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Héroe pampeano quiere regresar a Malvinas para homenajear a los caídos

  • Foto del escritor: La Pampa
    La Pampa
  • 2 abr 2016
  • 5 Min. de lectura

Carlos Calmels, sobreviviente pampeano de la Guerra de Malvinas, relató cómo fueron sus días durante el conflicto bélico con Gran Bretaña de 1982, en el que alternó guardias en depósitos de municiones y traslados de heridos a hospitales. Recordó que a poco de arribar a las islas cayó una bomba de un avión británico a metros de su compañía. A treinta y cuatro años de la guerra, confesó su deseo de regresar a Malvinas para homenajear a los caídos.

En 1982 Calmels, nacido en General Pico el 31 de mayo de 1962, se encontraba estudiando para enfermero general en la Escuela General Lemos de Campo de Mayo, Buenos Aires. Cursaba el segundo año, cuando el 2 de abril el Ejército Argentino desembarcó en las Islas Malvinas, ocupadas desde hace años por Inglaterra. "Cuando empezó la guerra estábamos tranquilos porque nos faltaban varios meses para seguir estudiando", admitió.

Héroe pampeano quiere regresar a Malvinas para homenajear a los caídos

Pero las necesidades de la guerra, impulsada por el gobierno argentino de facto, hicieron que los tiempos se acortaran. Primero forzaron el egreso de los infantes de tercer año, que estaban a cargo del grupo de Calmels, y a las pocas semanas hicieron lo propio con los de segundo año. "Me mandaron a la localidad correntina de Curuzú Cuatiá, el 7 de abril del '82. El grueso de los soldados fue trasladado a Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, además de otros que se repartieron por todo el país", comentó.

Las autoridades militares les habían dicho a los flamantes egresados que, por su falta de experiencia en combate, sólo iban a reemplazar en Corrientes a los suboficiales que se movilizaran hacia el sur. "Cumplíamos los servicios del lugar y las guardias", explicó el héroe pampeano. Sin embargo, la estadía fue mucho más breve de lo prometido ya que después de Semana Santa, luego de quince días en la provincia, les informaron que su destino era el sur.

Calmels integraba una brigada dependiente del batallón logístico 3, un regimiento de la mencionada Curuzú Cuatiá. El periplo hacia el sur incluyó un viaje en tren a Paraná, al que le siguió un vuelo a Comodoro Rivadavia, ciudad en la que pasaron unos días, hasta el arribo a Puerto San Julián. "Un punto más al sur y al oeste donde debíamos cuidar que no ingresen chilenos a nuestro país", afirmó.

Finalmente, el 25 de abril a la tarde pisó las Islas Malvinas. Lo hizo en un avión de línea, pese a que algunos pasaron en Hércules u otros aviones de guerra, junto a otros doscientos soldados sentados en el piso uno al lado del otro. "Yo integraba el hospital militar dependiente del batallón correntino", especificó el sobreviviente, quien está casado con Analía y es padre de tres hijos, Mariam (23), Luciano (20) y Agustina (19).

En el living de su casa, donde recibió a Diario Textual, comentó que enseguida armaron las carpas muy cerca del aeropuerto, pero al otro día les pidieron que las alejen unos cinco kilómetros, por prevención. El 1º de mayo comenzó el bombardeo aéreo, con muchos heridos en el hospital. "Estábamos en un sector en donde había una lengua de agua y pasaban los aviones británicos bombardeando. Una de esas bombas cayó cerca de nuestra compañía, pero como hasta ese momento no teníamos conciencia de dónde estábamos lo veíamos casi como un espectáculo, un show de fuegos artificiales", contó entre risas.

Al día siguiente separaron la compañía. A un grupo, en el que se encontraba el piquense, le tocó hacer guardias en la ciudad y el resto fue a una primera línea de trincheras, en una zona ondulada del Monte Dos Hermanas, también a los montes Longdon y Tumbledown.

Provisto de una ametralladora PAM 3, considerada un arma menor para el contexto, tuvo que hacer guardias en un sitio que denominaban hipódromo, en el que se guardaban alimentos y municiones. "También nos encargábamos de repartir esos elementos a las primeras líneas de combate", dijo.

