La dinámica política planteada entre la Nación, la Provincia y el municipio de Santa Rosa en 2016 ha estado cruzada por acuerdos y confrontaciones. Una relación de tres condicionada por pertenecer cada esfera a una fuerza política distinta, tres colores políticos (PRO, peronismo y radicalismo), aunque el municipio santarroseño ya sea parte del gobierno nacional. Y cruzada además por relaciones de subordinación y dependencia.
En esta dinámica, ¿la confrontación es la norma o la excepción? ¿Los consensos pesan más que las diferencias? Lo que sí encontramos, y sobre todo se ha hecho evidente en las últimas semanas, es un escenario en el que la normalidad de las relaciones es la turbulencia. Hay acuerdos, pero se navega constantemente en el desentendimiento y la tensión. Lejos se está, como contraste, con el alineamiento entre el gobernador Oscar Jorge con Cristina Fernández como presidenta.
Pensemos primero Nación y Provincia. El gobernador Carlos Verna ha asumido una postura crítica hacia la presidencia de Mauricio Macri. Los acuerdos de gobernabilidad se mantienen, pero son frágiles. No ha recibido lo que esperaba. Por eso golpea y reclama. En el Congreso molesto por el Presupuesto 2017 que no considera a La Pampa como se pretende desde la administración provincial o ante el ministro de Agricultura disconforme con las medidas que frenan el ingreso del asado pampeano a la Patagonia. Reclama porque cae el cupo de viviendas sociales, porque las medidas nacionales afectan al empleo provincial o por los fondos adeudados para hacer frente al déficit previsional de la caja jubilatoria pampeana.
Confronta y abiertamente. En lo discursivo y en los gestos. Reta a un ministro y recibe al diputado opositor Sergio Massa, a quien quiere dentro del peronismo, con el que se muestra y coordina esfuerzos en el Congreso entre los legisladores de ambos. Por supuesto, desde la oposición también hablan de cierta proclividad al acting, ya que luego los representantes pampeanos en el Congreso votan las leyes macristas en un entendimiento cargado de pragmatismo.
Vamos ahora a la relación entre el gobierno provincial y el municipio santarroseño, que ha ingresado a un terreno complejo, aunque se mantengan las formas. El último choque fue por los fondos para pagar la suma fija de 2.000 pesos a los municipales. Desde Provincia habían avisado que no iban a ayudar a las comunas. El intendente Leandro Altolaguirre hizo su jugada y avisó por los medios que le iba a pedir la plata a Verna durante una reunión en Casa de Gobierno. Al mandatario no le gustó la presión pública de encontrarse antes del encuentro con la prensa que había asistido por ese motivo. El "no" provincial lo dejó mal colocado a Altolaguirre.
Hay una conducta errática o ciclotímica del jefe comunal para con Provincia. Reclama o lo hacen sus funcionarios o concejales en duros términos, para después bajar el tono. "Se pelea y luego arregla", grafican desde Casa de Gobierno. Esa actitud no es privativa de esa relación: se ha enfrentado a los empleados municipales y a la cooperativa eléctrica de Santa Rosa. Este manejo, ¿es una estrategia o se deja llevar por la improvisación o los impulsos del momento? Verna cuando asumió afirmó que iba a ayudar a Santa Rosa. El mandatario ha manifestado en su entorno que Altolaguirre "le cae bien" y según una fuente vernista "mantiene casi una relación paternalista". Pero la relación política es tensa porque se cruza lo político, lo institucional y lo económico. Por supuesto, son las reglas del juego de la política. Las buenas intenciones se miden según los intereses. Hay temas que enmarañados en esa telaraña no han avanzado, o se han empantanado en las suspicacias y los constantes tironeos políticos. El municipio toma como una pérdida de autonomía cuando la Provincia avanza con un tema local, y la Provincia encuentra resistencias al querer "bajar" sus proyectos para la ciudad. Ocurrió con el acuífero del que quería hacerse cargo Aguas del Colorado o en la entrega de créditos provinciales. Las tratativas para las futuras obras para la red cloacal están inmersas en esa atmósfera de desconfianzas. En la Provincia se quejan porque el municipio no acuerda y se frenan todas las iniciativas, en el municipio ven con ojos muy críticos las pretensiones de la Provincia.
En este contexto, Altolaguirre se recuesta en el presidente Macri. Ya es parte de Cambiemos, de los radicales pampeanos que conforman esa fuerza, aunque el partido en la provincia todavía no haya decidido qué camino va a tomar en 2017. El jefe comunal viaja a la Ciudad de Buenos Aires y se reúne con los funcionarios nacionales, cosecha promesas de fondos para el municipio y es parte de los intendentes que se reúnen para bajar Cambiemos a sus territorios. Por supuesto, desde Nación también se plantea el "puentear" a la Provincia en esa relación política. Aunque para el gobierno provincial, la "tabla de salvación va a estar en Verna y no con Macri", de acuerdo a palabras de un alto funcionario. De hecho, ha sido una relación más que asimétrica. El esfuerzo por acercarse a la Casa Rosada no ha sido debidamente compensado en las arcas municipales. O al menos con creces.
Finalmente, hay que ver si estas diferencias entre las distintas gestiones tienen como base solamente un carácter político o el ingrediente personal, o tienen como fondo lo económico, el gran motor de la historia en la visión marxiana. Y también cómo van a evolucionar este escenario de turbulencias cuando lleguen los tiempos electorales.