumento o disminución en el ritmo de estos crímenes. Se supone que ha estado aumentando en las últimas décadas y se admite que la causa es de tipo cultural con referencia al reconocimiento social de la mujer. Al avanzar el proceso de empoderamiento de derechos por parte de la mujer, han hecho crisis los casos en los que la pareja entra en conflicto porque la mujer tiende a actuar desde esta nueva ubicación, al tiempo que el hombre resiste un cambio que lo destituye de un papel dominante y determinante que ha madurado en siglos. No resisten menos quienes han obtenido o heredado una posición económica que contribuye a desarrollar su sentido de autoridad y dominio.
El cambio cultural que llevó a la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos fue determinante entre las causas que condujeron a la sangrienta guerra de secesión. Y en ese país siguen muriendo negros por la bala policial y la nutrida población de las cárceles continúa integrada con una marcada mayoría de afroamericanos.
La sociedad elabora sus etapas en proceso lento y las modifica con no menos pausa y nunca sin resistir desde las posiciones dominantes. Tal puede ser la causa principal de estos crímenes, aunque no única. La experiencia confirma la dependencia que tenemos con el tiempo y los valores que han predominado. Nuestro libre albedrío no basta. No lo es tanto.
Atentamente: Jotavé (La Arena dominical)