EL CONFLICTO POR EL ATUEL LLEGO A LA FERIA DE CIENCIAS
Alumnos de la Escuela 119 de La Reforma efectuaron una investigación sobre la crisis poblacional provocada por el corte del Atuel en 1947. Recolectaron datos, información y detalles fundamentados en el sentido de pertenencia. Tras la desaparición del río, comenzó el éxodo y la desesperación.
La capital pampeana revivió, durante dos días, un clima particular. Las calles se contemplaron más vivas que nunca y el movimiento se incrementó a pesar del viento.
Docentes, con sus guardapolvos, alumnos, y acompañantes transitaron, durante el jueves 15 y viernes 16, por las inmediaciones del centro capitalino. Un ir y venir no casual. Una nueva edición de la Feria de Ciencias y Tecnología, que reunió 150 trabajos, y 60 escuelas de todo el territorio provincial, hizo sentir la vibra de un momento que, a más de un adulto, le rememoró sus años felices de infancia.
De manera particular, esta nueva feria se llevó a cabo en la Escuela 180, situada sobre la calle Roque Sáez Peña, casi adentrándose en el barrio Colonia Escalante.
La exposición mostró una nueva oportunidad. Una chance para que los más chicos, competencia mediante, expongan sus labores fundamentadas en un trabajo disciplinado y original. Siempre con el compromiso y la preocupación ciudadana como fondo de un argumento esperanzador.
Recorriendo lo stands, se pudieron observar varias propuestas. Pero una de las más llamativas, por muchas razones, radicó en la exposición de los alumnos de quinto y sexto año de la Escuela 119 de La Reforma.
Crisis poblacional.
Mauricio Ahumada, pose calma, barba de varios días, y ojos buenos, permanece sentado frente al stand que invita a detenerse. La consigna: el conflicto por el río Atuel, una preocupación mediatizada pero aún no resuelta.
Ahumada dice que el objetivo radicó en difundir la problemática del río Atuel y, porqué motivo, los pobladores determinaron abandonar, de manera paulatina, las localidades del Departamento.
– ¿Qué fue lo que hicieron? – Pedimos datos del censo y, con los números en la mano, comprobamos que en el Departamento Limay Mahuida, hasta 1947, el río crecía de manera importante. Pero, ese año, se cortó y ahí fue cuando todo empeoró de manera importante.
Más allá de los innumerables perjuicios económicos y ambientales, lo que Ahumada y sus alumnos pudieron observar fue la crisis poblacional originada. Es decir, afirma el docente, que la gente se empezó a ir cada vez más de las localidades de esta región.
El corte de un río provocó, entre tantos daños, el destierro. Y no fue casual. El éxodo fue cada año mayor.
Ahumada afirmó que, según los puesteros, antes del corte del río, se producían 3.500 cabezas de ovejas. Tras el corte, todo eso desapareció. Apenas quedaron chivas, que resisten a la sequía, y vacas para consumo familiar.
Desastre.
Para el docente, el corte del río significó un desastre ambiental y económico que provocó la desmantelación de numerosas familias. Llegaron a existir, de acuerdo con el entrevistado, familias de hasta 13 integrantes cada una.
La propuesta resultó interesante. Observar la problemática de un conflicto vivo y representado, de manera concreta, con la población que se fue en busca de un mejor futuro.
– ¿Cómo es la vida hoy en el oeste? -Muy tranquila. La mayoría depende de entidades públicas y el resto, los menos, de la producción del ganado que hay.
– ¿La gente se interesó en su stand? – Sí. Si bien notamos que es una instancia meramente competitiva nos ayuda a mostrar esta problemática y darnos valor para seguir peleando.
Y el valor no es una frase hecha. Todo lo contrario. El docente y sus alumnos, previa autorización correspondiente, participaron de varias manifestaciones, en la ruta hacia el oeste, para pedir por la recuperación del río robado.
Ahumada, joven docente nativo de Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, que vive en La Reforma hace cuatro años, coincide que Mendoza debe cumplir con lo dispuesto judicialmente.
La entrevista culmina entre el bullicio de chicos y grandes. Los ojos, manifestando preocupación, del docente, forman parte de un gesto generalizado de todos los pampeanos. Un río que no está. Que afecta. Cuya lucha no caducó. Y que recién comienza, como se pudo comprobar, para muchos de los más chicos.