Durante los 52 días que combatió en Malvinas fue designado también a la custodia de un depósito de YPF y el correo. "Venían cartas en el Hércules, algunas para nosotros. Nuestra desesperación era por encontrar correspondencia de familiares. En mi caso tuve la suerte de recibir cartas de mis seres queridos y poderles responder, aunque lo único que podíamos escribir era: 'estamos bien, cariños'", lamentó.

El 31 de mayo, día de su cumpleaños, se comunicó a Pico durante tres minutos, tiempo que les daban para hablar al continente. "En mi caso, hablaron desde Pico nada más. Yo no pude decir una sola palabra por la emoción que tenía".

Reconoció que dentro de todo "tuvo la suerte" de estar en la ciudad, aunque soportando el bombardeo de los buques todas las noches. "Los barcos podían llegar muy cerca de la costa y bombardeaban toda la noche. Después, el bombardeo de los aviones y la artillería hasta que estuvieron en tierra los ingleses. Aún así, en la compañía no tuvimos la dureza de tener que enfrentarnos cara a cara con el enemigo", aclaró. Y enseguida lanzó una definición de la guerra: "Fue una historia muy dura. Pasamos mucho hambre y frío, además de varias cosas que me las reservo porque a los combatientes nos hacen muy mal".

El enfrentamiento bélico entre Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña tuvo lugar en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y se desarrolló fundamentalmente entre el 2 de abril, cuando ocurrió el desembarco argentino en las islas, y el 14 de junio de 1982, fecha acordada del cese de hostilidades.

El origen de la ofensiva fue el intento por parte de Argentina de recuperar la soberanía de las islas, a las que las Naciones Unidas consideran territorio en litigio entre Argentina y el Reino Unido, aunque éste último los administra y explota. El saldo final de la guerra en vidas humanas fue de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños.

El 14 de junio los ingleses los hicieron replegar al puerto y los obligaron a dejar el armamento en un galpón, al que debían volver a dormir a las cuatro de la tarde. Dos días después los formaron en la calle y los embarcaron para el regreso. La guerra había terminado.

El 19 de junio llegaron a Puerto Madryn. Luego de una ligera revisación fueron a Trelew, previo a la llegada en avión a Campo de Mayo. "Nos dejaron de casualidad en la Escuela Lemos, donde nos dieron ropa nueva. Volvimos a dormir en colchones después de sesenta días, en algunos casos de noventa días, y nos pudimos bañar. En Malvinas me bañé una sola vez y casi me muero por congelamiento".

-¿Cuándo regresaste a Pico?

–Estuve en el hospital militar de Curuzú Cuatiá hasta la formación del 9 de julio y llegué a Pico el 11 más o menos. Mis familiares estaban en conocimiento de que había vuelto al continente porque cuando arribamos a Corrientes, el 23 de junio, pude hablar a mi casa.

– ¿Cómo fueron esos días?

-En los primeros días en Pico me la pasaba de cocina en cocina contando mi experiencia en la guerra.

– ¿Regresaste a Malvinas?

–Todavía no tuve la suerte. Por un lado por el factor económico y también porque una de las posibilidades es ir por Lan Chile, que implica tener que sacar pasaporte para viajar a mi país. De todos modos, la mayoría de los sobrevivientes tenemos esa deuda con los que quedaron allá. Quisiera rendirles ese homenaje que se merecen los compañeros y, si queda tiempo, recorrer los lugares donde hicimos guardias y visitar las trincheras. Aunque reconozco que debe ser muy fuerte y traumático volver a un lugar donde vivimos un situación tan trágica.

– ¿Pero existe la posibilidad concreta de volver a las islas?

–Se está gestionando ante Provincia la posibilidad de volver en grupo. De lo contrario, tendremos que ir como turistas.

– ¿Creés que las Malvinas volverán alguna vez a ser administradas por Argentina?

–Es un sueño. Pero ocurre que reditúa mucho la pesca, el petróleo, es un punto estratégico muy rico. Si Gran Bretaña invierte tanto dinero diariamente en bases militares no creo que sea para decirte les devolvemos las islas. Lo veo muy difícil, casi imposible.

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